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Fray Nelson regresó a la Casa del Padre. Este insigne y admirado fraile capuchino, incrustado entre las penas y esperanzas de los indígenas yukpas, acaba de fallecer. El clero diocesano y el pueblo de Dios están de luto en la Sierra de Perijá.
Eso sí es una periferia
Cuando se refieren al lugar donde servía Fray Nelson Sandoval, la gente exclama: "¡Eso sí es periferia!". Se dedicó a la misión del Tukuko o centro misional “Los Ángeles del Tukuko”. Es una institución fundada por fray Cesáreo de Armellada y fray Primitivo de Nogarejas, ambos frailes capuchinos, en octubre de 1.945 en la sierra de Perijá.
El lugar no solo ha sido de evangelización y de promoción humana para los yukpas brindándoles salud y educación, sino que ha sido el punto de encuentro entre dos culturas la yukpa y la barí y también la que propició la salvación humana de la etnia barí porque “al establecer contacto pacífico los misioneros con los barí, se acabó la hostilidad y el acoso de los criollos y se pudo salvar la vida del grupo, preservarlo y hacer que crezca como pueblo hasta el presente”, se lee en el portal capuchino.
Se "borró" una parte del paisaje
Fray Nelson Sandoval, con sus largos cabellos blancos que contrastan con el clásico color tabaco del hábito capuchino, era una figura parte del paisaje misionero. Ahora, se ha borrado, pero su huella queda intacta.
Su responsabilidad era ser el párroco desde el año 2008 y el director de la “casa hogar fray Romualdo de Renedo". Allí enseñaban a los niños indígenas a hablar español y las destrezas para defenderse ante el mundo criollo. Viviendo en la misión podían aprender de manera técnica labores agrícolas y pecuarias para aspirar a un mejor nivel de vida.
Según él mismo explicó en una ocasión, el centro les garantiza contar con recursos que no hay en sus comunidades y poder asistir a clases todos los días aunque sus hogares estén muy alejados e incluso sean de muy difícil acceso, pues en sus casas no hay servicios básicos de electricidad, gas, agua, transporte y otros. Sus padres son muy pobres económicamente y no les pueden dar recursos materiales para estudiar.
Más de 700 niños indígenas, desde preescolar hasta secundaria, se atienden en el centro.
En El Tukuko, este poblado ubicado al pie de la Sierra de Perijá en el estado Zulia, el fraile capuchino Nelson Sandoval es conocido por su inquebrantable vocación sacerdotal y su carácter fuerte para enfrentar las injusticias. Su testimonio personal es casi épico. Es difícil imaginar condiciones más precarias para trabajar y hacer misión.
¿Qué ocurre en Venezuela?
Cuando se le hacía esta pregunta a Fray Nelson, contestaba valiente y tajante: “Ocurre que tenemos el gobierno más corrupto de la historia venezolana. Este gobierno pregona a cada segundo el bienestar del pueblo".
Enumeraba, para el que quisiera escucharlo, las necesidades de su comunidad: un pozo de agua, un edificio para la escuela a fin ampliar el bachillerato, mejorar los dormitorios de la Casa Hogar, recursos para alimentar debidamente a los niños y para enfrentar las enfermedades que los acosan.
Un día, le tocó a él mismo topar con la enfermedad en un país que compite por el primer lugar entre los peores servicios de salud del continente.
Rechazado
El sábado 28 de mayo, Fray Nelson fue trasladado al Hospital Universitario de Maracaibo. Presentaba signos de paludismo, pero debido a la baja saturación de oxígeno en sangre no se descartaba que también estuviera enfermo de Covid-19.
Como la Sagrada Familia, el religioso católico fue llevado a varios centros de salud de Maracaibo, en ambulancia desde Machiques de Perijá. Por horas se le negó el ingreso en los hospitales visitados, ruleteado (*) como la Sagrada Familia, y no fue hasta finales de la tarde cuando sus allegados y familiares lograron que fuera recibido en el Universitario de Maracaibo, donde estaba recluido.
Según informó la Orden de Hermanos Menores Capuchinos en un comunicado lograron su traslado, el 31 de mayo, a una clínica privada para que fuera atendido en mejores condiciones. La baja saturación de oxígeno en su sangre, llevó a los médicos a tomar la decisión de intubarlo. Estaba mal, según los reportes que nos llegaban, pero el país rezaba con la esperanza de su recuperación.
