Uno de los lugares más importantes de Tierra Santa es sin duda Nazaret, a 140 km de Jerusalén. Allí vivía la Virgen María cuando recibió el anuncio del arcángel san Gabriel y se encarnó el Hijo de Dios en sus entrañas purísimas. Allí vivía también san José y, al desposarse con María, formaron el hogar donde Jesús -que nació en Belén- pasaría su infancia, su adolescencia y los años previos a la vida pública.
En el evangelio de san Mateo leemos:
Nazaret está al norte de Israel, en la región de Galilea. Hoy tiene algo más de 75.000 habitantes. En su mayoría son árabes. Un 60 por ciento son musulmanes y el 40 por ciento cristianos. Es una ciudad bulliciosa, con el centro urbano lleno de callejuelas estrechas por las que a duras penas pasa un minibús. Aún así, el turismo es esencial para su vida diaria.
El Nazaret de hace 2.000 años
Pero hace 2.000 años, Nazaret no era nada de eso. Era una pequeña población casi desconocida en el Imperio Romano. Según han podido estudiar los arqueólogos, tendría apenas unos 100 habitantes. Vivían mayoritariamente de la agricultura y de algún trabajo manual (san José sería el "artesano", dedicado a la carpintería, pero es muy posible que hiciera también otras tareas). Se hablaba arameo. Y esta sería la lengua en la que se comunicaba la Sagrada Familia de Nazaret. La ciudad que hacía de núcleo comercial en aquel momento era Séphoris, que estaba a dos horas a pie.
Las excavaciones nos hablan de cómo era la vida en Nazaret en tiempos de Jesús. Las viviendas estaban en parte excavadas en la roca, aprovechando el desnivel de la ladera sobre la que se asentaba el pueblo. Y de esas viviendas, hay dos que centran nuestra atención:
De estos acontecimientos, nos hablan dos construcciones: la Basílica de la Anunciación y la iglesia de san José. Ambas conservan restos originales. Uno está viendo y pisando Tierra Santa.
En este artículo nos centraremos en la visita a la basílica de la Anunciación.
Es el santuario cristiano más grande de Oriente Medio.
Comienza la visita
¿Por dónde empezar? Lo más importante está en su interior, pero para el visitante lo primero que llama la atención es el edificio imponente, de 49 metros de alto por 27 de ancho, en medio del apretujado enjambre de casas y callejas. La basílica de la Anunciación y la iglesia de san José están en el mismo conjunto arquitectónico, y las une el convento franciscano que hay en medio. Todo es de piedra calcárea, propia de la zona, lo que da un tono claro y mucha luz al conjunto. Llama la atención porque el resto de la ciudad es más bien gris de hormigón y cemento.
Al entrar en el recinto encontraremos a la izquierda una imagen de la Virgen y a la derecha unos soportales con mosaicos de muchas imágenes de advocaciones marianas procedentes de todo el mundo: Bolivia, España, Eslovenia, Andorra, Uruguay...
Siguiéndolas haremos una "L" que nos lleva a la fachada lateral. Sobre la piedra está inscrita la oración de la Salve y la puerta contiene relieves de las escenas de la vida de la Virgen. A su lado, unos medallones de piedra recuerdan el paso de cuatro papas por Nazaret: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Abrazo histórico de Pablo VI con el patriarca ortodoxo
Allí mismo hay una escultura que rememora el abrazo entre el papa Pablo VI y el patriarca ortodoxo Atenágoras I, que el 5 de enero de 1964 se reunieron para hacer visible la paz después del Cisma del año 1054. Poco después, ambos se retirarían mutuamente la excomunión.
Al entrar por la fachada principal nos sorprenderá la puerta, con unos relieves contemporáneos que muestran distintas escenas de la vida de Cristo.
Una vez en el interior del templo, la mirada se va hacia la gruta de la Virgen, que está a la mitad de la nave. Bajaremos unos peldaños.
Restos de cuatro basílicas antiguas
Varios Padres de la Iglesia nos han dejado el testimonio de que existía una tradición por la que sabían que en el siglo II en Nazaret aún vivían parientes de Jesús. Estos conservaban la habitación donde María recibió el anuncio del Ángel así como la vivienda de la Sagrada Familia. También hablan de la fuente de la Virgen, adonde esta acudiría como las otras mujeres del pueblo. Allí la iglesia ortodoxa construyó su basílica.
