El doctor Manuel Ramos-Kuri es director del Centro de Investigación en Bioética y Genética y coordinador junto con los doctores Manuel J Santos y Agustín Herrera Fragoso del libro El embrión humano. Una defensa desde la Antropología, la bioética, la Biología del Desarrollo y los Derechos Humanos (2019). Un libro que debería estar en todas las universidades católicas como referente único (en español) para dar razones de la defensa de la vida.
Por lo demás, el doctor Ramos-Kuri ha trabajado a fondo las pruebas de que el embrión humano ya es un ser humano desde la fecundación hasta la función cerebral (que es cuando los defensores del aborto dicen que el no nacido “comienza a ser un ser humano”).
Con cierta ironía, el doctor Ramos-Kuri repite un dicho popular, que viene a cuento en el momento en que la polémica se centra en lo que a los ojos de la ciencia y de la fe no tiene vuelta de hoja: “Malos tiempos corren cuando hay que demostrar lo evidente”.
– Manuel, ¿cómo se está produciendo el debate actual en torno al aborto y a otros temas relativos al inicio de la vida humana?
Entre muchos otros dilemas contemporáneos, se parte de una misma pregunta: ¿el embrión es ya un ser humano? Es decir, ¿se puede considerar una persona? ¿Es solamente "vida"? Porque si sólo fuera un amasijo de células –como algunos investigadores han propuesto- no habría nada qué discutir. Pero si es un ser humano, el trato es diametralmente opuesto.
– Desde tu perspectiva, ¿cuál es el estatuto actual del embrión humano?
El problema del embrión comienza con qué definición o estatuto le reconozcamos. Dependiendo de este estatuto se abordan de manera muy diferente conflictos como el uso de embriones para experimentación, la manipulación genética, la fertilización* in vitro* y el aborto entre muchos otros problemas contemporáneos.
A los bioeticistas de la corriente personalista nos queda claro que desde que se forma el embrión unicelular o cigoto, ya hay un nuevo ser humano. Para algunos bioeticistas de corrientes pragmáticas de la bioética, en cambio, el embrión sería solamente un amasijo de células.
Es cierto que algunos hechos nos hacen dudar de la persona en el embrión: no razona –o al menos no tenemos certeza de si razona o no hay modo de demostrar que si lo hace o no- y en la etapa de mórula y durante sus primeras tres o cuatro semanas de vida, aún no tiene forma externa de ser humano. Entonces, ¿por qué podemos dar la misma importancia al embrión que a su madre cuando aquél apenas está formado por un número pequeño de células? ¿No sería persona hasta que sea libre, razone, piense y que sea autónomo? Sin embargo, hay muchos rasgos que tienen los nasciturus que ya desde inicio de su vida le dan su carácter de ser humano.
*Sé que estamos pisando terreno muy resbaladizo, que hay mucha investigación detrás de ello y que cada concepto debe estar sustentado (como ustedes lo hacen en el libro *El embrión humano), más en aras de la comprensión de quienes no estamos familiarizados con la ciencia y la genética, ¿nos podrías dar los tres principales argumentos o pruebas de que desde el embrión unicelular se puede hablar de la existencia de un ser humano?
Bien lo dices, hay mucho detrás. Yo tengo elaboradas diez pruebas, pero como me lo pides, voy a tratar de desarrollar las tres principales y que me parecen más importantes para mostrar lo que si bien desde la fe católica nos parece evidente, nuestra responsabilidad nos exige extenderlo al campo científico.
– Perfecto, mil gracias en nombre de los lectores de Aleteia… Vamos, pues, a la primera prueba.
El cigoto o embrión unicelular cuenta con un ADN original y único. Me explico: el cigoto es la primera célula o el estadio unicelular de los organismos que se reproducen de manera sexuada. Pero muchas características del cigoto nos muestran que éste no es una mera célula, sino que ya es todo un organismo en etapa unicelular. Por mencionar algunas de sus muchas características especiales, la “más especial de todas” es que ya cuenta con un ADN original y único.
– ¿Qué tan original y único es ese ADN?
Los científicos sabemos que el cigoto cuenta con un ADN completamente original, Sus padres aportaron –el óvulo y esperma- cada uno con un juego de 23 cromosomas, la mitad de los que se conjuntan los 46 cromosomas del cigoto y que será igual en todas las células de su futuro organismo.
Pero, gracias al fenómeno de entrecruzamiento y durante la meiosis, el cigoto recibe una mezcla de los dos juegos de cromosomas tanto maternos, igual que como la mezcla de los dos juegos de cromosomas paternos. La combinación es tan compleja que el ADN del cigoto es el resultado de 3.23 x 1078 10 (elevado a la 78 potencia, esto es, 3.23 multiplicado con un uno y 78 ceros…) posibles combinaciones de los cromosomas, tan sólo de sus dos padres.
