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A diferencia de otros monarcas, Isabel II no sólo no falleció en Inglaterra, sino que tampoco lo hizo en una residencia de Estado, sino más bien una propiedad familiar y con mucho más significado personal para ella.
El Castillo de Balmoral, ubicado en Aberdeenshire (Escocia), fue comprado por primera vez por el príncipe Alberto para la Reina Victoria en 1852, quien se enamoró del paisaje que lo rodeaba y la tranquilidad que brindaba en medio de las montañas.
Desde entonces, ha pertenecido a la familia real. Allí Isabel II disfrutó de días de campo con su padre, el rey Jorge VI, tardes de recolección de frutas con su madre y horas de juego con su hermana Margarita.
También fue allí donde floreció su amor con el príncipe Felipe, quien luego se convertiría en su esposo tras su compromiso en el propio Balmoral en 1946. Como familia, también convirtieron ese castillo en su residencia de verano. Allí Isabel II, más que monarca, era madre, esposa, abuela y luego bisabuela.
En medio de la naturaleza era un lugar para sentirse libre, montar a caballo, sacar a pasear a sus amados perros, hacer picnics, irse de excursión, pescar y comer todos juntos las deliciosas barbacoas que preparaba el príncipe Felipe como un hombre cualquiera. Incluso, la reina lavaba los platos como una vez confesó el ex primer ministro Tony Blair.
También fue lugar de muchas fiestas y bailes. Por eso no es de extrañar que su ataúd descanse durante estos dos primeros días tras su fallecimiento en el salón de baile con una corona de sus flores favoritas, para que su personal más cercano pueda despedirla y rezar por ella. Después, los restos mortales de la reina serán trasladados al palacio de Holyrood en Edimburgo y posteriormente a la catedral de St. Giles para pasar después a la abadía de Westminster, donde tendrá lugar el funeral.
Balmoral fue lugar feliz de Isabel II, donde siempre podía respirar aire fresco y ser la persona que nunca llegamos realmente a conocer.
Momentos clave de la Historia y de su familia
Sin embargo, también en ese lugar pasó momentos difíciles. Se refugió allí tras la muerte de su padre y allí recibió la noticia de la muerte de Diana junto a sus nietos, los príncipes Guillermo y Enrique. Fue criticada porque permaneció allí con ellos varios días hasta el funeral, en lugar de irse a Londres inmediatamente; pero ella consideraba que la inmensidad de las montañas y los ríos les haría bien a sus nietos en esos momentos, mientras se preparaban para despedir formalmente a su madre.
La reina Isabel II falleció el 8 de septiembre pacíficamente en el Castillo de Balmoral junto a sus dos hijos mayores, Carlos y Ana, quienes ya se encontraban en Escocia por otros compromisos. A falta de confirmación oficial, no se cree que sus dos hijos menores, Andrés y Eduardo, que llegaron junto a su nieto Guillermo lo más rápido que pudieron desde Inglaterra tras ser informados de su gravedad, hayan podido despedirse de ella.
Probablemente nunca sabremos si decidió quedarse en Balmoral porque veía muy deteriorada su salud y quería morir allí o fue completamente designio de Dios, pero no deja de ser interesante que, aunque fue la monarca más longeva del Reino Unido (70 años al mando), falleció en el lugar donde era felizmente y simplemente… Isabel.
Aquí dispones de una galería de imágenes de Balmoral: