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“Instrumentum Laboris”: Más de 130 preguntas para diseñar la Iglesia del mañana

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Antoine Mekary / Godong

I.Media - publicado el 21/06/23

El Sínodo de los Obispos lanzó su Instrumentum Laboris (IL), un instrumento de trabajo destinado a guiar a los 370 miembros de la asamblea sinodal, durante la primera sesión del Sínodo sobre el Futuro de la Iglesia prevista para octubre de 2023

En vista de la primera sesión del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia prevista para octubre de 2023, el Sínodo de los Obispos ha publicado su Instrumentum Laboris (IL), un instrumento de trabajo destinado a guiar a los 370 miembros de la asamblea sinodal en su reflexión para una Iglesia más acogedora y misionera, menos clerical y centralizada.

La relación con la autoridad, el lugar de la mujer o la integración de las minorías heridas en la Iglesia son algunos de los temas más destacados de este documento no programático de unas cincuenta páginas, hecho público el 20 de junio de 2023.

Este instrumento de trabajo, una herramienta que precede a cada asamblea general del Sínodo de los Obispos, “no es un documento del magisterio de la Iglesia, ni un informe de una investigación sociológica”, especifican desde el principio sus autores. Además, no debemos buscar “indicaciones operativas” ahora mismo. Más bien, el documento ofrece más de 130 preguntas divididas en 15 hojas de trabajo para que los miembros de la asamblea del próximo octubre (obispos, religiosos y laicos) reflexionen.

¿Cómo promover a la mujer en la Iglesia? ¿Cómo ejercer la autoridad o pensar la articulación de los ministerios ordenados con la acción de los laicos? ¿Cómo integrar a minorías heridas como “personas divorciadas que se han vuelto a casar, personas polígamas o personas LGBTQ+”? ¿Cómo repensar la relación entre lo universal y lo particular, entre la cultura occidental y latina y otras culturas? A través de preguntas, el documento ofrece una inmersión en el vasto proyecto lanzado por el Papa Francisco para reformar la Iglesia Católica.

El texto, más técnico y menos corpóreo que el documento preparatorio de la etapa continental, se divide en dos grandes apartados. El primero recuerda las “características fundamentales” de una Iglesia sinodal, y por tanto capaz de “caminar juntos”. El segundo expresa en forma de preguntas los elementos que surgieron con las reflexiones realizadas a partir de 2021 a nivel local y luego continental.

Los autores del texto advierten: la IL no evita las tensiones. “No debemos asustarnos por ellas, ni buscar resolverlas a toda costa”, aseguran, subrayando un poco más adelante que una Iglesia sinodal se caracteriza también por la capacidad de “gestionar las tensiones sin dejarse aplastar por ellas”.

También anuncian que la sesión de octubre no debe conducir a propuestas concretas. “El objetivo de la primera sesión será ante todo trazar caminos de profundización a realizar en estilo sinodal”. Solo después de la segunda sesión, la de octubre de 2024, se pueden presentar tales propuestas al Papa.

Una propuesta concreta, sin embargo, está presente en el Instrumentum Laboris: la presentación esquemática de la manera de operar un discernimiento durante el Sínodo. Titulado “Conversación en el Espíritu”, este método ofrece un camino espiritual alternando tiempos de silencio, oración y escucha, y tiempos de diálogo e identificación de los “pasos” que “el Espíritu Santo nos llama” a hacer juntos.

El enigma de la autoridad

El deseo de una Iglesia sinodal, con más participación y empoderamiento de los laicos, no deja de tropezar con la cuestión de la autoridad. ¿Quién decide en la Iglesia y cómo? El texto del Instrumentum laboris está intercalado con esta pregunta, y se encuentra en numerosas “fichas técnicas”. Los editores hacen de la autoridad una de las tres prioridades que emergen del escenario continental, formulando esta preocupación: “¿La autoridad se presenta como una forma de poder derivada de los modelos que ofrece el mundo o como un servicio real? “.

Lo que está en juego en esta cuestión no es menor, mientras que las asambleas continentales han denunciado “fenómenos de apropiación del poder y procesos de toma de decisiones”, que han dado lugar “a diversas formas de abuso (sexual, económico, espiritual y de poder)” que han salido a la luz en la Iglesia en las últimas décadas. “¿Las responsabilidades en el manejo de casos de abuso son individuales o sistémicas?” pide el documento, subrayando la necesidad de repensar la gobernanza.

El llamado a la transparencia, en efecto, cuestiona “la forma en que se ejerce el ministerio del obispo”. Como eco de los debates que han surgido durante el camino sinodal alemán en los últimos años, los miembros del sínodo universal se comprometen a considerar el “grado de autoridad doctrinal” que debe atribuirse a las Conferencias Episcopales, o a una asamblea continental.

