Al confesarte, puede ser tentador seguir el procedimiento sin hacer un debido ejercicio espiritual, especialmente si simplemente queremos terminar y salir rápidamente del confesionario.
La confesión es un sacramento hermoso que nos reconcilia con Dios y con la Iglesia. Sin embargo, puede que no siempre veamos esa belleza y a veces necesitemos un poco de ánimo.
No te preocupes
San Francisco de Sales exhorta al lector en su Introducción a la Vida Devota a, "seguir adelante con valentía en el espíritu de humildad… Te lo ruego, no te turbe ninguna clase de temor".
Luego explica cómo se purifican nuestros pecados cuando los llevamos al confesionario:
"El escorpión que nos pica es venenoso, pero cuando su aceite ha sido destilado, es el mejor remedio para su picadura; así también el pecado es vergonzoso cuando lo cometemos, pero cuando se reduce al arrepentimiento y a la confesión, se vuelve saludable y honorable".
Cuando llevamos todos nuestros pecados al confesionario, podemos experimentar una alegría diferente:
"Si somos realmente humildes, hija mía, nuestros pecados nos serán infinitamente desagradables, porque ofenden a Dios; -pero será grato y dulce acusarnos a nosotros mismos de ellos, porque al hacerlo honramos a Dios; y siempre hay algo tranquilizador en contarle plenamente al médico todos los detalles de nuestro dolor".
Medita en esto antes de confesarte
San Francisco de Sales ofrece a continuación la siguiente meditación para usar antes de confesarse:
"Cuando te acerques a tu padre espiritual, imagínate que estás en el Monte Calvario, a los pies del Salvador crucificado, cuya Preciosa Sangre se derrama libremente para limpiarte de todos tus pecados. Aunque no es su Sangre real, es el mérito de esa sangre derramada la que es rociada sobre sus penitentes cuando se arrodillan en Confesión. Aseguraos, pues, de abrir bien vuestro corazón y de despojaros de vuestros pecados confesándolos, porque en la medida en que sean despojados, así entrarán los preciosos méritos de la Pasión de Cristo y os colmarán de bendiciones…"
La buena noticia es que cuanto más abierto esté nuestro corazón en la confesión, más gracias podremos experimentar cuando nuestros pecados sean perdonados.