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La vida del diácono permanente Henry Guillermo Tovar Mendoza se puede describir con la tercera petición del Padrenuestro, la oración que el mismo Jesús enseñó a los apóstoles: «Hágase tú voluntad» (Mateo 6, 5-13). Fue una práctica de entrega desde que conoció el «imperativo» de obedecer a Dios y lo que significó en su vida.
Pero la obediencia al Padre no la aprendió de la noche a la mañana, sino en un proceso de conversión. Transitó por espinosos caminos donde estuvo a punto de perderse.
Henry Tovar: «Estoy en las manos de Dios»
El domingo 5 de marzo de 2023 ingresó al hospital del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, en Guarenas. Había perdido el conocimiento y luego de recibir el oxígeno, brevemente se recuperó para reconocer que estaba en el Día del Señor.
«Gracias a Dios he mejorado mucho», dijo en su habitación como buscando no causar preocupación entre los suyos. «Perdí el conocimiento y no supe qué pasó, pero ahora me siento bien. Estoy en las manos de Dios», agregó tras el inhalador de oxígeno.
El lunes 6 en la mañana, las noticias fueron desalentadoras. «Mi papá se puso grave», escribió desde Chile, José de Jesús, el mayor de sus tres hijos con Bárbara; los otros dos: Ramón, también migrante en Chile; y Cristina, la consentida de la casa.
El padre José Antonio Barrera, vicario general de la Diócesis de Guarenas, lo confesó e impuso los santos óleos. A las 9 y 23 de la noche, del 6 de marzo de 2023 llegó la definitiva expresión: «Que se haga tu voluntad». Había nacido el 25 de mayo de 1954.
El certificado de defunción señala que el fallecimiento de Henry Tovar fue a causa de una «infección respiratoria severa», «edema agudo de pulmón» y «crisis hipertensiva». A esto hay que sumarle el progresivo desgaste físico debido a otras patologías y la constante búsqueda de ayuda para poder comprar un largo listado de medicamentos.
¿Por qué siendo brujo se hace diácono de la Iglesia?
En alguna oportunidad Henry Tovar me explicó cómo llegó a ser diácono permanente. Lo que dijo me impactó. Pedí permiso para publicarlo. «No tengo problemas. Si con mi historia ayudo a que la gente haga la voluntad de Dios, publícalo donde quieras».
Tovar escuchó el insistente llamado de un conocido suyo que era cursillista. Bajó la guardia y asistió al retiro del Movimiento de Cursillo de Cristiandad. Después obtuvo lo que la brujería no le pudo dar: «Un solo Dios, tres hijos y mucha felicidad», dice el reportaje que publicó Aleteia en el año 2016.
Dijo que se casó en 1973 con Bárbara y quiso tener hijos muy pronto, pero la naturaleza se los negaba. Inició entonces la búsqueda de sus descendientes con la “ayuda” de brujos y espiritistas. «Bárbara y yo nos refugiamos en la brujería», expuso.
Asistieron con frecuencia a centros espiritistas y a la Montaña de Sorte, una especie de santuario del espiritismo en el estado Yaracuy. «Escalé posiciones y llegué a ser materia (médium) del indio Guaicaipuro; y mi esposa Bárbara de la India Rosa».
Comentó que convirtieron su residencia de Guarenas en un centro del ocultismo. Allí se hacían sesiones espiritistas y participaban muchas personas de diferentes sitios de Caracas y del país. Comenzaban el viernes en la noche hasta el sábado en la mañana.
«Yo había aprendido tanto que en mi casa leía el tabaco y echaba las cartas», expuso el espigado diácono. Al menos, cuatro veces al año acudían a la Montaña de Sorte. Pensando “que estaba en buen camino”, en muchas ocasiones llevó a sus familiares.
Henry alternaba su profesión de bombero de Caracas con la brujería en la que cada vez cobraba mayor renombre. «Llegué a ser muy respetado, pero no sé si era por los aportes económicos que recibía o por mi condición de ser materia»”.
Pasaron nueve años y aquella motivación inicial de conseguir una prole no se cumplió. Por ello, refugió sus sentimientos de padre en los sobrinos de su esposa Bárbara: Carmen Cristina y Ángel Ramón a quienes Henry «presenta como si fueran hijos de él».
Hasta que llegó el «cursillo» y hubo un cambio radical
«Luego de tanto buscar donde no debía», su amigo Ezequiel Escalona lo invita a realizar un cursillo de cristiandad el 11 de marzo de 1982. «Fui en contra de mi voluntad ya que tenía programado un viaje a Sorte». A la semana siguiente asistió Bárbara «a regañadientes» porque decía: «A Henry me lo cambiaron en ese cursillo».
Inmediatamente la pareja experimenta un cambio en sus vidas y terminan sus andanzas en la brujería. Primero se ponen a la orden del padre Pío Zabala en la parroquia «Nuestra Señora de Coromoto»; y son enviados al padre Jesús Zataraín, en la iglesia «Sagrado Corazón de Jesús», en Guarenas, donde trabajó desde entonces.
Henry y Bárbara reciben otra buena noticia
«Al mes de haber salido del cursillo de cristiandad, el Señor Dios nos premia con la bendición del embarazo de nuestro primer hijo, José de Jesús», narró Tovar.
Luego, en su proceso de conversión, Henry cumple funciones de asistente del padre Zataraín y cuando éste fallece, del presbítero Fernando Moretta. Un día, sin muchas explicaciones, Fernando lo envía a estudiar a Los Teques.
Después de tres años fue ordenado diácono permanente el 28 de julio del año 1990 por monseñor Pío Bello Ricardo. Fernando deja de ser párroco y asume su hermano de sangre, Tarsicio Moretta con quien trabaja.
Como diácono representó a la diócesis de Guarenas y Venezuela en el Primer Congreso de Diáconos Permanentes de Latinoamérica y del Caribe, en Perú, en agosto de 1998.
«También me ha llenado de mucho entusiasmo haber casado a mis hijos, sacramentos que igualmente he conferido a mis sobrinos; además de bautizar y darles la primera comunión a mis nietos», refirió en la entrevista.
¿Cuál fue la gran enseñanza del diácono Henry Tovar?
La vida de Henry fue el testimonio de una conversión real, verdadera y cercana a la gente. Lo que Dios hizo en su vida también impactó en otras personas. Por ejemplo, el profesor y músico José Francisco Velásquez, lo considera «un segundo padre».
Francisco lo acompañó en sus últimas horas de vida. Lo conoció desde el año 1991 y eran grandes amigos. «Era una persona muy alegre y trabajadora. Tenía por consigna que la Iglesia debía ir a todos los lugares donde estaba la gente, no esperar que la gente viniera a la Iglesia», refirió al ser consultado por Aleteia.
«Tovar fue mi guía espiritual. Siempre me recomendó orar a Dios antes de reaccionar ante cualquier hecho. Él fue para mí una figura de respeto. Su gran enseñanza es que hizo la voluntad de Dios: fue un gran padre de familia y nunca abandonó su ministerio diaconal», agregó José Francisco.
La misa exequial en su parroquia de toda la vida
Monseñor Tulio Luis Ramírez Padilla, obispo de la Diócesis de Guarenas, presidirá la misa exequial del diácono permanente Henry Tovar Mendoza, este 8 de marzo, a las 11 de la mañana en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús.