Adiós a Venezuela. La situación política y social llevaron a Leonardo Bastos, su mujer y sus 3 hijos a abandonar Venezuela con el dolor de dejar allí a su familia. Angie Rincón estaba enferma y Leonardo no tenía permiso en su trabajo ni siquiera para acompañarla al médico.
De la noche a la mañana consiguieron salir del país y llegar a España hace dos años. Tan sólo dos días antes de que se decretara el confinamiento. Sus primeros días pasaron en un albergue, después recibieron la ayuda de Cruz Roja.
Sin saber qué iba a ser de ellos al día siguiente ni dónde iban a dormir, mantenían la fe y la esperanza sin perder la sonrisa. No tenían nada, pero habían conseguido llegar a un nuevo país para comenzar una nueva vida.
Leonardo tuvo que sacarse otra vez el carné de conducir para poder convalidarlo. Comenzó a trabajar y pasó por varios empleos. Actualmente está de conductor. Pronto consiguieron plaza para los niños en el cole y comenzaron de cero. Mientras, las miradas se centraban en Angie. Su enfermedad, la ELA (esclerosis lateral amiotrófica),.seguía avanzando. Llegó a España andando y hablando, pero ahora no puede hacerlo. Se comunica a través de un ordenador, un sistema de comunicación digital que reproduce lo que quiere decir en cada momento.
La oración es el sustento
Ella está feliz y agradecida a todos los que les acompañan y ayudan con alimentos, tiempo y compañía. Como dice su marido Leonardo, "Dios está con nosotros y se manifiesta a través de cada una de las personas que se nos acercan".
Les mantiene la oración, "esa oración hace que, a pesar de que la cruz es pesada , podamos llevarla. Los días grises con la mano de Dios se convierte en color". Esta es su manera de afrontar la vida.
Vivir el presente
La familia insiste en vivir día a día. Vivir el presente. Es lo que la enfermedad les pide:
Así lo viven con sus tres hijos, Gabriel, Jesús y Lucía. Ellos sonríen y disfrutan de cada momento y ayudan e inspiran a su madre. Angie, sin moverse ni hablar, es la que se encarga del rendimiento escolar de sus hijos. Les ayuda y acompaña. Quiere que sus hijos tengan una buena formación y se críen en el entorno adecuado.
Su enfermedad sigue avanzando y Leonardo no puede abarcarlo todo. Llevar a los niños al cole por la mañana, hacer las tareas de la casa, cocinar, cuidar de su mujer y salir a trabajar para mantener a su familia. Por ello, hace un año, sus suegros también pudieron salir de Venezuela y ahora les ayudan en casa. El abuelo lleva a los pequeños al colegio y la abuela cuida de Angie cuando Leonardo trabaja. A pesar de la dureza de su realidad, no pierden la sonrisa y agradecen cada gesto de ayuda. Les hace felices poder estar compartiendo esto con su hija, aunque sea lejos de su patria.
Dios sabe más
Angie llora cuando nos cuentan su historia. Se le caen las lágrimas y suspira, es su forma de comunicarse. Sabe cómo avanza su enfermedad pero es muy espiritual. La esperanza y el amor de Dios la mantienen. No pierde la expresión de sus ojos y mira con ternura a sus hijos. Puedes ver el amor en su mirada y sonríe. Sonríe cuando te ve y cuando sus hijos la abrazan. Como dice, todo lo recibe como una bendición: "Dios sabe más y es el dueño de nuestro tiempo."