Si bien la respuesta tradicional es que lo hizo Cristóbal Colón el 12 de octubre de 1492, O’Gorman inquiere: “¿puede realmente afirmarse que América fue descubierta sin incurrir en un absurdo?
La tesis del historiador mexicano –que defiende a lo largo de su libro y que parecería extravagante— es que en 1492 Colón “llegó a una pequeña isla que él creyó pertenecía a un archipiélago adyacente al Japón”.
Así fue como “descubrió” a América. “Bien, dice O-Gorman, pero preguntemos si eso fue en verdad lo que él, Colón, hizo o si eso es lo que ahora se dice que hizo. Es obvio que se trata de lo segundo y no de lo primero”.
Un monje muy particular
En este asunto tuvo un personaje que, además de ser monje era teólogo, cartógrafo y cosmógrafo: Martin Waldseemüller (Lorena, Francia, c. 1470 – c. 1521).
Este hombre del Renacimiento realizó hace 515 años, en 1507, un libro que llamó Cosmographiae introductio (Introducción a la Cosmografía) que tiene una particularidad: quince años después de que Colón tocó islas que él consideraba islas del Japón (eran de las Antillas), Waldseemüller “inventa” la palabra América.
En efecto, como lo refiere Miguel Héctor Fernández-Carrión de la Real Academia de la Historia, “Cosmographiae introductio es la primera obra geográfica en que se emplea el topónimo de América para referirse a la parte meridional del nuevo continente descubierto en 1492”.
Marinero en tierra
Otra de las “verdades irrefutables de la historia” de las que habla O’Gorman es que el nombre de América se lo impuso Américo Vespucio (1454-1512). Pero no es así. Lo imprimió el monje lorenés a partir de obtener una copia manuscrita de la Lettera o Quatour Navigationis del propio Vespucio.
Esta carta de navegación había sido publicada en 1504 por Vespucio a partir de viajes probablemente no realizados al nuevo mundo.
En realidad, don Américo nunca organizó una expedición y nunca fue piloto. Este florentino fue llamado por muchos “marinero en tierra”. Era, eso sí, un excelente geógrafo y cartógrafo.
Mercader en Sevilla al servicio de Juanoto Berardi, escribió sobre el descubrimiento de un Nuevo Mundo tal como si lo hubiera realizado él mismo, y no igualmente otro italiano, el almirante genovés Cristóbal Colón.
En otras palabras, también Vespucio (florentino) inventó que él había descubierto América antes que Colón (genovés).
Verdades a medias y un bautizo
“Vespucio defendía este imaginario descubrimiento personal, por medio de cuatro cartas manuscritas y dos escritos publicados con los títulos de Mundus Novus y Lettera o Quatour Navigationis, en los que, además, alude a haber participado en cuatro viajes a América”, cosa que muy probablemente no fue cierta, o por lo menos no fue cierto que haya venido al nuevo continente antes que Colón.
Sea como fuere, Américo Vespucio se impuso en el imaginario como el que impuso su nombre al territorio que él había descubierto.
Y es que en su libro Waldseemüller señala que “una cuarta parte [del mundo] ha sido descubierta por Americo Vespucio […] [por lo que] yo no veo ninguna razón por la qué alguien pueda oponerse a llamar a esta parte [de la Tierra] ‘América’, por ejemplo, la tierra de Americo, o América, después de que Americo [Vespucio], hubiera sido su descubridor”.
Más adelante, conociendo mejor los descubrimientos de Colón, en 1516 omitió el nombre de Vespucio. Pero ya era muy tarde “pues su anterior nombre había arraigado en su uso público”, explica Fernández Carrión.
Luego entonces, la pregunta de O’Gorman no carece de fundamento: ¿quién inventó América? ¿El navegante Colón, el geógrafo Vespucio o el teólogo, cartógrafo y cosmógrafo Waldseemüller? En rigor, este último, al ponerle un nombre al nuevo continente.