Hay casi más posibles combinaciones del ADN de sus padres para formar a ese solo hijo en concreto que estrellas en el cielo (según el cálculo del científico Carl Sagan, “solo” hay 10 al 21 potencia de estrellas en el cielo). Esta es una buena prueba de que el cigoto tiene ya un ADN original y único, secuencia de ADN que nos acompaña a lo largo de toda nuestra existencia, apenas con cambios de secuencia menores.
Cabe recalcar que el hecho de que el embrión tenga un ADN original y único es también un sustento para afirmar que ya es un organismo distinto al organismo de la madre. A pesar de que el embrión, por cuestiones biológicas, dependa del cuerpo de la mujer gestante para su desarrollo, nunca podría considerarse sólo como una parte del cuerpo de la madre, sino un organismo nuevo.
– Estupendo. ¿Pasamos ahora a la segunda de las pruebas?
Que el embrión en estadio de mórula no es un cúmulo de células sino un organismo completo de la especie humana (Homo sapiens sapiens).
Un argumento bastante común de quienes promueven, por ejemplo, el aborto hasta las doce semanas de gestación es asegurar que se trata de un amasijo de células…
Es cierto que, en último término, todos los seres vivos estamos formados por “montones” de células. Pero entonces, ¿cuál es la diferencia entre un ser vivo multicelular y un simple cúmulo de células? La respuesta se entenderá mejor con un ejemplo: Un tumor, ya sea benigno o maligno, sí es un cúmulo de células: crece de manera desorganizada y excesiva, su núcleo es muy grande, secundario a su aneuploidía, esto es, que contiene un número excesivo de cromosomas porque replica su ADN a gran velocidad.
Sus células son amorfas y apenas similares a las de su estirpe normal. Prácticamente no realiza sus funciones fisiológicas, o las realiza de manera muy deficiente. Invaden tejidos anexos y hacen metástasis a sitios lejanos, y en ambos casos daña seriamente estos tejidos, hasta que terminan por quitar la vida del paciente. Así pues, sí es correcto definir un tumor como “un amasijo de células”.
El embrión no comparte ninguna característica de las células tumorales; por el contrario: sus células forman órganos y tejidos complejos, que están organizados y sincronizados con toda precisión. Además, el embrión cumple con la definición de organismo biológico: “sistema viviente, orgánico (esto es, conformado por diversos órganos y sistemas) y que funciona como una entidad individual”.
– ¿Hay algo más?
Sí. El embrión también cumple con otras características de organismo vivo: está regulado por programas genéticos evolucionados, cuenta con sistemas complejos y ordenados, programados para actividades teleonómicas (actividades complejas dirigidas a un objetivo). Los seres vivos también tienen capacidad de reproducción y con sistemas de autorregulación, así como con capacidad de cambio a dos niveles: genotipo y fenotipo. El embrión en todas sus etapas reúne estas características, que terminan de demostrar que éste no es un “amasijo de células”, sino que ya es un organismo de nuestra especie.
Hay autores que llaman a esta organización una gramática, es decir, un código de ordenamiento que hace sentido y que se desarrolla en el tiempo…
El nivel de organización en el desarrollo del embrión es tan preciso que ya está definido la semana de gestación en la que se forma cada uno de los órganos. Hay una programación en todas las células del embrión para que cada célula pluripotente se diferencie en cualquiera de las tres capas germinales y adquiera nuevas características propias de su estirpe.
– Finalmente, ¿cuál es la tercera prueba?
Que el embrión en estadio de mórula (u oligocelular), tiene capacidad de reproducirse.
– ¿Lo que quiere decir?
Lo que quiere decir que tiene la misma capacidad de reproducción de los seres vivos. Y lo vemos cuando analizamos el fenómeno de la gemelación. Como es bien sabido, el embrión temprano hasta el estadio de mórula, puede dividirse para formar dos o hasta varios embriones, que es el mecanismo de formación de gemelos idénticos. La gemelación, ha sido un argumento contra la persona en el embrión temprano, pues ¿cómo hablar de individuo si el embrión puede, eventualmente, contener a dos o varios seres humanos en lugar de uno solo?
La respuesta a esta duda es que la posibilidad de reproducirse por partición, no le quita su individualidad. Un buen ejemplo de esto es la lombriz de tierra, la cual puede cortarse en dos o varios fragmentos, y cada uno puede formar un individuo de su especie. Pero el hecho de que pueda multiplicarse no obsta para reconocer que la original ya era un individuo.
Así pues, su capacidad de reproducirse por partición no le resta individualidad, y por el contrario demuestra que, durante la etapa de cigoto y mórula, el embrión tiene ya capacidad de reproducirse. Otra demostración de que el embrión en esta etapa tan temprana ya es un organismo vivo de la especie Homo sapiens sapiens.
*Ramos-Kuri, Manuel, et al. El embrión humano. Una defensa desde la Antropología, la Biología del Desarrollo y los Derechos Humanos. Editorial Tirant lo Blanch. Ciudad de México, 2019. Más información en
infomex@tirant.com o en la página www.tirant.com/mex/