El Papa invitó a jóvenes católicos economistas, activistas y empresarios de todo el mundo a trabajar juntos en un "pacto" para darle alma a la economía del mañana. Sin embargo, hay sectores y poderes que desearían que el Pontífice latinoamericano no hable de una "economía que mata"; y menos aún que promueva un movimiento juvenil que se ha dado cita en Asís, con más de mil chicos y chicas involucrados (del 22 al 24 de septiembre) para repensar la economía siguiendo los pasos de San Francisco y para escuchar el grito de la tierra y de los pobres.
La iglesia, con todas sus estructuras, está obligada a denunciar el mal que aqueja a la economía que deshumaniza. «No hablar de economía es ridículo», dice a Aleteia Emilce Cuda, Secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina. La palabra "economía" procede de esta situación vital formada por dos conceptos precisos de la lengua griega: oìkos y nomòs, que significan "casa" y "orden" respectivamente. Es decir, explica Cuda, se trata de «cómo organizamos la casa».
Emilce Cuda es discípula del teólogo Juan Carlos Scannone y el filósofo de la política, argentino, Ernesto Laclau. «No hablar de economía es impensable. A partir del presupuesto de que cualquier pareja que se casa tiene que empezar a ver cómo va a pagar la luz, el gas y comer», argumenta. «La supervivencia de cada uno de nosotros, de cada pareja de novios que se van a casar, depende de que tengan una planificación económica, sin economía entonces no hay vida», añade.
Y admite que «el mal penetró esa estructura económica». «La economía es algo bueno. Pero, cuando se usa la economía para alcanzar un fin totalmente egoísta, termina destruyendo el planeta, entonces esa economía está atentando contra la vida»; y, por tanto, sostiene, «es atentar contra la obra de Dios, que es la creación».
"¿Cómo alguien puede decir que el Papa no debe hablar de economía?"
La teóloga subraya que no solamente tenemos «el mandato en el Antiguo Testamento de hablar de la obra de Dios, sino de cuidarla y desarrollarla». «Por lo tanto, si hay una economía que está atentando contra la obra de Dios, ¿a quién se le puede ocurrir que el Santo Padre, que es el Sumo Pontífice, no cuide de esa obra de Dios?».
Ella señala que tal cuestión es una «deformación, maligna». Pues, argumentó, «parece que el mal no existe en ningún lado». Recuerda que «nosotros rezamos en el Padrenuestro, todos los días: ‘No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal’». Sin embargo, cuando «llegamos a decir que el mal ha penetrado estas estructuras económicas para destruir la vida, nos dicen que estamos locos, que somos medievales».
En este sentido, afirma, el Papa, y no sólo: todas las estructuras del gobierno en el Vaticano los distintos discasterios, la curia romana, los teólogos en el mundo, están en la obligación de denunciar una economía que mata.
«Hay gente atada a un árbol para que no lo corten. Los pueblos nativos están cuidando la creación. Entonces, ¿cómo alguien puede decir que el Papa no debe hablar de economía? Creo que no entienden que cuando el Papa habla de economía, o cuando cualquiera de nosotros lo hace, estamos cuidando la obra que Dios nos encargó, que es el mundo y las personas», reitera Cuda, también miembro de la Pontificia Academia para la Vida (19.05.2022).
"El Papa no es comunista"
«No nos importa si la gente quiere acumular riqueza y no lo hace a expensas de personas o pueblos. Eso no está mal. El Papa no es un comunista. En Argentina no hay comunismo. Nosotros no pensamos que los trabajadores y los patronos sean enemigos. Nosotros tenemos una cultura más nacional y popular donde pensamos que los patrones y los trabajadores dialogan socialmente y eso se llama 'convenio colectivo de trabajo’; entonces, en el Río de la Plata, en el Sur, no pensamos que haya que destruir al empresario, al contrario».
Cabe señalar que la Pontificia Comisión para América Latina nace en el año 1958 para controlar la Teología de la Liberación. Y con el Papa Francisco – explicó Cuda – esta comisión tiene como misión la de promover el desarrollo humano integral, de acuerdo con la Encíclica Laudato Si’, el actual Magisterio Pontificio, y la ruta marcada por Fratelli Tutti.
La experta asegura que en la biografía del pensamiento social del Papa y en la historia de su país no se confunde «capitalismo con empresario, dado que son cosas distintas. El empresario es importante porque es el que toma riesgos, es el que genera empleo, es el que sufre más que los empleados todas las mañanas para garantizarles el trabajo».
«La cultura argentina es una cultura sindical; por consiguiente, es una cultura que entiende que el pacto social, el convenio colectivo de trabajo, tiene que ver con el respeto»; y «hay un reconocimiento de interlocutores válidos de un lado y del otro». Lo dice Cuda, también autora del libro Para leer a Francisco: Teología, ética y política (Ed. Manantial, Buenos Aires, 2016).
«El Papa pertenece a esa cultura latinoamericana. Ahora bien, si vamos a entender las palabras del Papa en términos europeos, bueno, entonces podríamos decir que es comunista. Y si lo vamos a entender en términos de los años 50, podríamos decir que es fascista. En realidad, no es ni comunista, ni es fascista. El Papa es católico".
"El Papa defiende mucho a los empresarios"
«Ahora, cuando el pacto se rompe, cuando no hay más trabajo, cuando el empresario vende su empresa y se convierte en financista, es otra cosa. Porque ahí no solamente no hay trabajo, sino que no hay diálogo, no hay nada. Y es lo que está pasando en nuestro continente». «Cuando pensamos en un empresario no tenemos que pensar en las grandes multinacionales. Latinoamérica está llena de empresarios, empresarios que son importantes para los trabajadores».
«El empresario es fundamental en Latinoamérica. Es fundamental porque cuando decimos que el 62% de la población mundial no tiene trabajo, ahí también están los empresarios. Cuando pensamos en un trabajador pensamos en el último eslabón de la cadena productiva. El empresario es un trabajador. El Papa habla muy bien y defiende mucho a los empresarios».
Cuda recomienda leer el discurso del pontífice en Génova en el 2017 donde el Papa afirma que «una enfermedad de la economía es la progresiva transformación de los empresarios en especuladores" y aplaudía a los "muchos verdaderos empresarios, empresarios honestos que aman a sus trabajadores, que aman a la empresa, que trabajan junto a ellos para llevar adelante la empresa».
En efecto, Francisco recordó apenas ayer que "en los últimos quince años el mundo ha atravesado graves y continuas crisis. No habíamos terminado de afrontar la crisis financiera de 2007 que tuvimos que afrontar la de la deuda soberana, luego la pandemia, y luego la guerra en Ucrania con consecuencias y amenazas globales" (Audiencia a la consultora Deloitte Global, 22.09.2022).