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A veces podemos caer en la tentación de pensar que Dios no nos ama, o que ama a otras personas más que a nosotros. Podríamos basar esta suposición en la idea de que otras personas tienen más o mejores "cosas". Sin embargo, si realmente nos paramos a pensarlo, Dios nos ha dado muchos dones y bendiciones, aunque no siempre lo veamos. Este ejercicio espiritual, propuesto por un santo, te ayudará a volver a sentirte amado.
Los muchos dones de Dios en nuestras vidas
San Francisco de Sales medita sobre esta realidad espiritual en su Introducción a la vida devota.
En primer lugar, anima al lector a pensar en los muchos dones materiales que Dios nos ha dado:
"Considera los dones materiales que Dios te ha dado: tu cuerpo y los medios para conservarlo; tu salud y todo lo que la mantiene; tus amigos y muchas ayudas. Considera también cuántas personas más merecedoras que tú están sin estos dones; algunas sufriendo en su salud o en sus miembros, otras expuestas a injurias, desprecio y problemas, o hundidas en la pobreza, mientras que Dios ha querido que tú estés mejor".
A menudo pensamos que somos pobres, pero luego nos encontramos con alguien que está mucho peor que nosotros. Esto nos recuerda que no deberíamos quejarnos tanto como lo hacemos.
Los dones espirituales
San Francisco de Sales se refiere entonces a todos los dones espirituales que Dios nos ha concedido:
"Además, considera Sus dones espirituales. Eres hijo de su Iglesia, Dios te ha enseñado a conocerle desde tu juventud. Cuántas veces te ha dado sus sacramentos, cuántas inspiraciones, cuánta luz interior, cuántas reprensiones te ha dado para conducirte rectamente, cuántas veces te ha perdonado, cuántas veces te ha librado de ocasiones de caer, cuántas oportunidades te ha concedido para el progreso de tu alma. Medita un poco en los detalles, mira cuán amoroso y misericordioso ha sido Dios contigo".
Agradece a Dios
Después de hacer este ejercicio espiritual, nuestra primera respuesta debería ser dar gracias a Dios por sus dones y reconocer su bondad:
"Maravíllate de la bondad de Dios. ¡Cuán bueno ha sido Él conmigo, cuán abundante en misericordia y pródigo en bondad! Oh alma mía, cuenta siempre las grandes cosas que el Señor ha hecho por ti".
Si alguna vez piensas que Dios ama a los demás más que a ti, párate a pensar en las muchas bendiciones que te ha dado.
Toda nuestra vida es un don de Dios. Lo que tenemos que hacer es reconocer esa realidad y ver su amor activo en nuestras vidas.