Asumió Javier Milei en la Argentina y nace una nueva era política. Para algunos es una era llena de esperanza y optimismo, para otros todo lo contrario. Pero para todos, como el mismo Milei advirtió, será un período de ajuste económico. La Argentina padece una inflación demoledora, y en ese diagnóstico hay abrumador consenso. Pero esta etapa de la historia argentina también está caracterizada por una nueva etapa en la relación entre las religiones y el estado argentino.
Explícitamente, en discusiones parlamentarias y mediáticas, la religión parecía haber sido relegada al ámbito de la intimidad de la persona. En ocasiones, desde organismos públicos se presentó el hecho de iluminar la realidad desde espacios de identificación religiosa como algo propio del fanatismo. También desde el periodismo y el activismo político.
Pero en las primeras horas de este gobierno hubo señales de clara distención.
Fe católica y judía
Por un lado, por la identidad del presidente y la vicepresidente. La vicepresidenta Victoria Villarruel no ha ocultado su identidad católica, ni ha hecho alarde de ella con fines electorales. Publica referencias a la fe con libertad; de hecho, el 8 de diciembre se encomendó públicamente en un posteo a la Inmaculada Concepción.
Lo mismo otros funcionarios de gobierno, como el secretario de Desarrollo Social Pablo de la Torre, quien ese día peregrinó al Santuario de Nuestra Señora de Luján. Y son muchos los elegidos para las primeras y las segundas filas que en universidades, en espacios públicos, son activos hombres y mujeres de fe.
El presidente Milei ha tenido, como ha confesado, un reciente acercamiento a la fe judía. Participa activamente del culto, tiene un rabino que lo acompaña como consejero y apoyo, y si bien no ha completado un proceso de conversión, se ha nutrido de la fe judía para abordar esta etapa trascendente de su vida.
E incluso trajo a colación en su primera alocución como mandatario la fiesta de Jánuca, festividad judía que conmemora la rebelión de los macabeos y la liberación del dominio griego, y la rededicación del Segundo Templo de Jerusalén. Coincide con un tiempo del período del Adviento. Según expresó el Mandatario:
"No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra durante la fiesta de Hanukkah, la fiesta de la luz, ya que la misma celebra la verdadera esencia de la libertad. La guerra de los macabeos es el símbolo del triunfo de los débiles por sobre los poderosos, de los pocos por sobre los muchos, de la luz por sobre la oscuridad y sobre todas las cosas, de la verdad por sobre la mentira, porque ustedes saben que prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable. Estoy convencido de que vamos a salir adelante. Recuerdo cuando, hace dos años, junto a la doctora Villaruel, hoy vicepresidente de la Nación, ingresamos a esta casa como diputados. Recuerdo cuando en una entrevista me habían dicho pero si ustedes son dos en 257, no van a poder hacer nada. Y también recuerdo que ese día la respuesta fue una cita del libro de Macabeos 3,19 que dice que la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados sino de las fuerzas que vienen del cielo. Por lo tanto, Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío".
Sin referencias al Papa
Milei no hizo referencias al Papa Francisco. Tomado por uno, por otro, usado políticamente, -como el propio Papa ha denunciado- el Pontífice había sido enarbolado por líderes políticos argentinos casi como deber de estado. Aún cuando el Papa ha pedido que no se lo use ni se lo descontextualice. Milei, que previo a la campaña había criticado al Papa y que luego matizó las referencias, tras su elección conversó amablemente con el Pontífice y hasta se mostró emocionado por su oración, no lo mencionó. Tampoco hizo alusión a visiones que hubiesen podido contrastar directamente con el magisterio pontificio o sus enseñanzas, como algunas referencias que ha tenido a lo que interpreta de justicia social o incluso al cambio climático.
Oración interreligiosa
Por la tarde, luego de los actos protocolares diplomáticos y de la jura de los primeros ministros, Javier Milei y Victoria Villaruel participaron de una oración interreligiosa en la Catedral de Buenos Aires, histórico templo ubicado a metros del Cabildo y de la Casa Rosada, sobre la Plaza de Mayo. Acompañaron al Arzobispo monseñor Jorge García Cuerva, un arzobispo griego, un obispo anglicano, un pastor evangelista, un sheikh, y el rabino ortodoxo Shimon Axel Wahnish, consejero personal de Milei.
En su referencia, monseñor García Cuerva refirió a tres cimientos para recuperar la Patria: la fraternidad, la memoria, y la libertad, bandera del nuevo presidente. A este respecto dijo, ante el mandatario y su compañera de fórmula, evocando el mismo tipo de referencia bíblica, que el mandatario había citando el libro de los Macabeos:
El segundo cimiento a recuperar para que ese sueño llamado Patria siga inspirando a las nuevas generaciones, es la libertad. Como hermanos en la fe, todos los aquí presentes, compartimos la creencia en un Dios liberador. Un Dios que quiere liberar de la opresión, de la codicia y la avaricia, de la injusticia y la iniquidad, y de toda forma de violencia; un Dios que nos hace libres, sí, pero para ser más dignos y solidarios. Un Dios que, libres, nos impulsa a comprometernos especialmente con los que más sufren.
Durante el rito, todos los presentes rezaron la oración por la paz de san Francisco de Asís, plegaria que acaso expresa, junto con el fin de la inflación y de la creciente pobreza e indigencia, cada uno de los valores que más necesita la Argentina en esta nueva era: paz, amor, perdón, fe, verdad, esperanza…
Podría haber sido una copia de la fórmula norteamericana, casi lugar común en sus discursos: "Que Dios bendiga a América…" Pero en voz del mandatario y tras lo antedicho, parece un genuino deseo, sino es de él, de muchos, para la etapa que empieza en la Argentina: "Que Dios bendiga a la Argentina".