Aunque la Liturgia de las Horas suele celebrarse sola, es una celebración litúrgica que pretende ser una prolongación de la Misa. El Oficio Divino tiene muchas cosas en común con la Misa y puede ampliar la vida espiritual de una persona.
Una oración exigente
El Catecismo de la Iglesia Católica explica cómo rezar la Liturgia de las Horas puede ser un tipo de oración exigente:
"La celebración de la Liturgia de las Horas exige no solo armonizar la voz con el corazón orante, sino también una más profunda "comprensión de la liturgia y de la Biblia, especialmente de los Salmos".
Sin embargo, son precisamente estas exigencias las que pueden abrirnos a los diversos elementos del Oficio Divino que profundizan nuestra comprensión de la Biblia y de la celebración litúrgica de la Misa:
"Los himnos y letanías de la Liturgia de las Horas integran la oración de los salmos en la época de la Iglesia, expresando el simbolismo de la hora del día, del tiempo litúrgico o de la fiesta que se celebra. Además, la lectura de la Palabra de Dios en cada Hora (con las consiguientes respuestas o troparia) y las lecturas de los Padres y maestros espirituales en determinadas Horas, revelan más profundamente el sentido del misterio que se celebra, ayudan a comprender los salmos y preparan para la oración silenciosa. La lectio divina, en la que la Palabra de Dios es leída y meditada de tal modo que se convierte en oración, está así enraizada en la celebración litúrgica".
Extensión de la Misa
El Catecismo llega a nombrar la Liturgia de las Horas como una "extensión" de la Misa que puede ayudar a mejorar nuestras devociones espirituales:
"La Liturgia de las Horas, que es como una prolongación de la celebración eucarística, no excluye sino que, de modo complementario, suscita las diversas devociones del Pueblo de Dios, especialmente la adoración y el culto al Santísimo Sacramento".
Por eso, rezar el Oficio divino con regularidad es un modo de profundizar en la participación en la Misa.