“Vengo a reconciliarles”, dijo la Virgen María en las apariciones que se llevaron a cabo en Finca Betania, en la aldea venezolana de Cúa, el 25 de marzo de 1976, según la vidente María Esperanza de Bianchini.
Ese día, en la primera de la treintena de sus apariciones en este lugar de estado Miranda -hoy convertido en santuario- se presentó como “María Reconciliadora de los pueblos”.
Unos días antes, María Esperanza, declarada Sierva de Dios por la Iglesia católica, había recibido en Lourdes la indicación de la Virgen de que iba a manifestarse en Venezuela.
Por eso, aquel 25 de marzo se reunieron en Finca Betania unas 80 personas. La mayoría de ellas afirmó haber visto fenómenos luminosos.
Primera aparición
Solo María Esperanza pudo ver a la Virgen como una joven de unos 15 años de ojos marrones.
Su velo se enredaba en las ramas de los árboles y de sus manos abiertas salían unos rayos refulgentes.
La vidente afirmó haber recibido de la Madre de Jesucristo este mensaje de conversión y reconciliación:
“Hijita, aquí me tenéis con mis manos enriquecidas de gracias y envueltas con los resplandores de luz para llamar a todos mis hijos a la conversión; ¡esta es la semilla de gloria que les ofrezco como María Reconciliadora de los pueblos, porque vengo a reconciliarles! ¡Reconciliación es la herencia de la fraternidad divina de mi Divino Hijo! ¡Hijita, lleva mi mensaje a todos, os guardaré aquí en mi Corazón desde hoy y por siempre!”
“Una alegría inmensa”
8 años después, el 25 de marzo de 1984 -fiesta de la Anunciación- hubo una aparición de la Virgen en el Santuario de Betania ante un numeroso grupo de personas.
Frente a la gruta de las apariciones, jugaba un grupo de niños. Ellos fueron los primeros en verla y corrieron a avisar a los demás, que se encontraban en un espacio cercano.
La hija de la vidente, Coromoto Bianchi, describe lo que vio aquel día en un video que se estrenó el lunes 21 de octubre de 2024 en el canal El Rosario de las 11.
Bianchi explica que, tras oler un perfume de rosas, vio una imagen blanca que irradiaba una luz propia. Era una señora. De sus manos salían rayos.
“Caímos de rodillas, la emoción que sentíamos fue una cosa insólita”, explica su marido, Carlos Marrero.
Ese día, la Virgen apareció y desapareció siete veces, aseguran. Primero la silueta, transparente, y después su imagen ya compacta, recuerda Marrero.
“Parecía una niña, como jugaba, iba de puntillas como que iba a bajar de la gruta y luego se echaba para atrás”, explica Coromoto Bianchini.
“Fue un momento de gracia, de una alegría inmensa -añade-, y de decir: todo lo que he aprendido en mi vida católica… ¡Dios está vivo!”
Reconciliación, familia, paz
El 21 de noviembre de 1987, el obispo de la diócesis de Los Teques, Pío Bello Ricardo, aprobó las apariciones como auténticas y de carácter sobrenatural.
Finca Betania se ha convertido en un lugar de peregrinación que recibe muchos visitantes de distintos países del mundo en busca de reconciliación y paz.
“Este mensaje trae una gran esperanza para la humanidad”, concluye Coromoto Bianchini. “Porque se trata de orar por la familia, de fortalecer las bases de la familia, de la reconciliación, el perdón que tanto necesita en estos momentos la humanidad”.
“¡Esta Madre, con su presencia, qué seguridad nos da … ¡Qué alegría nos proporciona … ¡Cuánta bondad!”, escribió la vidente María Esperanza a su obispo en 1984.
“Esa Madre, toda bondad y ternura, se nos da por entero para encontrarnos y para que haya la reconciliación entre hermanos”, añadió.
Ya entre los años 1664 y 1718, la Virgen María se había presentado con un nombre parecido: “María, reconciliadora y refugio de los pecadores”.
Fue en sus apariciones a la joven Benoîte Rencurel en el Santuario de Laus, en los Altos Alpes franceses.