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Halloween: disfrazarse de Dahmer es intolerable

JEFFREY DAHMER

El auténtico Jeffrey Dahmer, a la entrada a la sala donde se le juzgó en 1991.

Benito Rodríguez - publicado el 25/10/22
Hay modas peligrosas. Esta lo es por el dolor que causa a los familiares de las víctimas y por la recreación y admiración por un asesino en serie real que abusaba de hombres y menores. Asesinó y desmembró a 17 de ellos. Se ha popularizado el disfraz de Jeffrey Dahmer, el "Monstruo de Milwaukee". Comercios físicos y digitales se están negando venderlo

Piden prohibir su venta. Mono naranja. Gafas de los setenta. Cuellos abiertos. Es la indumentaria que llevaba Jeffrey Dahmer y que ahora imitan muchos, recordando al criminal como si fuera algo divertido con lo que poder jugar este Halloween.

No ha llegado aún la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos y las ventas de este disfraz se han disparado. Buena parte de culpa la tiene la serie estrenada el pasado mes de septiembre en Netflix sobre esta persona real.

Pero el personaje no ha salido de una película. No es ficción. Sus crímenes son verdaderos y el dolor que sufren los familiares de las víctimas imborrable.

Shirley Hughes, madre de Tony, asesinado por Dahmer en 1991, aseguró en una entrevista:

Familiares de las víctimas han pedido que se prohíba su venta. Tiendas físicas han dejado de hacerlo. También Ebay, ya que su política contiene el veto a productos asociados a contenidos violentos o delictivos. En Amazon, en cambio, aún puede comprarse. Famosos y buena parte de la sociedad se han sumado a este grito de las víctimas contra una moda que les causa mucho dolor.

CUSTOM

Popularizado por una serie

La moda por este sujeto no se ha derivado de la admiración por sus crímenes, sino por el éxito de la serie, estrenada el pasado mes de septiembre en Netflix. Es ya la segunda serie más vista de la plataforma.

Efecto imitación

Como ya ocurriera con otros títulos como "El Juego del Calamar", se produce un efecto imitación que lleva a muchos espectadores a hacer retos, juegos similares, repetir conductas o –en este caso- disfrazarse como el protagonista.

El gran problema es cuando los espectadores –y ocurre en masa- no son capaces de ver la diferencia entre un personaje de ficción y uno basado en una persona real.

¿Romantizar a un asesino caníbal?

Como consecuencia del éxito de "Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer", el interés por este personaje se ha disparado. Buena culpa lo tiene el guion, ampliamente aplaudido.

Es habitual en las series policiacas, profundizar en la psique de los personajes, especialmente de los malos. La psicóloga clínica Silvia Sanz asegura que "el guion está hecho de tal manera que pone mucho énfasis en humanizar y entender al asesino".

El problema es que al poner el foco tanto en él, se desenfoca a las víctimas:

Añade el psicólogo Juan Pablo Dobratinich:

Se produce lo que los expertos llaman hibristofilia o el 'efecto halo'.

Qué es la hibristofilia

Dobratinich sostiene sobre estas series que "desde esta mirada biográfica de la cual se relata la ficción, no digo que esté mal tratar de entender a los personajes desde su confusión, pensando desde su compleja estructura de personalidad, pero sí se corre el riesgo de terminar idolatrando o endiosando a los asesinos".

JEFFREY DAHMER

Se crea un áurea romántica sobre el asesino. Se empatiza con él y se acaba perdiendo el sentido de la realidad y del sufrimiento de las víctimas. Para Sanz, “ Es importante no idealizar este acto, que es totalmente descabellado e inmoral, y no romantizar la maldad, que se rebaja mucho con esta imagen tan seductora del actor".

Tanto es así que hasta el protagonista de la serie, Evan Peters, ha pedido que se deje de romatizar a su personaje.

Doble dolor de las víctimas

Los familiares de las víctimas han vivido como un martirio el éxito de esta serie. Ha sido revivir el dolor. Algunas han mostrado su disconformidad por cómo se ha tratado el caso de sus seres perdidos. Otras, ante la recreación visual de su caso, han revivido el tormento sufrido por aquellos hechos traumáticos.

Rita Isbell, familiar de una de las fallecidas, al verse en la serie interpretada por una actriz, dijo: "Si no conociera mejor la historia, habría pensado que esa actriz era yo. Su pelo era como el mío, llevaba la misma ropa. Por eso sentí que revivía toda la experiencia de nuevo. Me trajo de vuelta todas las emociones que sentía en ese entonces".

Luis Borrás Roca, psicólogo forense, asegura que "cuando a ese duelo se suma que el asesino se convierta en una especie de héroe, la familia se siente, además, humillada, me atrevería a decir que maltratada. Los duelos exigen, ante todo, tranquilidad. Y hechos así de turbadores y públicos la hacen imposible".

Dahmer, en la cultura popular

Ahora, ver a tanta gente disfrazándose del asesino es para ellos un horror que profundiza en la herida. Y hay más: fiestas temáticas, chistes, enaltecimientos en redes sociales… Las familias se sienten humilladas. Muchos de quienes colgaban sus fotos en Instagram disfrazados como Dahmer las están retirando ante el aluvión de críticas.

El problema es que cuando se crea un fenómeno, como ha ocurrido con la serie, muchos no se paran a pensar que es real, que ha producido mucho dolor, y piensan en él como si fuera Freddy Krueger. Borrás Roca hace este paralelismo: "Jack el Destripador, por ejemplo, era alguien de un sadismo parecido, pero lo vemos hoy como alguien ya lejano en el tiempo".

Los expertos coinciden: cuando un personaje entra así en la cultura popular, es difícil de controlar. No hay más que darse un paseo por diferentes redes sociales para ver la frivolidad y la falta de empatía de quienes se toman el personaje como un juego.

Jeffrey Dahmer

Jeffrey Dahmer fue un asesino en serie y delincuente sexual que cometió sus crímenes en Estados Unidos. Concretamente, asesinó y desmembró a 17 varones, algunos menores de edad, entre 1978 y 1991.

En muchos de sus asesinatos se supo que había necrofilia y canibalismo. Desmembraba a sus víctimas, todo el cuerpo o parte de su esqueleto. Sus víctimas predilectas eran homosexuales, negros, minorías étnicas y hombres de clase baja que aceptaban irse con él a cambio de sexo o dinero. Fue condenado a 16 cadenas perpetuas. En 1994 fue asesinado a golpes en prisión por otro preso.

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