Para el obispo de Magangué, monseñor Ariel Lascarro Tapia, esta peregrinación que llegará a cerca de cincuenta parroquias está enmarcada en el jubileo de una diócesis de la que hacen parte pequeños poblados bañados por tres de los ríos más importantes de Colombia: Magdalena, Cauca y san Jorge.
«El propósito es que en este año que lo hemos consagrado al bautismo, regresemos al río, especialmente al Magdalena, que nos reconciliemos con él y que le pidamos perdón por tanto daño que le hemos hecho durante tanto tiempo», dijo el prelado en un acto público en Magangué, un puerto en el norte de Colombia –cerca al mar Caribe–, y conocido como la ‘Ciudad de los ríos’.
El obispo hizo un llamado para que los fieles vuelvan a mirar al Magdalena como «un río que ha calmado la sed y dado vida y alimentos a millones de personas», pero que ha sido maltratado y descuidado por los colombianos.
«Muchos cadáveres, especialmente en los últimos 50 años de violencia, han sido arrojados al Magdalena y no se sabe cuántos huesos reposan debajo de las piedras de los ríos. Además –añadió– hay mucha minería ilegal que contamina y por eso también lo hemos dañado y estamos en deuda con él».
Sacramento del bautismo
Por su parte, el padre Arnol Acosta Arrieta, director de Pastoral Social de la Diócesis de Magangué, explicó que la peregrinación, encabezada por la Virgen de La Candelaria, servirá para establecer una relación muy cercana entre el agua y el significado del sacramento del bautismo con el territorio, «bañado en su totalidad por decenas de ríos ciénagas y muchos afluentes que finalmente desembocan en el Magdalena».
Al destacar la importancia del río en la vida de los colombianos, el sacerdote señaló que el Magdalena ha sido un medio de desarrollo y evangelización porque a través de él llegaron el comercio, el progreso, la educación, la cultura, los conquistadores y también los primeros evangelizadores católicos.
Anotó que este afluente descubierto por el español Rodrigo de Bastidas el 1° de abril de 1501 –día de santa María Magdalena– también ha sido protagonista de innumerables tragedias como las guerras entre patriotas, la violencia política, la deforestación, la contaminación y sus frecuentes desbordamientos que generan inundaciones y dejan a cientos de familias en la miseria.
«La Virgen Morena»
El cuadro que preside la peregrinación por los diferentes lugares es un lienzo original de 1.46 metros de largo por 1.04 de ancho que está rodeado de un marco de plata pura elaborado por artesanos del histórico pueblo de Mompox.
Cuenta la historia que la imagen fue traída desde España hasta el territorio que hoy es Colombia, entre 1734 y 1739, y llevada a Magangué por un encomendero español identificado como N. Monroy, quien la utilizó como signo de evangelización de numerosas comunidades indígenas que habitaban la región y que, según la leyenda, «al verla, lograron apaciguarse».
Algunos historiadores afirman que esta advocación mariana se originó en Islas Canarias, tal vez entre los siglos XIV y XV, cuando un grupo de pastores que custodiaba sus ovejas observaron a la distancia una extraña llamarada que los obligó a ir hasta el lugar para averiguar de qué se trataba. Cuando llegaron al sitio que permanecía iluminado vieron la imagen de la Virgen María, de tez morena, con el niño Dios en su brazo izquierdo y una candela en el derecho.
A partir de entonces la veneración de esta imagen que evoca la presentación de Jesús recién nacido en el templo y la purificación de María (Lucas 2, 22-39), se extendió desde Tenerife, España, a países como Bolivia, Colombia, Cuba, México, Perú y Venezuela.
En la iconografía conocida siempre se representa a una María de piel morena, con el niño cargado a la izquierda y una luz a la derecha. Para el padre Arnol «esta imagen de la Virgen nos indica que Jesús es luz para el mundo».
La Virgen de La Candelaria es la patrona del puerto de Magangué y de la región desde hace muchas décadas. Por eso, sus fiestas principales comienzan en la última semana de enero y se extienden hasta el dos de febrero cuando miles de devotos llegan desde distintos lugares de Colombia para participar en las celebraciones religiosas, especialmente durante las emotivas procesiones en las que hombres y mujeres caminan junto a imagen con velas y lámparas.
Esta Virgen que ha acompañado a pescadores, navegantes, comerciantes y a los habitantes de pueblos ribereños de los ríos partió el pasado 28 de enero del municipio de Zambrano y luego de arribar a lugares remotos del Magdalena, el San Jorge y el Cauca, terminará su periplo en Simití, un poblado azotado durante años por la violencia.