Mañana podría haber “modificaciones a realizar en el derecho canónico”, sugiere el texto.

Como eco de los debates que han surgido durante el camino sinodal alemán en los últimos años, los miembros del sínodo universal se comprometen a considerar el “grado de autoridad doctrinal” que debe atribuirse a las Conferencias Episcopales.

La IL también considera “los casos en que la autoridad considera que no puede confirmar las conclusiones de un proceso de discernimiento comunitario y toma una decisión en una dirección diferente”. Se pregunta “en qué casos podría un obispo sentirse obligado a tomar una decisión que difiere del consejo ponderado ofrecido por los órganos consultivos” y cuestiona “la base de tal obligación”.

Al igual que en el Sínodo Continental de Praga en febrero pasado, el documento pregunta si los obispos deben discernir “separados de otros miembros del pueblo de Dios”.

Afirmar que “la Iglesia es a la vez sinodal y jerárquica” parece un desafío, o al menos plantea muchos dilemas. Los editores no excluyen que este tema pueda modificar “la comprensión de la autoridad en la Iglesia a diferentes niveles, incluido el del obispo de Roma”. Consideran los casos en que las Iglesias locales toman “orientaciones diferentes”, invitando a reflexionar sobre el papel del Papa en salvaguardar la “unidad”, o sobre el “lugar posible para una diversidad de orientaciones según las diferentes regiones”.

Espacios para escuchar a los heridos

El Instrumentum Laboris destaca las “heridas abiertas” reveladas dentro de la Iglesia durante las diferentes etapas del sínodo y enumera las categorías de personas y minorías que pueden sentirse excluidas de la Iglesia. Entre ellos se incluyen “personas LGBTQ+”, personas divorciadas vueltas a casar o polígamas o incluso víctimas de discriminación vinculada a la identidad étnica o racial.

El documento invita a pensar en espacios en los que las “personas no bienvenidas” dentro de la Iglesia puedan “sentirse reconocidas, acogidas, no juzgadas y libres para hacer preguntas”.

Para las personas que se sienten excluidas por su afectividad y su sexualidad, los autores del texto recuerdan que la Iglesia no parte de cero y que, por ejemplo, la exhortación apostólica Amoris laetitia sobre la familia debe iluminar los pensamientos futuros.

A la luz de la exhortación del Papa de 2016, los miembros de la asamblea sinodal de octubre podrán así preguntarse sobre las “medidas concretas” necesarias para llegar a estas personas.

Poner a los pobres y los migrantes en el centro

El Instrumentum Laboris destaca el “lugar central de los pobres”, al asociar “el servicio de la caridad, el compromiso por la justicia y el cuidado de la casa común” en la perspectiva de una dinámica que convierte a los pobres no en destinatarios de la asistencia, sino en actores en su propio derecho de comunión. Los pobres son “portadores de la Buena Noticia que toda la comunidad debe escuchar: de ellos la Iglesia tiene sobre todo algo que aprender”, se subraya.

“Los movimientos migratorios son un signo de nuestro tiempo” y constituyen “una oportunidad para experimentar la diversidad de la Iglesia”, en particular a través de la diáspora de los cristianos orientales, recuerda.

Se invita a los participantes en la asamblea sinodal a reflexionar sobre el lugar de las comunidades de inmigrantes en la vida pastoral ordinaria y sobre los vínculos que deben forjarse entre los países de partida y los países de llegada. La aceleración de los movimientos migratorios debe conducir a una “gestión constructiva de las tensiones y malentendidos que puedan surgir entre creyentes de diferentes culturas y tradiciones”.

El Instrumentum Laboris plantea también la cuestión de los “criterios de discernimiento” que deben motivar el compromiso de los cristianos en la vida política.

La Iglesia está así invitada a desempeñar “un papel de testimonio profético en un mundo fragmentado y polarizado”. “¿La comunidad cristiana sabe caminar con toda la sociedad en la construcción del bien común o se presenta como un sujeto interesado en la defensa de sus propios intereses?”, se pregunta. El Instrumentum Laboris plantea también la cuestión de los “criterios de discernimiento” que deben motivar el compromiso de los cristianos en la vida política y su posible participación en coaliciones.

¿Por una Iglesia “desoccidentalizada”?

“El movimiento del Espíritu atraviesa todas las fronteras para implicar a todos en su dinamismo”, subraya el Instrumentum Laboris, que insiste en que “la comunión no es un encuentro sociológico de los miembros de un grupo identitario” sino “un don del Dios trinitario y, al mismo tiempo, al mismo tiempo, una misión inconclusa de construir el nosotros del Pueblo de Dios”.

