Nuestra alimentación se va modificando conforme pasan los años. Varía de acuerdo a cada etapa de la vida, gustos y demás. Esto implica que no comemos lo mismo de mayores que cuando éramos niños o jóvenes, y mucho menos cuando llegamos a la ancianidad.
La alimentación en la edad anciana cambia muchas veces drásticamente, ya que disminuye el metabolismo y nivel de actividad física, pero se mantiene la misma necesidad de nutrientes por lo que es importante que la persona se alimente adecuadamente.
El problema es que generalmente llega un momento en que, por alguna razón, los mayores pierden el apetito. A veces se debe a alguna enfermedad que están atravesando, y lo recuperan una vez que se restablecen.
Otras causas de la inapetencia en las personas mayores pueden ser la falta de dinero para comer, la tristeza o la depresión porque están muy solos. También es común que no le sientan mucho sabor a la comida, o tomen algún medicamento que les provoca náuseas o malestar y por eso no sienten ganas de comer.
Ayudar a recuperar el apetito
Es muy importante estar atentos para evitar que esta inapetencia no se mantenga en el tiempo y llegue a provocar una desnutrición u otra complicación a nuestros ancianos.
Sea el cual sea el motivo, es fundamental ayudarles a recuperar el apetito. Para ello les dejo unos consejitos útiles a tener en cuenta:
Primero, no culparlos por no querer comer, ni obligarlos, es necesario tener paciencia y ayudarles a cambiar esta situación para evitar una desnutrición, pero con cariño y respeto.
Se puede comenzar ofreciendo distintas alternativas, desde fraccionar más la alimentación hasta elegir adecuadamente sus alimentos para obtener las calorías y nutrientes que necesita.
Consultar con el médico de referencia es una buena idea, plantearle la situación, ya que es posible que esta disminución del apetito sea a causa de alguna enfermedad o tal vez sea necesario hacer algún tratamiento específico.
Pautas generales a tener en cuenta para ayudar a nuestros mayores a abrir el apetito:
Fraccionar más las comidas, entre 5 o 6 al día, y en porciones pequeñas. No importa si ya comió hace una hora y quiere comer algo más: si tiene apetito en ese momento, listo, le doy algo.
Se puede fraccionar, por ejemplo:
Un desayuno, con 1 taza de leche con pan con queso, mermelada o membrillo.
Algo a media mañana: una fruta fresca o al horno, o una crema.
El almuerzo: algo con pasta, arroz o legumbres, acompañado con algo de carne, pollo, pescado y algún vegetal. Una fruta cruda o cocida.
Merienda: yogur natural con galletas o bizcocho o bizcochuelo con poca azúcar.
Cena: sopa, pasta o vegetales con papa, algo de pescado, huevo o queso. Fruta cruda o cocida.
Algo liviano al acostarse: puede ser simplemente una leche tibia o caliente.
2. Elegir alimentos de su agrado. Mantener en lo posible hábitos y gustos personales, es decir, incluir en su dieta aquellos alimentos y platos que le apetece comer aunque no tenga mucho apetito.
3. Incluir alimentos ricos en calorías y nutrientes. Al consumir menos cantidad, es necesario incorporar en su dieta alimentos calóricos y nutritivos, como pueden ser legumbres, carnes, pescado, huevo, cereales en lo posible integrales, lácteos, aceite de oliva virgen extra.
4. Dieta variada: es una forma de evitar que se aburra de comer siempre la misma comida, y a su vez incluimos más nutrientes.
Se pueden mezclar los alimentos favoritos junto a otros nuevos. Un ejemplo: el aguacate, un alimento con vitamina E, antioxidante y grasas de buena calidad (ácido oleico). Además es muy versátil, se puede usar tanto para untar una tostada o como ingrediente principal. Desde un puré de banana y aguacate a una ensalada, o para aderezar un sandwich, carnes (con la mayonesa de palta), unos ñoquis de aguacate, o una deliciosa sopa de aguacate.
5. La presentación del plato es muy importante para que le resulte más apetecible.
Más recomendaciones
6. El sabor, muchas veces es el causante principal de la inapetencia, ya que por lo general a esta edad presentan alguna patología (como puede ser hipertensión o diabetes) y tienen limitada la ingesta de sal, o azúcar.
Por lo tanto es necesario en estos casos buscar distintas estrategias como puede ser agregarle hierbas frescas y especias que realzan el sabor de las comidas, como puede ser el ajo, la cebolla, el perejil, albahaca, cilantro, pimienta y jengibre, entre otros.
7. Evitar tomar la bebida junto a las comidas. A pesar de que es sumamente importante la ingesta de líquidos en las personas mayores (al menos 3 vasos de agua al día) no es recomendable que las beban durante las comidas. Es una forma de evitar que se sacien rápidamente, por eso es mejor que lo hagan media hora antes o después de las comidas.
8. Procurar un ambiente relajado, agradable, armonioso a la hora de comer. Así como también es mejor que no coman solos, sino que estén acompañados. Muchas veces el hecho de comer solos ya les quita las ganas de comer, en cambio acompañados, conversando, puede ayudar a que se animen a comer más.
9. Los alimentos deben ser de fácil masticación y deglución. Sencillos y de fácil elaboración. Esto no significa prepararles siempre purés o sopas, sino otra variedad de comidas. Para ello se puede añadir a sopas, cremas, consomé, purés: queso rallado, leche entera y/o en polvo, aceites vegetales, legumbres (lentejas, garbanzos, frijoles), arroz, carne picada, huevo duro.
10. Evitar alimentos que sacian y sean de bajo valor nutricional como tés, cafés, mate, bebidas azucaradas, caldos desgrasados, ensaladas, bebidas alcohólicas.
Tener a nuestros padres o abuelos cerca para cuidarlos y mimarlos es una bendición. Es una forma de retribuirles un poquito todo el amor que nos dieron.
Ayudemos a nuestros ancianos con ternura y respeto. Es el mandamiento de Dios “honrar al padre y a la madre”, que el Papa Francisco nos recuerda en la hermosa catequesis que nos regaló sobre la vejez en la Audiencia General en la Plaza de San Pedro el 20 de abril de este año.