Si preguntamos a las personas mayores cómo recuerdan la misa en sus tiempos de juventud, seguramente nos contarán que aún les tocó escucharla en latín. Así es, escucharla, nada más. Incluso existían los breviarios, libritos que contenían algunas oraciones en español para que pudieran seguir la celebración y comprender lo que se estaba realizando.
Por esta razón, el Concilio Vaticano II, iniciado por san Juan XXIII, impulsó la gran reforma de celebrar la liturgia en la lengua vernácula, es decir, en el idioma propio de cada país, con el objeto de que todos pudieran entender y participar más fácilmente.
Sacrosantum Concilium contiene las normas a seguir
Como fruto de este Concilio iniciado en 1962, surgió, entre muchos otros documentos, la constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia. Fue hasta 1963, siendo papa san Pablo VI, que el documento salió a la luz para ilustrar a los católicos acerca de la importancia de los cambios adoptados para que los fieles tuvieran una mejor participación en la liturgia y así no acudir como extraños y mudos espectadores (SC §48).
No obstante, en la actualidad, en los seminarios aún se estudian y aprenden oraciones en latín, porque sigue siendo la lengua oficial en el rito latino. Además, la recomendación de la SC es que «los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les corresponde» (SC §54).
Aprender y rezar el Pater Noster
Muy seguido, el amado san Juan Pablo II entonaba esta hermosa oración cuando celebraba la misa. En las redes sociales se han rescatado algunos videos donde se puede escuchar y ver su imagen dirigiendo la oración a Dios. Un ejemplo es el que ponemos a continuación, durante su primer viaje apostólico por los Estados Unidos, en la catedral del Santo Nombre de la ciudad de Chicago el 4 de octubre de 1979.
Ahora, recemos:
Pater Noster
Pater noster qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum;
adveniat Regnum Tuum;
fiat voluntas Tua,
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum
quotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos
dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a Malo. Amen