Por tanto, el texto pide que las tradiciones de las Iglesias orientales “se comprendan y reconozcan mejor en un contexto de reflexión eclesiástica lógica y teológica a menudo dominado por voces latinas/occidentales”. El ecumenismo también se presenta como un “laboratorio de sinodalidad”. En el contexto de la relación con las Iglesias ortodoxas, el Instrumentum Laboris invita a reflexionar sobre “procesos espirituales de arrepentimiento, perdón y reconciliación, en un diálogo de conversión que puede conducir a una sanación de la memoria”.

El diálogo con otras religiones se aborda sin idealismos, mencionando el documento “luchas y límites, signos de desconfianza, conflictos religiosos e incluso persecuciones, directas o indirectas”. Por lo tanto, los participantes en la asamblea sinodal están llamados a “abordar con franqueza, profética y constructivamente las relaciones entre la cultura occidental y otras culturas, incluso dentro de la Iglesia, evitando formas de neocolonialismo”.

El diaconado femenino sobre la mesa

La IL insiste particularmente en la invitación “unánime, aunque las perspectivas de cada continente difieran”, de las asambleas continentales a promover “la dignidad bautismal de la mujer” prestando más atención a la “experiencia, condición y papel de la mujer en la Iglesia . En particular, se subraya el deseo de una “presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y gobierno”. Se destaca la “cooperación” entre hombres y mujeres.

Por lo tanto, el documento nos invita a trabajar para encontrar soluciones a estas demandas, en particular buscando formas de luchar contra “todas las formas de discriminación y exclusión”, así como los abusos de los que son víctimas las mujeres en la Iglesia y fuera de ella. También plantea la cuestión de la inclusión de mujeres en “ministerios a todos los niveles de la Iglesia”, y en particular prevé que “se vuelva a examinar la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado”.

Esta reflexión por un diaconado femenino parecía haber sido rechazada por el Papa en la exhortación apostólica Querida Amazonia en febrero de 2020. Sin embargo, el pontífice había pedido una nueva comisión plenaria sobre el tema en abril del mismo año.

Viri probati y formación sinodal de los seminaristas

El documento anima a una “inversión” en la “formación” –el término aparece 35 veces en el texto– en el método sinodal, y en particular en la “Conversación en el Espíritu”. El objetivo es “tener personas capaces de apoyar a las comunidades en esta práctica”, se indica.

Por ejemplo, IL promueve la formación en “discernimiento cultural” que sea capaz de tener en cuenta las especificidades locales. El documento invita también a la reflexión sobre una formación contra el clericalismo y el ejercicio de la autoridad, y más precisamente sobre una “formación ministerial que no se reduzca al ministerio ordenado”.

La necesidad de capacitación se describe como “urgente”

El documento reintroduce en forma de pregunta una de las demandas más comentadas durante el sínodo sobre la Amazonía en 2019, la de la ordenación de hombres casados, bajo el nombre de “viri probati”. Este pedido no había sido aceptado por el pontífice en su exhortación apostólica Querida Amazonia (2020). No obstante, el documento se pregunta una vez más sobre la posibilidad de “abrir una reflexión” sobre las modalidades de “acceso al sacerdocio de los hombres casados”.

La necesidad de capacitación se describe como “urgente”. Debe, insiste el IL, dispensarse de manera “integral, inicial y permanente para todos los miembros del Pueblo de Dios”, pero en particular para los seminaristas. Esta última “debe formarse en estilo sinodal y mentalidad sinodal”, describiéndose esta formación como el “corazón de la renovación de la Iglesia”. Finalmente, podría contribuir a una mejor lucha contra el abuso, subraya finalmente el documento.

Desarrollar nuevos lenguajes

El documento de trabajo también insta claramente a “renovar el lenguaje usado por la Iglesia”, para hacer “más accesible y atractivo” la tradición y la “profundidad del misterio proclamado por la Iglesia”. “Muchos se sienten excluidos por el lenguaje adoptado en los ambientes eclesiásticos”, se afirma. Por lo tanto, alienta una “búsqueda de nuevos lenguajes” en diferentes campos, incluyendo la liturgia, la predicación, la catequesis y todas las formas de comunicación, en una dinámica de “inculturación”.

El Instrumentum Laboris valora en particular la contribución del sínodo digital, una consulta en línea de 110.000 personas de todo el mundo, realizada durante la primera fase del proceso sinodal y llevada a cabo por “influencers católicos”. Invita a reflexionar sobre lo digital, su “potencial” en términos de evangelización, discernimiento sinodal y diálogo ecuménico e interreligioso, sin olvidar los “desafíos antropológicos” que plantea.

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