Desde la Iglesia católica de rito bizantino ucraniano en Brasil también se reflexionó acerca de lo que está pasando en Europa tras el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania (y lo que se está haciendo desde América Latina)
“Ucrania brasileña”. Así se conoce a la localidad de Prudentópolis en el estado de Paraná. Tal cual recuerda una nota firmada por Francisco Veneto en la edición en portugués de Aleteia, la ciudad tiene 52.000 habitantes, de los cuales el 75% son de ascendencia ucraniana.

En efecto, Brasil es uno de los cuatro países con mayor población de inmigrantes ucranianos a nivel mundial y lo que acontece por estos días en Europa, con la guerra desatada por Rusia, se vive en esa localidad latinoamericana con mucha cercanía y oración.
Así quedó demostrado con un gesto el pasado 24 de febrero, primer día del ataque ruso, cuando el alcalde de esa localidad, Osnei Stadler, envió una carta a su homólogo de la ciudad ucraniana de Ternópil, Serhij Nadal, ofreciendo refugio a quienes lo necesitaran.

“Prudentópolis continúa con sus puertas y con el corazón abierto al pueblo ucraniano como lo hizo hace más de cien años, cuando recibió a los primeros inmigrantes que construyeron aquí su historia e influyeron directamente en la forma de vida de nuestra tierra”, había dicho Stadler.
Lo mismo, también ese jueves, con el acto público en la denominada “Plaza de Ucrania”. Ahí varias personas se reunieron con trajes típicos y banderas ucranianas para rezar por la paz.

La iglesia católica ucraniana en Brasil y su reflexión
Las primeras familias ucranianas llegaron a Brasil en el año 1896 (se estima que unas 1.500 familias fueron atraídas a la región). Los primeros pobladores se dedicaron a tareas de agricultura, ganadería y también industriales. El fluyo de ucranianos a la región duró hasta mediados de 1920.
En ese sentido, Paraná se posicionó como el hogar de la mayor comunidad de ucranianos en Brasil. En ese sitio hay unas 600.000 personas, de las cuales el 90% son católicos. Esto también derivó en la existencia de dos Eparquías ucranianas en Paraná. Por un lado, la “Metropolia São João Batista, en Curitiba (PR)”, y la Eparquía Inmaculada Concepción, en Prudentópolis (PR).
Como parte de la iglesia greco-católica ucraniana, gobernada por el arzobispo mayor monseñor Sviatoslav Shevchuk, con sede en la capital de Ucrania, Kiev, desde estos sitios en América Latina también se reflexionó sobre la guerra.
El encargado de hacerlo, a través de una entrevista difundida por la Iglesia de Brasil, fue el arzobispo de São João Batista Metropolia, monseñor Volodemer Koubetch.

Un momento impactante
Ante la pregunta acerca de cómo fue recibida la noticia de la guerra, así se expresó Koubetch:
“La recibimos con mucha tristeza. Tristeza es la mejor palabra para expresar el sentimiento de este momento tan dramático para Ucrania y para el mundo. Incluso el Papa Francisco, en su llamado, usó la palabra tristeza. Pero con este sentimiento vienen otros de duda, miedo, angustia, decepción, indignación, revuelta. Es un momento impactante y muy dramático para el pueblo ucraniano y para toda la humanidad”.
“Hemos oído que nuestro Arzobispo Mayor, el Arzobispo Sviatoslav Shevchuk, junto con otros sacerdotes, tuvo que esconderse en el sótano de la Catedral de la Resurrección en Kiev cuando comenzaron los bombardeos. Incluso pensamos que, con esta crisis, huiría a Roma o a algún otro lugar, pero decidió quedarse y pidió que todas las iglesias permanecieran abiertas para recibir a las personas que vienen en busca de ayuda”, prosiguió.
El obispo continuó haciendo referencia a la resistencia del pueblo ucraniano en los momentos de dificultad.
“Como son un pueblo resistente, fuerte, luchador y de fe, lograron evolucionar en la vida, prosperaron, tanto que hoy en día la mayoría tiene un buen nivel de vida, incluso aquí en Brasil. Son un pueblo resiliente con mucha fe”, comentó el obispo.

Apoyo moral y oración
Por último, al ser consultado sobre lo que ha hecho la iglesia católica ucraniana en Brasil para demostrar cercanía al pueblo ucraniano, el obispo respondió:
“Lo que se ha hecho está del lado de la fe y de las manifestaciones populares. Por el lado de la fe, es contacto en la medida de lo posible, cercanía, apoyo moral y oración. Las manifestaciones populares son de carácter religioso, cultural y civil, como la que tuvo lugar en la noche del viernes 25, en el Memorial Ucraniano, en Curitiba. Eso es lo que podemos hacer. Ya envié un mensaje a nuestro Arzobispo Mayor Sviatoslav Shevchuk y tuvo un impacto muy positivo allí. El pueblo, los fieles, los obispos sienten este apoyo moral, ante este gran calvario que viven”.
