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Botánica en la Biblia: El jardín de Dios es un nuevo libro que invita a descubrir las plantas del Jardín de Dios que es la creación y disfrutar de su belleza con los sentidos, también los del alma.
Sus autoras, Marta Elizalde y Mónica Luna, ofrecen a Aleteia un sugerente avance de su contenido, que transmiten la sabiduría del grano de mostaza, el cedro del Líbano, el almendro, el papiro o el lino, el incienso, el nardo, y muchos otros tesoros naturales que en la Biblia hablan del Creador.
- Este libro ofrece las imágenes de Mónica y las palabras de Marta, ¿cómo surgió?
Formamos un equipo: una escribe y la otra pinta.
De la necesidad de completar las páginas de un Vía Crucis, surgió la idea de incluir el árbol de la Cruz, un Olivo… y entonces empezamos a pensar en los árboles que aparecían en la Biblia.
Con nuestros conocimientos de biólog y con nuestro don para la pintura, decidimos abordar este proyecto, eligiendo 40 plantas de las aproximadamente 130 que aparecen en la Biblia.
- Jesús, ¿en qué entorno natural vivía?
Desde su más tierna infancia, desde el cálido regazo de su Madre, Jesús vive rodeado de las más exquisitas fragancias: incienso y mirra al nacer, nardo y óleos funerarios al morir.
Entretanto, olivares, vides, dulces dátiles, higos, flores del campo, campos de trigo; olor a madera recién cortada en el taller de su padre, José.
Jesús, adulto, toma ejemplos del campo para ilustrar sus enseñanzas: nos hablará del grano de mostaza, de los cardos o abrojos, de la higuera, de la vid…
Desde el cálido regazo de su Madre, Jesús vive rodeado de las más exquisitas fragancias
- ¿Relatos bíblicos para urbanitas de hoy?
En contraste con aquellas personas que escuchaban a Jesús hace dos mil años, en el hombre moderno, desvinculado de la naturaleza, se ha debilitado la capacidad de contemplación de los procesos naturales que se desarrollan a lo largo de cada estación.
Y si los percibe, tal vez quede ahí, en la mera observación de un nuevo proceso biológico.
Si la biología explica cómo funcionan los procesos, las parábolas e imágenes de Jesús nos describen el porqué de estos, abriéndonos a la trascendencia, al soplo de Dios.
Para poder contemplar la Creación, contamos con nuestros cinco sentidos (tacto, gusto, olfato, vista, oído).
- ¿Los sentidos llevan a la contemplación?
Es necesario detenernos, disminuir estímulos, hacer silencio, vivir más despacio, para captar todo aquello que se nos escapa po querer vivir rápida e intensamente
Nuestro libro es una propuesta de escuchar con serenidad la"música secreta de la vida", como indica santa Hildegarda de Bingen y maravillarnos ante la Creación, que continúa con sus estaciones y procesos, aportando matices, colores, sombras, luces y relieves.
Rompamos en nosotros las barreras que nos separan de lo divino, hallando el fuego que duerme en cada rama, el árbol que anida en cada semilla, en definitiva, encontrando la huella del Verbo grabada en cada planta.
Aromas en la Biblia
Áloe, nardo, azafrán, mirra, mixturas, aromas, recuerdos: conocemos el aroma de nuestra casa, de nuestra madre, de las personas a quienes amamos, de nuestro amor, de lo más íntimo de nuestro ser.
El aroma de un perfume hace presente aquello que es invisible e incluso lejano en el tiempo: indica que alguien se aproxima, actualiza los recuerdos y las emociones, ¡qué sería un mundo sin olores!
El apóstol san Pablo compara la vida del discípulo de Cristo a un perfume. La vida humana toma un valor y un sabor excepcionales.
Según san Pablo, Cristo expande por doquier el "perfume de su conocimiento". El discípulo de Jesús es el aroma agradable de Cristo, "somos fragancia de Cristo" (2 Corintios 2,14). En Cristo nos volvemos un aroma de alto precio.
Aloe vera: BÁLSAMO
Nicodemo, sin saberlo, está preparando ese nuevo día con su perfume de áloe
y mirra. El soplo de Dios anuncia ya a Aquel que viene vivo, vencedor de la muerte.
Nicodemo actúa de noche, en la oscuridad, sin que la gente lo vea. Esta vez, a
diferencia de las anteriores, no le importa pues sabe que es arriesgado lo que va a realizar. Pero algo, Alguien, le mueve a recoger el cuerpo sagrado de Cristo, su gran amigo y confidente en la penumbra.
