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Casi 60 años después de la clausura del Concilio Vaticano II, solo cuatro de los casi 2 mil 500 obispos que participaron en el último concilio siguen hoy entre nosotros, informa el diario alemán Katholisch.
En 1959, el Papa Juan XXIII anunció su intención de convocar un concilio para la Iglesia universal, reuniendo a todos los obispos católicos del mundo y a los superiores de las órdenes religiosas. Menos de tres años después, el 11 de octubre de 1962, una larga procesión de los Padres conciliares desfiló desde la plaza de San Pedro hasta la basílica.
El Concilio duró hasta 1965 y trajo consigo importantes transformaciones en el seno de la Iglesia católica y en su relación con el mundo. Casi 60 años después, y con el Vaticano II aún desarrollándose en la Iglesia católica, según el Papa Francisco, el número de Padres conciliares vivos ha disminuido de forma natural.
El 10 de julio, el arzobispo emérito de Bangalore, Alphonsus Mathias, falleció a la edad de 96 años. Ordenado obispo en febrero de 1964 a la edad de 35 años, había participado en la tercera sesión del Concilio en 1964 y en la cuarta en 1965. El año pasado, el último Padre europeo del Concilio falleció en vísperas de su centenario. Se trataba de Mons. Luigi Bettazzi, obispo emérito de la diócesis italiana de Ivrea y Presidente del movimiento internacional Pax Christi.
Cuatro padres conciliares
De los cuatro Padres conciliares vivos, el de mayor edad es Mons. José de Jesús Sahagún. Este obispo mexicano, ordenado sacerdote en 1946, cumplió 102 años el 1 de enero de este año. Obispo emérito de Ciudad Lázaro Cárdenas, diócesis de la costa occidental de México, es actualmente el obispo más anciano del mundo y el único que sigue vivo que fue nombrado por el Papa Juan XXIII. Fue en 1961, cuando tenía 39 años.
Daniel Alphonse Omer Verstraete, que celebrará su centenario el 31 de julio. En 1965, este misionero de origen belga fue nombrado Prefecto Apostólico del Transval Occidental, territorio sudafricano erigido en diócesis en 1978 y del que llegó a ser obispo. El misionero de la Congregación de los Oblatos de María Inmaculada (OMI) pudo participar en la cuarta y última sesión de Roma, de septiembre a diciembre de 1965.
Victorino Youn Kong-hi, también casi centenario, fue uno de los últimos obispos en participar en el Concilio Vaticano II. Nombrado obispo de Suwon (Corea del Sur) en 1963 y de Gwangju de 1973 a 2000, participó en tres de las cuatro sesiones del Concilio. Alrededor del 13 % de los Padres conciliares procedían de Asia.
Por último, el cardenal Francis Arinze, de Nigeria. Gran voz de la Iglesia africana, el prelado, que cumplirá 92 años en noviembre, dirigió la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en Roma de 2002 a 2008. Ordenado obispo en agosto de 1965, pudo participar en la última sesión del Concilio como Padre conciliar. Considerado en su día por los medios de comunicación como posible sucesor de Juan Pablo II, el cardenal Arinze sigue siendo una figura de referencia entre los cardenales africanos.