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Después de las fiestas navideñas, quien más quien menos, ha recibido regalos de manos de otros. No cabe duda de que son regalos materiales entregados con el corazón. Y con el corazón agradecido debemos recibirlos.
Regalar, ejercicio de virtudes
De hecho, regalar es un arte, tanto para el que regala como para el que lo recibe. Y es un arte porque se trata de armonizar las virtudes: la generosidad y el buen gusto del que regala o la gratitud del que recibe el obsequio.
Pero también entran en juego otras virtudes como la modestia, la austeridad o el desprendimiento.
¿Necesitamos ese regalo?
Ciertamente, a todos nos gusta recibir regalos. No conozco a nadie que ponga mala cara cuando le entregan uno. Sin embargo, algunos de ellos puede que no encajen demasiado con nuestra personalidad, ni con nuestro estilo. También puede ocurrir que poseerlos nos parezca demasiado y por austeridad, no podemos aceptarlos.
En algunas ocasiones quizás recibamos un obsequio que ya tengamos y no es necesario acumular más cantidad. Recuerdo que uno de mis hermanos juntó tantos pijamas regalados, que bromeaba diciendo que ya tenía suficientes para los próximos 20 años.
Lo importante es no almacenar lo que no necesitamos y quedarnos con lo que nos interesa. A esto se le llama consumo responsable.
Si este es tu caso, te proponemos varias opciones que puedes hacer con los regalos recibidos:
Si tenemos la suerte de que el obsequio recibido venía con tique regalo incorporado, podemos ir nosotros mismos a la tienda y cambiarlo por alguna cosa que realmente nos haga falta.
Por esta razón, quien realiza el regalo debe tener en cuenta esta opción: pedir siempre este tique en la tienda para facilitar posibles cambios posteriores y la persona que lo recibe, no perder este papel para poder realizar él mismo el cambio oportuno.
En el caso de tener la suficiente confianza con la persona que nos ha hecho el obsequio, podemos explicarle el problema: “Mira, te lo agradezco mucho, pero este regalo no va conmigo, y no lo voy a usar”. Y pedirle, por favor, que nos lo cambie por otra cosa.
Siempre por favor, no parecer un desagradecido.
También podemos optar por realizar una donación a una ONG, a una biblioteca, al colegio de nuestros hijos, a una asociación cultural, a la parroquia… o directamente entregárselo a algún conocido que sepamos que lo va a apreciar o lo necesita mucho más que nosotros.
¿Te regalan un vino excelente y tú no lo valoras? Dáselo a ese cuñado que es un sibarita. ¿Te obsequian con el enésimo libro sobre “Monumentos de tu ciudad”? Ofréceselo al colegio de tus hijos o a la biblioteca del barrio.
A esta opción de regalar lo regalado se le llama re-gifting. Y si, puede dar cierta vergüenza y apuro, pero al final lo que interesa es dar salida a los objetos que no vayamos a usar ni utilizar. No acumular obsequios y guardarlos inservibles.
Además, de esta forma se fomenta el consumo circular.
En otras ocasiones, si resulta que el regalo no lo estimamos necesario ni nos acaba de gustar, o si en este momento lo que realmente precisamos es dinero y, además, no tenemos posibilidad de cambiarlo, existe la opción de la reventa.
De hecho, las plataformas online destinadas a esta labor de compraventa han emergido últimamente y cada vez más usuarios acceden a ellas para vender o comprar productos.
Por ejemplo, por citar algunas, Ebay, Milanuncios, Vinted, Wallapop, MercadoLibre o Linio.
Seguro que en alguna de ellas podemos encontrar algún comprador interesado en adquirir nuestros productos.
De la misma manera que en el caso anterior, existen también plataformas online para realizar este tipo de cambios. Se trata de canjear nuestro regalo por otro producto que nos pueda interesar más en ese momento.
Os recomendamos alguna, por si os queréis dar una vuelta: Trueques, Ofrezcoacambio, StyleLovely (para ropa) o para trueque de libros la plataforma de intercambio Bookmooch.
En definitiva, se trata de fomentar un consumo responsable y racional. Regalar está muy bien, pero pensar antes en la persona que lo recibe. ¿Le gustará, lo utilizará, lo necesita?