Sabemos que en el siglo IV varios peregrinos pusieron por escrito su viaje a Tierra Santa y en él explicaban su paso por Nazaret para ver la casa de la Virgen. Allí, según decían, ya había un altar con culto cristiano. Egeria, entre ellos, viajó en el año 383 y escribió que había estado en «una gran y muy espléndida gruta en la que vivió María y en la que se ubicó un altar».
En el siglo V se construyó una iglesia bizantina, que los cruzados encontrarían en ruinas en el XI. Pese a ello, hoy podemos encontrar fragmentos de mosaico bizantino en el recorrido.
Y de nuevo ocurrió lo que en la iglesia de la Visitación en Ein Karem: los cruzados levantaron una basílica sobre la cueva (por orden del caballero Tancredo, que era entonces príncipe de Galilea) y esta fue destruida por el imperio otomano bajo mandato del sultán Bibars en 1263.
En el año 1620, sin embargo, los franciscanos reciben el permiso del emir para comprar las ruinas de la basílica y la gruta. Y un siglo después, en 1730, logran la autorización para construir una nueva basílica. Lo que vemos hoy es fruto de todos estos estratos de la Historia más la ampliación de 1877, que fue demolida totalmente en 1955 para construir la actual edificación (obra del arquitecto Giovanni Muzio), que se inauguró en 1969.
Grafitis con referencias a la Virgen
Para los arqueólogos, Nazaret ha resultado un tesoro de relaciones entre su trabajo y la fe: bajo la nueva basílica había un edificio dedicado al culto con varios grafitis. Tanto el templo como las inscripciones son anteriores al siglo III. En uno de ellas está escrito "Ave María" en griego. En otra se habla del "lugar santo de M". Los últimos estudios de datación apuntan incluso hacia finales del siglo I-comienzos del II.
Relación con la santa casa de Loreto
Por otra parte, estos estudios encontraron aún más claridad al compararlos con los resultados de las investigaciones que se llevaron a cabo entre 1962 y 1965 en Loreto, donde se venera la casa de María que habrían llevado milagrosamente los ángeles hasta Italia.
Ambos estudios coinciden en el tipo de construcción, las proporciones del inmueble y las inscripciones que se hallaron en ambos lugares, a lo que se añaden los testimonios escritos y otros restos arqueológicos. En conclusión, los peregrinos se encuentran en parte de la casa de la Anunciación tanto en Nazaret como en Loreto.
"Aquí el Verbo de Dios se hizo Hombre"
Al acercarnos a la gruta, encontramos un altar que en el frontal lleva la inscripción que resume el centro de nuestra fe: "Verbum Caro Hic Factum Est". En la fachada de la basílica habremos leído la referencia a la cita bíblica: "Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros." (Jn 1,14). Pero en el altar de la gruta se añade el adverbio de lugar "hic", "aquí".
Después de visitar la gruta de la Anunciación en la planta inferior, nos trasladaremos a la planta superior. Esta sigue el contorno de la catedral cruzada del siglo XII (una nave flanqueada por dos pasillos) y reconstruye parcialmente los ábsides de la parte oriental.
Allí destacan las imágenes de la Virgen llegadas de muchos países. Entre ellas están la Virgen de Guadalupe (México), la Virgen del Pilar con Santiago Apóstol (España), Nuestra Señora de Japón...
En una construcción exterior a la nave se encuentran el baptisterio y el atrio. Para los investigadores todo apunta a que el baptisterio es prebizantino. La estructura exterior es contemporánea y fue una donación de Alemania.
Casas de la época de Jesús, la Virgen y san José
Dejando atrás el baptisterio, subiremos unos peldaños junto al convento franciscano y ya nos encontraremos al pie de la iglesia de san José. Pero antes, en la zona exterior, podremos ver las excavaciones arqueológicas que han sacado a la luz las casas de la época de la Sagrada Familia.
Los investigadores creen que en las zonas excavadas en la roca los habitantes de Nazaret tenían almacén y bodega donde guardar alimentos como el aceite, el vino o la harina. También podían usarse como taller. En el subterráneo de la iglesia de san José veremos cómo sería la casa y taller que el santo Patriarca preparó para la Virgen y su Hijo.
Si lo deseas, aquí cuentas con una galería de imágenes que completan este reportaje: