separateurCreated with Sketch.

De Maistre: El hombre ante el mundo

ROOM
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Manuel Ballester - publicado el 17/04/23
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
En un sentido amplio, vivir es viajar. Y viajar supone espacio y tiempo, camino y paisaje, variedad, diversidad, amplitud; y volver a casa. Quien viajó, vivió y lo sabe.

Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.

Deseo donar en 3 clics

Xavier de Maistre (1763-1852), noble saboyano exiliado por la revolución francesa, artista y militar, se encontró de pronto privado de las condiciones básicas del viajero: sufrió arresto domiciliario. Sin libertad de movimiento, sin poder abandonar su hogar.

¿Imposible viajar en esas circunstancias? Si viajar es vivir, el encierro sería la muerte. De Maistre no se deja vencer tan fácilmente y, asumiendo la realidad del exilio, se considera como «un ratón en un granero»: sin poder salir, sí; pero en modo alguno acabado.

Inicia así su obra más célebre, su Viaje alrededor de mi habitación (Voyage autour de ma chambre, 1794). Él viaja e invita a viajar. Ofrece su itinerario a todo aquel que quiera conocer esta «nueva manera de viajar en el mundo». Está llena de ventajas: es divertida, útil, gratis, válida para enfermos, para perezosos (a quienes los preparativos les impiden emprender la aventura) y cobardes (a quienes los peligros les retraen).

El viaje transcurre a través de capítulos breves y amenos, caminando «poquito a poco, riéndonos, a lo largo del camino», con sosiego. Sin rigideces ni jornadas agotadoras. Se trata de “dejarse llevar”, de seguir las huellas que encontremos en el camino o, lo que es lo mismo, «seguir las ideas siguiendo su rastro, como el cazador persigue la presa sin pretender seguir ninguna ruta».

Hay belleza y gozo por todas partes

El disfrute pertenece a quien sabe mirar: «¡Qué rico tesoro de gozos ha concedido la buena naturaleza a los hombres cuyo corazón sabe gozar! ¿Y qué variedad en esos gozos! ¿Quién podrá contar sus innumerables matices en los diferentes individuos y en las diferentes etapas de la vida?». Y poco importa que dirija su atención a la naturaleza, a su dormitorio o a su mundo interior: «las percepciones del espíritu, las sensaciones del corazón, incluso los recuerdos de los sentidos son, para el hombre, fuente inagotable de placeres y gozos».

El paisaje por el que transcurre este singular viaje incluye la música, la pintura, la medicina, su biblioteca, el sueño de un diálogo entre los antiguos y los modernos que muestra la distancia entre las posibilidades del avance del conocimiento y la realidad de la decadencia de los pueblos. Ese tópico, quizá realidad, de que «los hombres e incluso los héroes de hoy son pigmeos», de que cualquier tiempo pasado era una promesa y realidad de grandeza a cuya altura nunca llegará la mayoría, la masa, la mediocre «multitud de los indiferentes que pesan sobre el planeta»; tópico que configura el tono de las masas pero que espolea a los grandes hombres para superarse, no resignarse a la mediocridad y aportar lo mejor de sí mismos. Es cierto que el destino nos coloca en un momento y una cultura determinados, pero no nos determina, no nos fuerza o, como dice De Maistre: «no creo en el azar, en esa triste teoría, en esa palabra que no significa nada» porque anularía nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestra capacidad de asumir la responsabilidad de nuestros actos y nuestra vida.

La intención del viajero es siempre jovial. Por eso indica De Maistre: «Me había prometido a mí mismo que este libro sólo mostrase el aspecto risueño de mi alma». Como todo viajero, él pretende detenerse en los recodos luminosos, en los oasis placenteros. Pero ni los viajes ni la vida (si es que, al final, no son lo mismo) discurren así: se pasa por regiones sombrías y momentos difíciles. Y de este modo, la obra nos muestra cómo superar dificultades.

De un modo tan ameno como clarificador, descubre dos aspectos en todo viajero: el cuerpo y el alma. Cada uno de ellos con sus dinámicas, gozos y hábitos. En el diálogo que reproduce entre ellos muestra que no siempre la ruptura de la armonía tiene su causa en que el ímpetu del cuerpo imponga su dominio; es más, quizá sea la desviación (por exceso o defecto, que diría Aristóteles) de los impulsos del alma, lo que más problemas traiga al hombre.

Se trata, en suma, de una obra ágil cuyas páginas se recorren con una sonrisa, como un buen viaje.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Aleteia vive gracias a sus donaciones

Permítenos continuar nuestra misión de compartir información cristiana y bellas historias apoyándonos.