Los patronos de Buenos Aires, Nuestra Señora de Buenos Aires y san Martin de Tours, hicieron lo suyo, y luego de una semana de lluvia dieron un respiro de sol para que en medio del invierno porteño el nuevo arzobispo, Jorge García Cuerva, pueda asumir su ministerio pastoral de cara a la Plaza de Mayo, frente a la catedral.
Lo acompañaron el nuncio apostólico, su antecesor inmediato —el cardenal Mario Poli—, obispos —incluidos los arzobispos Víctor Fernández y Ángel Rossi, que serán creados cardenales—, así como el padre Luis Dri, capuchino confesor en la arquidiócesis de Buenos Aires, que también fue reconocido por el Papa, pese a ser nonagenario, con esa dignidad.
En la celebración también participó el presidente de la nación, Alberto Fernández, quien luego de la ceremonia le dio un cordial abrazo al nuevo primado de la Argentina.
Asimismo, participaron representantes de comunidades parroquiales, institutos de vida consagrada y movimientos. También estuvieron presentes miembros de otras diócesis ya que monseñor García Cuerva, pese a haber vivido parte de su infancia y juventud en Buenos Aires, nació en la patagónica Río Gallegos, de la que fue –hasta ahora– obispo. Fue ordenado sacerdote para la diócesis de san Isidro, en el conurbano bonaerense, y luego obispo auxiliar de Lomas de Zamora, también en las periferias de la Ciudad de Buenos Aires. Muy cercano a la pastoral social y pastoral de las villas en sus distintos destinos pastorales, eligió como lema «no apartes tu rostro del pobre».
En su homilía, monseñor García Cuerva, predicando en torno al pasaje evangélico en que en Cafarnaún con «creatividad y audacia» hacen bajar una camilla para que un paralítico pueda estar cerca de Jesús, pidió que haya «lugar para todos en el corazón, lugar para todos en nuestras comunidades, y también lugar para todos en la ciudad, sin excluidos, forjando la cultura del encuentro frente a la cultura del descarte y la indiferencia».
El nuevo arzobispo, pidió «hacernos cargo, no mirar para otro lado, porque como dijo el Papa Benedicto XVI: "el amor al prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios"».
Refiriendo siempre al pasaje evangélico, elogiando el trabajo conjunto de quienes bajan al paralítico, monseñor García Cuerva dedicó un momento a reflexionar sobre uno de los aspectos más debatidos y discutidos en la opinión pública argentina: la denominada «grieta» que separa y, en ocasiones, confronta a ciudadanos que están en antípodas políticas. «No seamos como esos escribas que descalifican a Jesús. No fomentemos la profundización de la grieta, a la que, me escucharán siempre decir que prefiero llamar herida porque duele y sangra en las entrañas del pueblo».
«No podemos darnos el lujo de seguir alimentando la fragmentación en lugar de la esperanza. ¡Cuánta necesidad tiene nuestra ciudad, nuestra sociedad, nuestra Iglesia diocesana de ver esas manos tan distintas sosteniendo juntas esa camilla que reclama esperanza!»
La arquidiócesis que asume
La Arquidiócesis de Buenos Aires, proclamada primada de la Argentina en 1936, fue creada como diócesis en 1629. Comprende hoy todo el territorio de la ciudad de Buenos Aires y la isla Martín García, con una superficie total de 203 kilómetros cuadrados, y una población estable de algo más de 3 millones de habitantes. Cuenta con 186 parroquias y 188 iglesias y capillas en barrios de condiciones sociales y sociodemográficas muy heterogéneas. Para la atención pastoral, el Arzobispo contará con el apoyo de unos 760 sacerdotes entre el clero diocesano y religioso, además de más de 1400 religiosas.
Desde hace poco más de 10 años, cuenta con un curioso antecedente: es la única diócesis americana en haber sido pastoreada por alguien que, desde su ministerio, fue llamado a suceder a san Pedro como Sumo Pontífice. El propio Francisco es quien designó a monseñor Jorge García Cuerva, a sus 55 años, a ser su segundo sucesor al frente de su arquidiócesis.