Hoy dos niños sorprendieron al Papa Francisco por su osadía y libertad durante la tradicional audiencia general del miércoles, 9 de noviembre de 2022.
Los infantes subieron al estrado, ante la complacencia del Papa que hizo una señal para que los hombres de la seguridad de la gendarmería no intervinieran: «¡Son valientes!».
El Pontífice llamó la atención de los presentes sobre la lección dada por estos dos niños: «No pidieron permiso, no tuvieron miedo: vinieron aquí. Son valientes. Y esto nos hace comprender cómo debemos comportarnos con el Señor: acercarnos con libertad».
Acto seguido, afirmó que los niños venidos hasta el estrado: «Nos dieron un ejemplo de cómo comportarse con Dios: fue un ejemplo para todos».
El Papa lo dijo, de improviso, antes de comenzar la catequesis de la audiencia de hoy, dedicada a las etapas de su viaje apostólico a Bahrein.
«Aquí están los dos valientes de hoy» dijo refiriéndose a los dos pequeños, un niño y una niña, que se sentaron a los pies del asiento del Papa Francisco, en el centro del parvis, y siguieron parte de la catequesis desde allí.
«Hace un poco de frío. Pero es bonito». Francisco se mostró hoy contento de volver a la Plaza de San Pedro para presidir la audiencia general tras su 39º Viaje Apostólico a Bahrein (3-6 de noviembre) y compartir con los miles de fieles y de peregrinos su experiencia de «diálogo» , «encuentro» y «camino» en un país de gran mayoría musulmana.
¿Por qué el Papa visita países musulmanes?
El Pontífice instó a establecer relaciones más fuertes entre cristianos y musulmanes. Y habló del ejemplo que ha puesto en materia de diálogo interreligioso su predecesor Juan Pablo II que ha estado en el Golfo, ampliando el itinerario papal a Marruecos en 1985.
«Si no tienes una identidad, no puedes dialogar», insistió. Este viaje, subrayó el Papa, no es «para confundir o diluir la fe, sino para construir alianzas fraternas en nombre del Padre Abraham».
Un diálogo signo de paz ante la «locura de la guerra» y la «lógica de las armas» que se vive en la «martirizada Ucrania».
Sin mirar las hojas que tenía en sus manos y fijando a los presentes, el Pontífice dijo que un buen diálogo requiere que los interlocutores sean conscientes de su identidad.
"Un diálogo que sirva para descubrir la riqueza de quienes pertenecen a otros pueblos, otras tradiciones, otras creencias", explicó Francisco.
¿Por qué el Papa se llevaba la mano al corazón?
«No puede haber diálogo sin encuentro». Así lo ha reiterado el Papa, «en Bahrein -como es costumbre en Oriente- la gente se lleva la mano al corazón cuando saluda a alguien. Yo también lo hice, para hacer espacio dentro de mí a los que conocí. Porque, sin acogida, el diálogo sigue siendo vacío, aparente, sigue siendo una cuestión de ideas y no de realidad».
De su primer viaje, de cuatro días, al reino suní, el Papa destacó el encuentro que mantuvo el sábado con los alumnos de la Facultad del Sagrado Corazón, donde estudian juntos jóvenes «cristianos y musulmanes». Fue «una gran lección», explicó, asegurando que «el encuentro fraternal evita las divisiones ideológicas».
Al concluir su catequesis, instó a los cristianos a mantener el corazón abierto y a «dedicarse al conocimiento de los demás». El Papa afirmó que el diálogo necesita de reciprocidad, escucha y encuentro. «Yo doy mi mano, pero si la otra parte no da la suya, no sirve de nada», dijo.
Encuentro, diálogo y caminar juntos, antídotos contra la guerra
En otro momento, el Papa siguió sensibilizando sobre la necesidad del diálogo y del encuentro como antídotos a la violencia: «las guerras destruyen la humanidad, lo destruyen todo». «Elige el camino del encuentro y rechaza el de la confrontación», «¡Cuánta necesidad tenemos! Cuánta necesidad tenemos de encontrarnos!», exclamó.
«Pienso en la guerra loca de la que es víctima la atormentada Ucrania, y en tantos otros conflictos, que nunca se resolverán con la lógica infantil de las armas, sino sólo con la fuerza suave del diálogo», reafirmó. «Pero salvo Ucrania, que está martirizada, pensemos en las guerras que duran años».
Y continuó el Papa espontáneamente: «Pensemos en Siria, más de diez años, pensemos en los niños de Yemen, pensemos en Myanmar. Ahora lo más cercano es Ucrania (en Europa), pero ¿qué hacen las guerras? Destruyen. Destruyen la humanidad, lo destruyen todo».
Evocando de nuevo su «en Bahrein», relató el Papa, «esperaba que, en todo el mundo, los líderes religiosos y civiles supieran mirar fuera de sus propias fronteras, de sus propias comunidades, para cuidar del conjunto. Sólo así se pueden abordar ciertos temas universales, como el olvido de Dios, el drama del hambre, el cuidado de la creación, la paz».
Durante su viaje, el pontífice participó en la clausura de un foro interconfesional sobre el diálogo entre Oriente y Occidente, que reunió a decenas de líderes musulmanes y ortodoxos. Allí el Papa pidió educación a la paz, luchar contra el fundamentalismo y respetar la libertad y la dignidad de las mujeres y de los jóvenes. También se reunió en privado con el Gran Imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayeb, así como con el Consejo de Sabios Musulmanes que preside el jeque egipcio.