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Tom Petty cantó famosamente que la espera es la parte más difícil . Cualquiera que se enfrente a retrasos o esté soportando dificultades puede dar fe de que así es. Pero ¿por qué es tan difícil tener paciencia? ¿Y cómo podemos cultivar esta virtud crucial ? Otro "Tom" podría tener la respuesta. El filósofo del siglo XIII santo Tomás de Aquino ofrece profundos conocimientos sobre la naturaleza y el cultivo de la paciencia en su Summa Theologica .
Tomás de Aquino considera la paciencia como la piedra angular de la virtud. No se trata simplemente de soportar las dificultades: es la fuerza moral para soportar el sufrimiento sin sucumbir a un dolor paralizante. La paciencia actúa como un escudo, protegiendo nuestra razón de los efectos paralizantes de la desesperación y garantizando que no abandonemos el camino del bien ante los desafíos.
Si bien todos pueden exhibir alguna forma de paciencia, Tomás de Aquino enfatiza que la verdadera paciencia proviene de un profundo amor a Dios, nutrido por la gracia divina. Este amor por el bien espiritual nos permite priorizar la virtud y soportar el sufrimiento, sabiendo que, en última instancia, sirve a un propósito mayor.
Un socio esencial de fortaleza
Tomás de Aquino posiciona la paciencia como un socio esencial de la fortaleza, una virtud que nos permite enfrentar el miedo y el peligro. La fortaleza nos da el coraje para enfrentar amenazas externas , mientras que la paciencia proporciona la fuerza interior para soportar la angustia emocional que a menudo acompaña a estos desafíos.
Imagina un valiente caballero frente a un dragón, digamos, san Jorge . La fortaleza le da el coraje para atacar, pero la paciencia lo sostiene mientras soporta el miedo, el dolor y el agotamiento de la batalla.
Tomás de Aquino es el maestro de las distinciones sutiles. También distingue la paciencia de la longanimidad, aunque ambas implican soportar dificultades. La longanimidad, dice, se ocupa específicamente de la frustración de deseos u objetivos retrasados. Es la virtud que nos ayuda a perseverar cuando el bien que buscamos parece fuera de nuestro alcance.
Imagínese a un científico que busca incansablemente una cura, o a un atleta que no logra saltar la distancia deseada. La perseverancia los mantiene a ambos adelante a pesar de los repetidos reveses, impulsados por la esperanza de un eventual éxito.
La paciencia, por otra parte, tiene un alcance más amplio. Abarca la capacidad de soportar todo tipo de males, grandes y pequeños, en la búsqueda de la virtud.
Cultivar la virtud
Entonces, ¿cómo cultivamos esta virtud esencial? Tomás de Aquino no sugeriría buscar el sufrimiento, pero sí abogaría por prácticas que generen resiliencia. A continuación algunas formas de desarrollar el músculo de la paciencia.
1Practica la gratitud
Reflexionar sobre las cosas buenas de tu vida, incluso en medio de los desafíos, fomenta una actitud positiva y reduce la amargura que puede alimentar la impaciencia.
2 Desarrollar la empatía
Salir de tu propia perspectiva y tratar de comprender las luchas de los demás puede cultivar la compasión y la tolerancia, haciendo que tus propias dificultades parezcan menos abrumadoras.
3Acepta pequeños desafíos
Empieza practicando la paciencia en situaciones cotidianas . Espera tu turno con calma, afronta las frustraciones menores sin enojarte y aumenta gradualmente tu tolerancia al malestar.
4Busque inspiración
Lee historias de perseverancia y observa la paciencia de figuras inspiradoras. Estos ejemplos pueden servir como fuente de motivación y orientación en tu viaje.
Al incorporar estas prácticas a tu vida, podrás cultivar la paciencia que te permitirá afrontar los desafíos con fuerza, compasión y compromiso con tus objetivos.