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El 3 de julio, Inez y su marido Henry entraron a formar parte de un club muy exclusivo, y a la vez muy amplio: en una celebración en La Valeta (Malta), en la misma iglesia donde contrajeron matrimonio, pasaron a engrosar la lista de cónyuges que, como pareja casada, podrían ser reconocidos como santos por la Iglesia.
La fase diocesana de su proceso de beatificación concluyó en manos del arzobispo Charles Scicluna, lo que les convierte en el primer matrimonio de Malta que alcanza esta fase del proceso de posible canonización. Su causa se encuentra ahora ante el Dicasterio Vaticano para las Causas de los Santos.
Otros cónyuges santos
Si algún día son beatificados o canonizados, se unirán a los padres de Santa Teresa de Lisieux y los Quattrocchi. Posiblemente también a los padres de Juan Pablo II y, por supuesto, a varias parejas de mártires, como los Ulma, así como a parejas nombradas en las Escrituras y en la Iglesia primitiva.
Y, sin embargo, este club exclusivo es un club expansivo, ya que seguramente los Casolani son solo una pareja representativa de los muchos cientos y miles de malteses y de todo el mundo que han vivido sus matrimonios como un camino hacia la santidad y son santos en el cielo, aunque nunca serán canonizados.
"En el matrimonio Casolani, somos testigos de la santidad de numerosas parejas maltesas y gozitanas. Por su intercesión, rezamos por las familias maltesas y por todos aquellos que buscan el camino de la santidad en el sacramento del matrimonio. […] Que el ejemplo dado por el matrimonio Casolani, en su mutuo apoyo y cuidado del prójimo, sirva también de bálsamo que alivie las heridas y dolores de muchas familias", reflexionó el arzobispo Scicluna al abrir sus causas de beatificación en 2015.
El matrimonio de Henry e Inez Casolani se celebró el 19 de abril de 1944 en la iglesia de San Agustín de La Valeta (Malta). Su larga unión fue bendecida con una única hija, Cecilia Mary, que, a los 19 años, ingresó en la Congregación de las Hermanas de San José de la Aparición.
Hay pocas cosas en su biografía que llamen demasiado la atención. Para quienes los conocieron es fácil hablar de sus muchas virtudes, pero la forma en que se vivían esas virtudes se caracterizaba por los sencillos acontecimientos de la vida cotidiana.
La vida de Henry
Henry nació el 25 de noviembre de 1917. Era un artista nato y llegó a hacer de su talento natural una profesión. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, fue destinado al Cuerpo Médico del Ejército Real. Posteriormente, continuó una larga carrera como funcionario, trabajando como dibujante (encargado de realizar planos y dibujos técnicos detallados) en el Departamento de Obras Públicas, hasta su jubilación en 1977.
Muchos recuerdan que Henry tenía un gran sentido del humor. Y su dedicación a sus tareas diarias era notable.
Aunque su vida cotidiana se caracterizó en su mayor parte por la fe sencilla, pero profunda, de un católico verdaderamente comprometido, hay un acontecimiento que debe calificarse de notable. Cuenta su biografía:
A los 38 años, a Henry Casolani le diagnosticaron diabetes y en 1989 su visión se había deteriorado considerablemente debido a la retinopatía diabética y la degeneración macular, hasta el punto de que ya no podía leer con letra normal. Se trataba entonces de una afección irreparable. Hay que decir que Enrique Casolani sentía una profunda devoción por la Venerable, ahora beata, sor María Adeodata Pisani. Como él mismo declaró, fue su esposa Inez quien inició su devoción por la beata.
Durante una Misa celebrada en la iglesia del monasterio benedictino de Mdina, en conmemoración de la venerable, Enrique recuperó la visión perfecta. Esta curación, según la opinión de profesionales expertos, era científicamente inexplicable. Sin embargo, a partir de ese día, empezó a leer de nuevo con normalidad y así continuó hasta el final de su vida.
Henry siguió viviendo su vida alegre y sencilla, y falleció el 29 de diciembre de 1999, a los 82 años, sobreviviendo a Inez casi siete años.
La vida de Inez
Inez Casolani nació como Inez Vassallo el 11 de octubre de 1915. Estudió magisterio, pero tras casarse con Henry abandonó su carrera profesional. Sin embargo, siguió dando clases particulares gratuitas a niños de familias necesitadas.
Mientras que Henry era conocido por su reserva, Inez era una persona extrovertida, a la que a menudo buscaban sus amigos para pedirle consejo, y por el hogar cálido y acogedor que creaba. Era una gran cocinera, hasta el punto de que algunas de sus recetas aparecieron en la radio. También escribía artículos para la revista mensual de la parroquia.
Desde muy joven pasaba una hora de adoración ante el Santísimo Sacramento todos los jueves por la noche.
También ella parece haber recibido una curación milagrosa. Gracias a una reliquia sagrada de san Jorge Preca, se recuperó de unas fuertes fiebres.
Inés falleció el 13 de julio de 1992, a la edad de 76 años.
Bendiciones para nosotros
Inez y Henry amaban su vida católica. Amaban la Eucaristía, las Escrituras, el Rosario y los santos. Eran miembros de la Tercera Orden Agustiniana. Su fe arraigaba en ellos una gran alegría, que compartían entre sí y con quienes les rodeaban.
Aunque fue un sacrificio entregar a su única hija a la vida religiosa, perdiendo así la oportunidad de ser abuelos, bendijeron su vocación y la entregaron generosamente como esposa de Cristo.
Mons. Scicluna alabó a Dios por mostrar su bondad a través de ellos.
"Damos gracias al Señor por la misericordia que mostró con Henry e Inés Casolani, que aceptaron su llamada a vivir una vida matrimonial en la que encontraron misericordia y santidad. A través de Henry e Inés Casolani -continuó Mons. Scicluna-, el Señor nos da un ejemplo. Todos sabemos cuánto necesitamos el amor leal en el matrimonio, también hoy. En ellos, honramos a muchos otros santos casados, conocidos solo por el Señor".
De puño y letra de Inez, tenemos una oración que rezaba todos los días, compuesta por ella, al Niño Jesús de Praga:
Oración al Niño Jesús de Praga (manuscrita)
Visita, te rogamos, Señor, esta tu casa y familia, y aleja de ella todas las asechanzas del enemigo. Que tus santos ángeles habiten en ella para mantenernos en paz, y que tu bendición sea siempre sobre nosotros, por Cristo, Nuestro Señor, Amén.