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Era una mamá de una joven de 25 años. Los escalones representaban para ella el recorrido arduo y largo que tenía que hacer para tratar de llegar al corazón de su hija distanciada de ella.
Esta madre escribía para aceptar, ventilar y procesar el doloroso alejamiento de su joven hija. La chica estaba llena de rencor hacia la madre, quien lo sabía y esto le provocaba una profunda tristeza.
El rencor, una plática difícil
Hace unas semanas fui testigo de una situación parecida.
Para nadie son una sorpresa los conflictos que se dan entre las madres y sus hijas. Se ha escrito mucho sobre esto, especialmente para madres con hijas adolescentes.
El libro "Cómo hablar para que los niños escuchen, y cómo escuchar para que los niños hablen" de las autoras y psicólogas Adele Faber y Elaine Mazlish, se ha convertido en todo un clásico. El libro "Tus hijos de 1 a 3 años", de la editorial Palabra... Hay colecciones que llegan hasta la adolescencia.
Sin embargo, hay muy poca información para jóvenes adultos. Sí existe mucha información desde la psicología positiva, pero muy poca que incluya cómo se debe recibir y aceptar una plática difícil, como la que se da en el caso de que nuestra hija nos hable del rencor que habita en su corazón.
Hablamos de un rencor provocado por las conductas inconscientes o conscientes de una madre.
¿Qué provoca el rencor?
Rencor. Del latín rancor, ranciedad, enranciarse.
Lo define el diccionario de la RAE como un resentimiento arraigado y tenaz.
El resentimiento es una emoción, que surge en el corazón de una persona cuando siente que está recibiendo un trato injusto.
El resentimiento es una emoción, con una cantidad abundante de enojo, ira y frustración hacia esta persona que -sentimos- nos ha hecho daño.
La psiquiatra española Marian Rojas Estapé dice que "el resentimiento es tóxico para el organismo ya que provoca todo tipo de enfermedad, hasta el punto de que afectan a nuestros genes".
En este caso, hablamos del rencor de una hija joven adulta hacia su madre. El vínculo que un día era fuerte, robusto y sano, parece haber desaparecido.
¿Qué debe hacer una madre?
Debe comportarse como madre. Comprender que una hija, con un corazón resentido, nunca podrá ser feliz.
Esta frase se escribe fácil, pero es necesario prepararse psicológica y espiritualmente para estar dispuesta a escuchar sin defenderse.
¿Tiene mi hija razón con todo lo que me dice? Probablemente no. Sin embargo, si se quiere sanar el vínculo y tener una relación que a partir de ese momento se va a transformar, hay que estar dispuesta a escuchar, reconocer, aceptar y pedir perdón aunque no se haya hecho, en realidad, ningún daño.
¿Qué hizo esta hija y cómo ayudo a salvar la relación?
La hija pidió la asistencia de un mediador para poder hablar con una madre que, a sus ojos, estaba llena de ella misma. Es ahí donde entro yo como terapeuta mediadora.
Recuerdo que esta joven inició la conversación así:
"Aquí traigo una lista de las cosas que he escrito, que me han herido y me han alejado de ti. Si me interrumpes y gritas, en ese mismo momento, esta junta acaba".
La madre asintió con su cabeza. La joven abrió su cuaderno y empezó a leer, una por una, todas las situaciones y experiencias que consideraba que la habían alejado de su madre.
Ella escuchó a su hija durante unos 20 minutos. Minutos en los que expresó su rabia, en los que lloró y en los que procesó ese dolor, ese rencor que ahí se transformaba.
Siete pasos para sanar la relación
Estos son los pasos que una madre debería llevar a cabo si quiere vivir una vida llena de felicidad y amor que comprende, junto a una hija.
- Escuchar a un nivel profundo. Escuchar con el corazón y con la mirada. Escuchar con todo el cuerpo.
- Permitirse expresiones faciales al escuchar, que pueden ser de sorpresa, de comprensión, de un encuentro de una madre frente a sí misma.
- Dar las gracias a la hija por haber tenido la valentía de expresar todo lo que había en su corazón.
- Asumir la responsabilidad al 100%. Tener presente que todo lo que ella expresa y relata es la voz de la niña interior que está herida. La que ahí está sanando sus heridas es la niña y no la joven mujer que es.
- Conmoverse hasta el punto de las lágrimas, mostrando empatía y arrepentimiento, por el daño causado a su hija.
- Pedir perdón. Empequeñecerse. Hacerse humilde. No limitarse. Soltar el corazón y las lágrimas.
- Expresar su deseo de rectificar. Asegurarle que a partir de ese momento, ella tendrá una madre. No alguien que quiere ser su amiga, que la critica, que no acepta a sus amigas, que quiere dar consejos sin que se lo pidan. La madre es alguien que acompaña y guarda las cosas en su corazón.
Al terminar esta sesión de mediación familiar, ambas mujeres se abrazaron. La joven dijo a su mamá: "¡Ahora me hace tanta ilusión que planeemos mi boda juntas!".
Me cuenta la mamá que su hija ahora le manda mensajes de video muy a menudo, le pide consejos y la invita a ir de brunch los domingos y ¡hasta le deja hablar de Jesús y la Virgen!