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«El punto es formar personas más maduras, que, sucesivamente, de hecho, no vayan a caer en el consumo de pornografía. Yo percibo que en los seminarios se forma a los muchachos para ejercitar un rol. Encapsulando todo el aspecto afectivo sexual. Esto, por supuesto, no forma a personas, sino forma a jóvenes que van a desarrollar un rol que sería el sacerdocio. Pero no para una opción existencial en donde tiene que entrar el afecto y la sexualidad».
Así lo explica a Aleteia la religiosa María Rosaura González Casas, STJ, psicóloga con más de treinta años de experiencia, especializada en el acompañamiento de consagradas y consagrados, profesora del Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana (P.U.G.) de Roma.
Puede leerse en Aleteia, la primera parte de este especial: Consumo de pornografía por religiosos y sacerdotes: ¿exagera el Papa? y la segunda parte: El consumo de porno por parte de mujeres consagradas.
– La castidad vivida a 360º….¿Hay espacio para mujeres formadoras en los seminarios?
«Sí, porque la opción de la castidad se tiene que vivir con pasión de amor. Si no hay pasión de amor, no se puede vivir. Y para que entre la pasión de amor a Jesús y por su Reino, tiene que entrar la afectividad y la sexualidad.
Por supuesto, me parece que es no solamente una sugerencia, sino que debe de haber mujeres que formen a los sacerdotes. Eso es algo obvio. Es como si el sacerdocio fuera un sistema cerrado. Yo lo produzco, yo me lo como y yo lo realizo. Pero no preparando a personas para el pueblo de Dios, en donde entra todo tipo de personas».
– Parece obvio, pero no sucede que haya muchas mujeres formadoras de seminaristas…
«Sí, es obvio, pero no sucede. Y la pregunta es: ¿De qué tenemos miedo?»
– ¿Por qué durante los ocho años que dura la formación en el seminario no se trabaja para tener esa relación afectiva sana con el mundo femenino?
«Sí, reitero, la formación va dirigida mucho más a un rol que a formar personas maduras, afectivamente y sexualmente».
– ¿Cómo llegar a una madurez afectiva y sexual manteniendo la opción del celibato?
«Claro, pero es una continuidad. A ver, yo creo que cualquier religiosa, religioso o sacerdote tiene que ver la madurez afectiva en relación a su opción. Igual que un casado. Para un casado la madurez es mantener el amor a una persona. Para un religioso, una religiosa, un sacerdote, la madurez afectiva va en relación a su opción.
¿Y qué quiere decir esto? Quiere decir que todos mis afectos, mis emociones, están encausados en esa opción que es la pasión por el Reino. Y ahí entra el amor a Dios y al prójimo».
– Pero, claro, es que un laico le diría bueno, hermana, pero yo tengo mi esposa, mi esposo, y mis impulsos sexuales, digamos, van constructivamente encausados en el amor a mi pareja… ¿Cómo hace un célibe con sus impulsos?
«Van orientados. No se trata de cohibirnos. Porque no se trata de negar toda la potencialidad humana que tiene la sexualidad. No, al contrario, se trata de que yo, como hombre o como mujer, pueda amar con todo lo que soy, con un corazón libre. Y eso no quiere decir que no voy a sentir impulsos sexuales porque pertenezco al género humano, pero que esos impulsos los tengo que reorientar y renunciar.
O sea, también implica una ascesis, como los atletas; hacer ciertos ejercicios para poder reorientar su corazón. ¿A quién? A Jesús, al amor al prójimo, al Reino. Pero no es magia, Requiere un trabajo personal, una formación personal, oración, conocimiento de Jesús, amor al prójimo.»
– Hay casos de consagrados que caen en la pornografía y, aún con ayuda psicológica, dejan los hábitos…
«Cuando una persona se deja ayudar, puede salir adelante. Por supuesto. Yo he visto a muchos que han dejado la pornografía.Y es posible».
– ¿Cuáles serían los puntos claves para que los seminaristas, que hayan caído en la dependencia de la pornografía, puedan vencer este vicio y tener una relación sana con el sexo femenino y los afectos?
Como he dicho anteriormente la dependencia de la pornografía involucra muchos aspectos de la persona, y quizá pueda tener otras razones que no necesariamente estén vinculadas con la relación con la mujer, ya que personas casadas han caído también en este vicio, sin embargo pensando en seminaristas diría lo siguiente:
1. Confrontar con un adulto, en ámbito educativo, la problemática que se está viviendo. El simple hecho de contrastar la vivencia de pornografía disuelve de por sí el «áurea de secretismo» en el que está envuelta y se convierte en el primer paso para romper con el encadenamiento a esta dependencia y esclavitud.
2. Descubrir el poder que tiene de decir que NO a la pornografía. Aunque el joven haya caído en una dependencia, no ha perdido en sí mismo la posibilidad de decir NO y recuperar su propia vida. El poder decir NO es un factor fundamental que toca el comportamiento. Esta decisión no se puede delegar en nadie.
3. Tipo de relaciones, vínculos y amistades. El vacío de una existencia vivida de una manera superficial con Dios y con los demás, es el caldo de cultivo ideal para la pornografía, por tanto reconocer el propio mundo afectivo y compartirlo en el ambiente formativo es fundamental para romper el vinculo pornografía/sexualidad.
4. Identificar los momentos en los que se cae en la pornografía y evitar estar solo en esos instantes. Es importante identificar los ritos, los espacios y momentos en los que se cae en la pornografía para evitar estar solo, hacer una llamada telefónica, llamar a un amigo, salir a dar un paseo con otros.
5. No rendirse en la lucha. Cuando una persona desea verdaderamente liberarse de esta dependencia, pasará momentos críticos y de debilidad. Para no rendirse en la lucha es necesario no dejar a la persona con quien se comparte este problema, orar y pedir fuerza a Dios, poner los medios necesarios para dejarlo y aceptar que es posible caer alguna vez, pero esto no significa que se ha claudicado en la lucha para salir de esta dependencia.