En lo más íntimo de su ser quiere darle santa sepultura al Mesías: él lo reconoce como tal y los aromas que ha traído para embalsamar su cuerpo se extienden en el aire, flotan y dignifican al cuerpo yaciente del Hijo de Dios.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.
El nardo: AMOR
El aroma del nardo embriagador e intenso, impregna toda la estancia. Una gota de
nardo todo lo renueva.
Fragancia, derroche de amor, gesto profético que unge los pies del Señor, acariciándolos María de Betania con su cabellera. Vida entregada, mirada que abraza
Este mismo aroma es el que Jesús inhala cuando María de Betania en un gesto conmovedor, le unge con perfume de nardo.
Inhalando el mismo aroma que Jesús siente, podemos intuir con María lo que va a acontecer, la Pasión de Jesús, anticipándonos con este gesto profético a la unción de su cuerpo antes de ser sepultado.
Ella conoce a su Señor y Él la conoce y la ama. Este derroche de amor simbolizado por la unción del nardo es inútil ante los ojos humanos y apreciado a los ojos de su Señor.
Ella nos invita a ser puro aroma entregado a Cristo.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús
los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del
perfume.
El incienso: SACRALIDAD
El niño duerme y su dulce respirar acompasa el rítmico subir y bajar de su pecho.
María y José fijan su mirada en Él. Sus plegarias suben al cielo. Huele, Niño huele, el aroma precioso del incienso quemado.
Este árbol no se encontraba en Tierra Santa; proveniente del reino de Saba, un sabio se lo ofreció al Niño Jesús, postrándose ante Él reconociéndole como Dios.
Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo
adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Al realizarle una incisión en su tronco, su resina brota y desciende como lágrimas
sobre su corteza, endureciéndose al contacto con el aire, utilizándose para la
elaboración del incienso que se usaba en la adoración religiosa: era el símbolo de las oraciones que elevaba al cielo el sumo sacerdote. Su uso privado estaba prohibido.
La palabra incienso proviene del latín "incensum", participio de incendere, que significa encender.
El incienso es una mezcla de resinas y hierbas aromáticas que al arder producen aromas en el humo, en latín "per fumun" dando lug posteriormente al término perfume
Estas mezclas, es decir, las "recetas" aparecen ya en la Biblia, cuando Dios le indica a Moisés en qué proporciones ha de mezclar los diferentes ingredientes.
Tómate perfumes: gotas de estacte y uña olorosa y gálbano perfumado y olíbano puro. Debe haber la misma porción de cada uno. Y tienes que hacer de ello un incienso, una mezcla de especias, obra de ungüentario, sazonado con sal, puro, cosa santa. Y tienes que machacar parte de él hasta convertirlo en polvo fino y tienes que poner parte de él delante del Testimonio en la tienda de reunión, donde me presentaré a ti. Debe serles santísimo. Luego, para grabar en ellos la exclusividad y santidad del incienso, Dios añadió: Cualquiera que haga uno semejante a él para disfrutar de su olor tiene que ser cortado de su pueblo.
La mirra: PERFUME
Un sabio se postra ante un humilde rey. Un rey coronado de espinas, revestido de pequeñez, aroma de Vida tal vez.
Óleo de unción santa, la mirra preludia la muerte de aquel que envuelve. Exuda lágrimas, es testigo de lo que va a acontecer.
En dos momentos importantes de su vida, Jesús es aromatizado con mirra: en su nacimiento, en el que el Rey Niño la recibe de los sabios de Oriente. En su muerte, Nicodemo envolverá el triturado cuerpo de Jesús en una sábana de puro lino rociada de mirra (ver áloe).
La mirra virgen líquida, cuando fluye espontáneamente del árbol, es mejor que la seca. Esta última se obtiene mediante incisiones en este árbol-arbusto.
La mirra se utilizaba como perfume, para la purificación de las mujeres y para perfumar lechos y vestidos.
He perfumado mi lecho con mirra, áloe y nardo.
¿Quién es esta que sube del desierto, como columna de humo, perfumada con mirra y olíbano, con tantos aromas exóticos?
Con ella se preparaba el óleo santo para ungir a los sacerdotes. Dios mismo da la receta del perfume a Moisés con sus ingredientes y proporciones adecuadas.
El Señor habló a Moisés:
"Procúrate los perfumes más finos: de mirra virgen, seis kilogramos; de cinamomo, tres kilogramos; de caña aromática, tres kilogramos; de casia, seis kilogramos (según las pesas del Santuario), y de aceite de oliva, siete litros. Con ellos prepararás el óleo de la unción santa; harás una mezcla perfumada, como la prepara un perfumista, y servirá para la unción santa".
Por Marta Elizalde