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En las relaciones humanas, todos tenemos más afinidad con ciertas personas, ya sea porque congeniamos en costumbres, gustos, formación religiosa o cualquier otro motivo; pero siempre existirá alguien con quien sentiremos una conexión tan fuerte que querremos como a nuestra propia familia.
¿Jesús tuvo amigos? ¿Qué tipo de amistades tuvo?
Lázaro, Marta y María
Jesús tuvo unos amigos muy especiales: la familia de Lázaro, Marta y María, quienes vivían en Betania. Era tan profundo el cariño que se profesaban, que el Evangelio de Juan dedica todo el capítulo a un evento ocurrido con ellos:
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo» (Jn 11, 1-3).
Juan sabía cuánto era el cariño de Jesús por estos hermanos, pues continuamente estaban de visita con ellos. Por eso se entiende que narre el milagro que el Maestro se permitió realizar con Lázaro y no acudir en cuanto lo llamaron sus amigas.
Ejemplo de confianza con el Señor
Además, se entiende también que, cuando murió Lázaro, Marta recriminó cariñosamente a Jesús, por la gran confianza que había entre ellos.
"Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas»" (Jn 11, 20-22).
Luego, llamó a María. Ella llegó para reclamarle en el mismo tono que su hermana. Cuando María comenzó a llorar, el Señor se conmovió mucho y, turbado preguntó:
«¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás». Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!» (Jn 11, 34-36).
Nuestra relación con Jesús
Este bello Evangelio nos descubre el lado humano de Jesús. Buscó amigos, y tuvo muchos, pero sintiendo gran predilección por estos tres hermanos, se dejó consentir por ellos durante su vida terrena.
Debemos aprender, por lo tanto, que nosotros también podemos cultivar una relación con Cristo, a ejemplo de Lázaro, Marta y María, pues nuestro Señor no fue ajeno al amor humano y a la dulzura de la amistad. Pidamos a Lázaro, Marta y María esa misma confianza y acerquémonos a Jesús con amor.