Un árbol de almendro seco sirvió para que Pedro Ortega creara una obra para Dios. Un día del año 2021, mientras caminaba errante por las calles de Valledupar (Colombia), supo que en ese árbol podía tallar al Señor Crucificado. Aunque muchos no le creyeron porque para ellos no era más que un vagabundo adicto a las drogas, hoy su talento es ampliamente reconocido.
«Esta obra es una consagración porque Dios le da a uno un don y uno tiene que multiplicarlo. Yo evalué el espacio y me di cuenta que era el lugar ideal para esculpir a Jesús, porque un artista ve la piedra según la forma de la obra hecha, y por eso fue que escogí este árbol», manifestó el artista al periódico El Pilón.
Con un par de herramientas talló en pocos días a Jesús en el Parque de las Madres. Con eso le dio nuevamente vida al árbol y fue ese el punto que marcó su camino de rehabilitación, después de 30 años bajo el peso de las drogas y de cuatro años en la indigencia, en los que «no llegaba a la casa por no molestar, hasta que dije no quiero más, ya es suficiente».
Un don
Deambulaba por la misma ciudad donde vive su familia, que hoy celebra su decisión y de la que heredó el talento, teniendo en cuenta que en ella varios son artistas, hay carpinteros, ebanistas, modistas y pintores.
Precisamente su tío Edwin Durán comentó hace un tiempo que Pedro se entregaba totalmente a sus muchas esculturas religiosas. Entre ellas había imágenes de la Virgen María y varias del santo Ecce Homo, de gran devoción en la región.
«Dios le dio un don para que saliera adelante porque toda obra que comienza no la entrega hasta que quede lo más perfecta posible; lo hace con un amor y dedicación incomparable», agregó al mismo medio de comunicación.
«Se aferró al Señor para escapar de las drogas»
Mary Aponte fue una de las personas que lo apoyó cuando era un habitante de calle. También valoró su talento:
«Él es tallador de esculturas netamente religiosas, las vecinas del parque le dábamos cualquier cosa para que se alimentara».
Hoy asegura que su arte merece conocerse internacionalmente.
«Esta es una obra de Dios. Me emocionan la recuperación y el regreso de Pedro Ortega a la vida, después de estar atrapado durante varios años en el infierno de las drogas. Pedro, el virtuoso tallador que transforma la madera en bonitas esculturas, se aferró al Señor para escapar de esa esclavitud que estaba consumiendo su alma y su vida», escribió en sus redes sociales Cielo Gnecco, esposa del gobernador del Cesar, quien además le entregó herramientas especializadas para que continúe su labor artística.
«Hoy, ha recuperado la libertad, la confianza, su familia y su autoestima. Ha ganado esta batalla», agregó.
El proceso de rehabilitación lo adelanta a través de la entidad de salud Hombres de bien. En este caso dirigida por Jairo Hernández, quien asegura que entró, como todos, desubicado, «pero convencido de que iba a dar la pelea».
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Una nueva oportunidad
Su historia ha sido conocida en más lugares después del conversatorio «Una nueva vida, una nueva oportunidad». Ahí confirmó que pasó de ser el habitante de calle drogadicto que creó la imagen de Jesús en un árbol, a ser el hombre que volvió a estar nuevamente con su familia. Y especialmente con su hija.
El hombre con una nueva vida seguirá entregando su talento a Dios y a los demás, «porque no existe otro amor para esta tierra, por lo que mi arte es por el amor de Dios y para los que son de Dios».