Después de 15 días hospitalizado, expiró el 11 de junio, no sin antes recibir los santos óleos.
Consternación general
Aunque lejos e internado en la selva, el trabajo de Fray Nelson Sandoval se conoce y reconoce en todo el Zulia. En toda Venezuela. El país acaba de recibir un mazazo por esta noticia que ha caído como jarro de agua fría. Todos querían a Fray Nelson y reconocían su labor. Ciertamente, una pérdida irreparable para las comunidades indígenas y una falta notable para la iglesia de frontera en Venezuela. Un duelo que hermana a creyentes y no creyentes pues la labor de Fray Nelson iba mucho más allá del ámbito religioso.
No es fácil evaluar el impacto de este sacerdote y de la misión en toda la comunidad a la que se dedicaban.
El misionero se encargaba de apoyar a las poblaciones indígenas de la Sierra de Perijá, sobre todo en materia de salud, alimentación y educación.
Fray Nelson y Cáritas, galería de imágenes:
Hasta la guerrilla teme al "diablo"
El relato de un estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) que estuvo en la misión es revelador:
“Fray Nelson se enfrenta sin titubeos a las exigencias de los guerrilleros, quienes mantienen el control a lo largo y ancho de la Sierra con el uso del miedo y la violencia. Aun así, es capaz de oponérseles gracias a que cuenta con el respaldo de los indígenas que hacen vida en las distintas comunidades".
Su carácter frontal también le ha valido roces con un grupo de líderes conocidos como los caciques mayores, que tienen la reputación de ser personas poco pacientes e inflexibles. No pocas veces el fray los ha encarado con su vigorosa actitud y su grotesca forma de hablar.
“En discusiones recientes los he encontrado hablando de mí, cuando ninguno de ellos ha hecho lo que yo hago por esta gente. Y después vienen a decir que yo soy el diablo. ¡Gran cosa! Una vez les dije que no me hagan molestar que me vuelvo más diablo”, nos cuenta para luego decirnos que, a pesar de los comentarios, siempre recibe a todos, con su humor característico, sin prejuicios ni condiciones, cuando de cumplir su misión como hombre de Dios se trata. “Me llaman diablo, pero llegan a pedirme ayuda”.
Y es que Fray Nelson los conocía como a la palma de su mano. Nació en San José de Perijá, un pueblo a 25 kilómetros de Machiques, en el estado Zulia. Vivió un tiempo en la capital, Caracas, pero pronto cumplió su mayor deseo: ser misionero entre las comunidades indígenas, tanto en El Tukuko como en Kavanayén, en la Gran Sabana.
Sigue la crónica del estudiante de ingeniería, Ricardo Chacón: "Es posible apreciar el cariño y el respeto que sienten los habitantes de las comunidades de la Sierra por Fray Nelson. Su lenguaje abierto, a veces desmesurado, resulta cercano para la gente y resalta plenamente su herencia zuliana. Su carácter fuerte también planta a todo aquel que llega, lo conoce y comparte con él en ese sempiterno ir y venir de personas".
El de la entrega alegre
Las expresiones ante la noticia de su muerte fueron inmediatas:
Sus hermanos capuchinos: “¡Demos gracias a Dios por la vida de Nelson! Su entrega misionera nos alienta a seguir dando lo mejor de nosotros para que los pueblos con los que caminamos tengan vida abundante. ¡Señor danos misioneros!”.
El padre Alfredo Infante, jesuita venezolano, experto en derechos humanos y derecho humanitario, además de cofundador del Servicio Jesuita para Refugiados-Venezuela, nos hace llegar la noticia, reflejando su sentimiento: “Nelson, un hombre de Dios, un gran hermano y amigo. Franciscano que se dejó modelar por el carisma que comunicaba con alegría y sencillez. Hoy, el Señor lo acoge en su corazón, y, contempla la luz de la Gloria. Gracias, hermano Nelson, por tu entrega alegre y compasiva hacia los pueblos originarios. Gracias por la amistad compartida”.
(*) Trasladar o remitir innecesariamente a alguien o algo de un lugar a otro