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Así fue la toma de posesión del barrio más grande de Latinoamérica

VENEZUELA
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Ramón Antonio Pérez - publicado el 13/01/22
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El primer obispo de Petare asume el compromiso de “subir pronto a lo más alto” de este conglomerado donde conviven la crisis social, económica y política junto a la fe y la esperanza. Su objetivo es “abrazarlos a todos e incluirlos en la comunión y participación de una sola Iglesia”

Se cumplió el día en que la caricia del papa Francisco destinada a Petare, el barrio más grande y poblado de Latinoamérica, lo convirtió en una nueva diócesis de la Iglesia. Fue el lunes 10 de enero, un día muy soleado y que, a pesar de la pandemia, no detuvo el entusiasmo de quienes habitan en el municipio Sucre del estado Miranda en Venezuela. Allí rige ahora una iglesia diocesana para llevar esperanza a sus vecinos.

Edith Rojas, laica comprometida y vecina de la parroquia “San Lucas Evangelista” de El Llanito, no cabía de la emoción cuando se le preguntó sobre el primer obispo de la Diócesis de Petare, Juan Carlos Bravo Salazar, quien tomó posesión en esa fecha.

Aquí estamos muy animados y llenos de emoción por este evento histórico de nuestra Venezuela. Especialmente porque alimentamos nuestra fe y la palabra de nuestro Señor que nos quiere libres y felices. Por eso le damos la bienvenida y muchas bendiciones a nuestro primer obispo”, expresó a pesar del tapabocas y las medidas contra el Covid-19.

Algunas imágenes de lo vivido (Galería)

Cira Echarri de Machado, del barrio Unión de Petare, destacó no solo alegría sino el deseo de seguir trabajando junto al primer obispo de esta zona. “Dios ha sido grande con nosotros y estamos contentos por este gran acontecimiento”, dice en un video en Facebook

Estoy orgullosa de que sea Juan Carlos, nuestro nuevo y primer obispo. Con él he trabajado en el proyecto diocesano a nivel nacional”, acotó Cira.

Inspirado en el Niño Jesús de Petare

Las emociones afloran por doquier, pero el más impactado era monseñor Juan Carlos Bravo Salazar, de 57 años y formado en la Fraternidad de los Padres Operarios Diocesanos. Desde que se hizo presente en la plaza Lino Clemente de la California Norte, frente a la catedral “Nuestra Señora del Rosario”, no dejaba de sonreír, saludar y compartir.

Sobre él recayó el encargo del Santo Padre de llevar la esperanza a esta periférica zona de Caracas, marcada por los grandes contrastes de la crisis social y política. Aunque allí hay carencias materiales, también existe el deseo de salir adelante de los petareños.

La entrada de Juan Carlos al espacio abierto donde tomó posesión como obispo de Petare, fue a las 10 y 15 de la mañana. Llevaba en su hombro izquierdo la imagen del Niño de la Cofradía Dulce Nombre de Jesús. La imagen tiene más de 400 años y fue presentada al obispo por el presidente cofrade Néstor Alejandro Seijas Casares.

“Ha pasado de generación en generación y la imagen del niño se dice que fue traída a Petare desde los inicios de su fundación de esta población que fue el 17 de febrero de 1621”, aseguró Seijas Casares en conversación con Aleteia.

Las palabras del obispo para Aleteia, también estuvieron centradas en el niño Dios. “Gracias por su acogida, por su cariño, por la cercanía de todo este pueblo que realmente quiere vivir y tiene la expectativa de querer ser pueblo de Dios”.

“*Vengo con la mayor disposición y la mejor alegría de entender como los niños”, *aseguró en medio de efusivos saludos, abrazos y las tomas fotográficas del histórico momento.

Expresó sus deseos de que el Niño Jesús de Petare, “sea la inspiración para vivir en la libertad, la espontaneidad y vivir con todas las travesuras que hacen los niños pero que alegran el corazón y la vida de los pueblos”.

Bravo Salazar: “Voy a compartir con ustedes la vitamina D”

El sol estaba radiante. “Voy a compartir con ustedes la Vitamina D”, dijo Juan Carlos Bravo Salazar, nacido el 3 de enero de 1965, en Quebrada del Pilar, estado Sucre. En gesto de cercanía bajó del altar donde preside la misa, para predicar en medio de la plaza.

El Señor ha hecho de mí, de mi vida lo que ha querido”, citó de Juan Pablo I.

“Les confieso que no ha sido fácil para mí aceptar, asumir y asimilar este servicio episcopal porque sé lo duro, lo difícil y las exigencias de ser un pastor como lo pide el Señor, de ser un pastor como lo pide el Evangelio y como lo merece el pueblo santo de Dios”, expresó.

“Seguir a Jesucristo no tiene calle de retorno”

Citó la oración de abandono de Charles de Foucauld: “Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío”.

Luego reflexiona indicando que esta oración nos lleva a grabar en nuestros corazones que conocer a Jesucristo lo es todo, lo demás no es nada. “Nosotros lo conocemos y hoy nos embarcamos juntos en su proyecto de salvación, pues seguir a Jesucristo no tiene calle de retorno, además en Dios nadie sobra”.

La responsabilidad de los obispos

Habló acerca de su responsabilidad como pastor. “Nuestra misión es mostrar con la pasión del Evangelio que la vida tiene sentido y que estamos llamados a transformarla”. Afirmó que “antes de nosotros estar aquí, ya el Señor estaba en Petare (…) en el rostro del necesitado, en las manos de nuestra gente trabajadora, en el rosario de nuestras abuelas, en la esperanza de nuestros jóvenes y en la alegría de nuestros niños”.

“La Iglesia en la que creemos es el Cuerpo de Cristo Uno y visible”, continuó diciendo monseñor Bravo Salazar. “Por eso notamos en ella una estrecha comunión y una clara estructura social, sostenida por muchos órganos, ministerios y oficios, y enriquecida por el Espíritu Santo con variedad de dones para que viva plenamente”.

Expresó que “la Iglesia sabe que el Evangelio exige una primera y radical revolución que se llama conversión”, que describió como “cambio total del pecado a la gracia, del individualismo al amor, del orgullo al humilde servicio”. Así también, señaló que “aunque esta conversión es interior y espiritual, sabe que abarca a toda la persona y a todas las personas; corporal, social y espiritualmente”.

“Reconozco que el Evangelio ha sido en la Iglesia y fuera de la Iglesia, el fermento más poderoso de los cambios profundos en la humanidad a lo largo de los últimos veinte siglos y en nuestro País”, puntualizó el Obispo según se puede leer en el portal de la CEV.

Inclusión, comunión y participación en lo más alto de Petare

Juan Carlos manifestó que “el pueblo no puede caminar sin el acompañamiento de sus pastores”; es decir, “el pueblo debe seguir a su pastor y todo pastor radicalmente a Jesucristo y estar en medio de su pueblo. Nadie puede estar satisfecho de pertenecer a un grupo sin significado social e histórico”.

Finalmente, dijo que sueña “con subir pronto a lo más alto de Petare y bajar desde la cima de la Diócesis, de la mano del Dulce Nombre de Jesús, con mis alpargatas llaneras, que me ha colocado la Diócesis de Acarigua-Araure, para abrazarlos a todos e incluirlos en la comunión y participación de una sola Iglesia”.

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