"Una iglesia incendiada era la memoria de un barrio, de hombres y mujeres que celebraban aquí la vida, la muerte, el amor, que venían a alimentarse a la casa del Señor, domingo tras domingo". Con estas palabras, el 4 de septiembre, el obispo de Arras, Olivier Leborgne, se dirigió a los fieles y a los habitantes de Saint-Omer, consternados por el incendio de la iglesia de la Inmaculada Concepción.
En la noche del 2 al 3 de septiembre, el edificio estalló en llamas, provocando el derrumbe de la torre y numerosos daños irreparables. La iglesia tiene un enorme agujero en el tejado y en su interior yace un montón de vigas quemadas.
El obispo Leborgne llegó ante la iglesia incendiada para rezar una oración a las 8:30 de la mañana y después celebró una Misa en la basílica de Nuestra Señora de los Milagros. Asistieron unas 300 personas, entre ellas el alcalde y el subprefecto, feligreses y vecinos muy vinculados al edificio.
"Al depositar nuestro dolor en el altar, abrazamos también en la oración a todas las piedras vivas de esta finca, a aquellos hombres y mujeres, creyentes o no, que están comprometidos con el servicio a la vida", dijo el obispo, mencionando también una "tragedia aún mayor": la muerte de "doce emigrantes en nuestras costas".
El heroico sacerdote
El Padre Sébastien Roussel -párroco- consiguió salvar el Santísimo Sacramento y unos 20 objetos sagrados más, entre ellos las reliquias de san Cornelio.
"Con el permiso y bajo la supervisión de los bomberos, pude entrar en la iglesia una vez controlado el incendio para llevarme lo más importante, que era primero el copón con el sagrario y luego varias estatuas y piezas de material litúrgico", declaró a la CNA el padre Roussel.
El autor es reincidente
"Se nos acumulan varias emociones: tristeza, pero también rabia, asombro e incomprensión ante un acto así", declaró a Aletei Antoine Vercruysse, director de la alcaldía de Saint-Omer.
La policía detuvo al sospechoso, que se declaró culpable el 4 de septiembre. El hombre dijo que había entrado en la iglesia para robar dinero de la tesorería y luego prendió fuego a la sacristía.
Esta no es la primera vez que el hombre, de 30 años y nacionalidad francesa, comete un delito de este tipo: ya era conocido por la policía y había sido condenado por incendio provocado en varias ocasiones. En 2019 fue condenado a cuatro años y medio de prisión por prender fuego a una iglesia de Equihen Plage, también tras irrumpir en la sacristía. Posteriormente volvió a ser juzgado por actos similares en otras cinco iglesias de la región de Boulonnais.
Ayuda de los vecinos de Saint-Omer
La iglesia de Saint-Omer se sometió a una importante renovación en 2018. Conmovidos por esta tragedia, los residentes de la ciudad han ofrecido su apoyo financiero. En colaboración con la Fundación del Patrimonio, se ha puesto en marcha una colecta para recaudar los fondos necesarios para la renovación. "Todavía es demasiado pronto para evaluar con precisión los daños, pero son considerables. Se están realizando peritajes", explica Antoine Vercryusse. La Fundación del Patrimonio ya ha recaudado más de 12 mil euros en dos días.