"En la apertura de su encíclica, el Papa anticipa la sorpresa de todos los que se preguntarán cómo el autor de Laudato si' y Fratelli tutti, dos encíclicas con una dimensión social y política muy fuerte, puede luego proponer una dedicada a una espiritualidad en torno al Sagrado Corazón que a veces se percibe como anticuada.
Sin embargo, para el Papa, es de hecho el "corazón" lo que está pasado de moda hoy en día, a menudo descuidado en favor del intelecto, la voluntad o el alma: "La devaluación del centro más íntimo del hombre -el corazón- viene de lejos: Se encuentra ya en el racionalismo griego y precristiano, en el idealismo postcristiano y en el materialismo en sus diversas formas", señala el Papa argentino, subrayando también el bajo lugar que ocupa en la antropología y en el "gran pensamiento filosófico".
En consecuencia, hablar del Sagrado Corazón de Jesús, explica el Papa, es "redescubrir la importancia del corazón", dimensión central del hombre.
El corazón, señala el Papa, es todavía hoy "percibido en el sentimiento popular como el centro afectivo de todo ser humano". Por tanto, es el corazón el que "mejor puede significar el amor divino de Cristo, unido para siempre e inseparablemente a su amor humano", insiste el Papa.
El Sagrado Corazón permite expresar esta dimensión encarnada y humana del amor, tanto físico como espiritual, que se une en la persona de Cristo a la dimensión divina del amor. Revalorizando el vínculo entre estas dimensiones, el culto al Sagrado Corazón puede hacer "mucho bien", cree, explicando que lo ve como un antídoto contra "enfermedades muy actuales" que afectan al mundo y a la Iglesia.
Un dualismo jansenista perjudicial
Recordando la historia de Santa Margarita María Alacoque, el pontífice recordó cómo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se desarrolló en un "contexto jansenista" que despreciaba la dimensión corpórea del hombre y "había llegado a ignorar la infinita misericordia de Dios". "Debo subrayar que un dañino dualismo jansenista está renaciendo con nuevos rasgos dentro de la propia Iglesia", afirma el Papa, que considera que este "gnosticismo" ha adquirido "nueva fuerza en las últimas décadas".
El Papa Francisco también apunta con esta encíclica a "otro dualismo": el que aqueja a los católicos "que se centran únicamente en actividades externas, reformas estructurales desprovistas de Evangelio, organizaciones obsesivas, proyectos mundanos, reflexiones secularizadas, propuestas que se presentan como recetas que a veces queremos imponer a todos". Como en el caso del neojansenismo, el Sagrado Corazón puede ayudar a "tocar las sensibilidades contemporáneas" para combatir este "trascendentalismo engañoso", dice el Pontífice.
Para él, del mismo modo que el corazón del hombre, órgano central, se ha convertido en el "centro íntimo de la totalidad de la persona", el Sagrado Corazón es el "único símbolo" en el que se puede encontrar la "totalidad del Evangelio". Explica:
"Ante el Corazón de Cristo es posible volver a la síntesis encarnada del Evangelio y vivir lo que propuse hace poco, recordando a la querida santa Teresa del Niño Jesús: 'La actitud más adecuada es poner la confianza del corazón fuera de uno mismo, en la misericordia infinita de un Dios que ama sin límites y que lo dio todo en la Cruz de Jesucristo'".
Se trata de una necesidad importante en una época materialista como la nuestra, señala el Pontífice: "Hoy todo se compra y se paga, y parece que el sentido mismo de la dignidad depende de lo que se puede obtener mediante el poder del dinero. Tenemos prisa por acumular, consumir y distraernos, prisioneros de un sistema degradante que no nos permite ver más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas". Afortunadamente, insiste:
"El amor de Cristo está fuera de esta espiral perversa y solo Él puede liberarnos de esta fiebre en la que ya no hay lugar para el amor gratuito"
Para Francisco, la devoción al Sagrado Corazón puede, por tanto, fortalecer a la Iglesia de hoy, haciendo visible la "ardiente conciencia del amor de Jesús" en la experiencia espiritual personal, así como en el compromiso comunitario y misionero. Porque, como subraya con detalle en esta encíclica atípica, "el contenido de las encíclicas sociales Laudato si' y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo".