Con este grito a la humanidad continúa la intensa campaña por defender a miles de niños de todo el mundo que son secuestrados, esclavizados, torturados y vendidos a explotadores sexuales que practican pedofilia con ellos, y una vez que no sirven más para ello, son vendidos para utilizar sus órganos.
La película dirigida por Eduardo Verástegui —Sound of freedom (Sonido de libertad)— que esperamos pronto esté en la cartelera de todos los cines del mundo, busca precisamente generar más conciencia de la gravedad y el horror al que hemos llegado en algunos sectores de la población y por personas, que con fines de lucro y de trastornos sexuales, han encontrado una «mina de oro» cometiendo esas atrocidades.
Un llamado urgente a cuidar a los más pequeños
La película ya ha causado un gran impacto y controversia en las salas de cine de los Estados Unidos, en donde ya obtuvo gran éxito en taquilla; pero más importante que eso, ha puesto en la mente del público este tema de la trata de niños en Latinoamérica y diversos países, incluso en los mismos Estados Unidos.
Es un urgente llamado a cuidar a los niños del mundo, es un grito por su libertad y rescate, es el futuro de nuestra humanidad. Ningún menor —ni persona alguna— debe de sufrir de torturas y abusos de cualquier tipo y menos siendo esclavizados hasta llegar a convertirlos en un objeto sexual y peor aún, para ser sacrificados y extraerles sus órganos para la venta.
Es un extremo de horror, crueldad, deshumanización y de los más reprochables comportamientos inmorales que estamos enfrentando, la problemática de grandes proporciones sociales, creada por los perversos intereses económicos que utilizan los pedófilos en el mundo.
Dignidad, respeto y libertad
El tráfico y la explotación de seres humanos, particularmente de niños, son delitos graves y una franca violación a los derechos humanos, por lo que todos tenemos responsabilidad en tomar consciencia de la gravedad del asunto y de involucrarnos para salvaguardar la dignidad e integridad de ellos, y finalmente de todos nosotros.
Tenemos que estar más alertas y si observamos alguna actividad sospechosa o ilegal, algún síntoma de tráfico de personas, es inminente denunciarlo a las autoridades más competentes, para que realicen la investigación adecuada.
Cualquier forma de daño, maltrato o tortura son inaceptables y éticamente condenables. No es una cuestión de moralismos y reclamos religiosos, es la protección a la niñez del mundo, a la salvaguarda de nuestra propia humanidad. Por ello, el grito de «los hijos de Dios no están a la venta», es preciso. Pues implica nuestra dignidad, el respeto a la vida y a la libertad.
Un realidad más cerca de lo que imaginamos
Es importante tomar consciencia de que puede llegar a ti o a tus hijos, hermanos o sobrinos; pero aun a pesar de que no sea un familiar, cualquier niño puede ser engañado fácilmente y privado de su libertad, atormentado, apartado de sus seres amados y mantenido en un sufrimiento permanente para explotarlo.
Si la humanidad se horrorizó por los campos de concentración y sus cámaras de exterminio, hoy estamos viviendo una nueva modalidad de terror que tenemos la obligación de frenar y combatir, con todos los legítimos recursos que tenemos a nuestro alcance. Y uno de ellos es el cine, la literatura y los diversos medios de comunicación, para que tengamos una mayor consciencia de la gravedad del tema y todos unidos, podamos ponerle un fin a esta tragedia que estamos padeciendo.
Todos los esfuerzos que podamos realizar por la liberación de los niños ya secuestrados y reducir —hasta eliminar— el peligro que los acecha será un grandioso logro para la humanidad.
Una sociedad con esperanza
Queremos avanzar y mostrar que los seres humanos tenemos mejoría y prosperidad, que dejamos atrás la vileza de nuestros intereses perversos y macabros por explotar a los demás seres humanos, particularmente a los niños y a las mujeres.
Pero además de privarlos de su libertad, llegar al extremo de torturarlos, utilizarlos como objetos sexuales y asesinarlos para la extracción de sus órganos es de las crueldades más grandes que podemos haber llegado a realizar en nuestros tiempos. No hay manera de clasificar semejante atropello a nuestra dignidad de raza humana.
Gracias a la sensibilidad e inteligencia de los promotores de esta película y, junto a ella, de una extensa campaña para frenar esta catástrofe es que nos debemos de movilizar y unir para erradicar una maldad humana tan destructiva y atroz.
Son tantos los intereses de este multimillonario negocio, que habrá muchos obstáculos que superar. Empezando por los pedófilos, que son los principales consumidores de los niños esclavizados; así como los grupos del crimen organizado que se dedican a esta deplorable actividad.
Comencemos por tomar conciencia y unirnos al esfuerzo colectivo por sanar a nuestra humanidad de estas enfermedades crónicas que nos destruyen.