Es innegable, históricamente hablando, que Iglesia católica fue fundada por Cristo hace más de dos mil años. Sin embargo, hoy somos conscientes de lo delicado que resulta decir que fuera de la Iglesia no hay salvación, una aseveración bastante común cuando no existían tantas denominaciones religiosas.
Asimismo, para algunos parece un ataque ante la inmensa diversidad de pensamientos emergidos desde la aparición de las redes sociales. Por ello, a los católicos nos conviene apegarnos prudentemente a lo que dice el Catecismo de la Iglesia católica para entender bien a qué se refiere esta afirmación.
"Fuera de la Iglesia no hay salvación"
El número 846 del Catecismo lo declara de manera literal, y precisa que toda salvación viene de Cristo:
"¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
El santo Sínodo […] 'basado en la sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el Bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella'" (LG 14).
Podemos notar cómo el documento pone énfasis en una condición: hay que saber que Jesús fundó la Iglesia, porque, entonces, no se podrán salvar los que, sabiendo, no quisieron entrar o perseverar en ella.
Los que no conocen a la Iglesia ni a Cristo
Ahora, el número 847 vuelve a referirse a los que, sin culpa suya, no han conocido esta realidad:
"Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna"(LG 16; cf DS 3866-3872).
No podemos saber si alguien perdió el cielo o llegó a él, pues es algo que solo conoce Dios; sin embargo, nos corresponde evangelizar:
"Aunque Dios, por caminos conocidos solo por Él, puede llevar a la fe, 'sin la que es imposible agradarle' (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia, la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar (AG 7)".
Lo que toca hacer a los católicos
Con lo anterior entendemos que, los que hemos sido bautizados en la Iglesia católica, no podemos eludir nuestra responsabilidad de profundizar en nuestra fe y en nuestra relación con Dios para poder alcanzar el cielo.
Y también tenemos la misión de evangelizar a todos los que están cerca de nosotros, comenzando con nuestra familia, porque es un mandato de Cristo:
"Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
Concluimos con esto: cuando hablamos de no católicos, que no conocen a Cristo ni a su Iglesia, sin culpa suya, Dios tiene otros medios para su salvación; pero los católicos no tenemos pretexto.