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La bella imagen de María embarazada tiene un nombre: Virgen de la Dulce Espera, de la Dulce Esperanza o Virgen Encinta. Aunque su fiesta se celebra el 15 de mayo, y es considerada la “Patrona de las madres que esperan un hijo”, en el tiempo de Adviento que conduce a la Navidad, cobra un significado especial por la espera del Niño Jesús.
La Virgen de la Dulce Espera es una advocación mariana que representa el momento en el que María se encuentra embarazada. Celebra también el camino a la Navidad o la llegada de Jesús, el Redentor del mundo, para celebrar la esperanza de un nuevo comienzo.
Por eso es una advocación que es tomada en cuenta y acompaña como figura principal la corona de Adviento en muchos templos y hogares. Su mensaje en favor de la vida es claro: estoy embarazada y voy a dar a luz a mi niño; lo voy a cuidar y lo amaré mucho.
La joven embarazada, aún sabiendo a quién lleva en su vientre, no actúa con prepotencia. “Antes bien, la gran enseñanza de María es la humildad”, dice el padre José Antonio Barrera Ruiz, desde el santuario Nuestra Señora de Copacabana, en Guarenas, Venezuela.
Allí, desde el primer domingo de adviento, la imagen de la joven encinta fue entronizada junto a la corona de Adviento. Ver la imagen en la segunda semana rumbo a la Navidad, es como si la alegría del pronto nacimiento de un niño, inundara todo el ambiente.
“Parte de la misión de María es traer al mundo a Jesús para protegerlo, alimentarlo y darle el cariño adecuado como solo una madre puede darlo. Es parte de la misión de acuerdo con lo que enseñan los Evangelios”, sostiene José Antonio.
El embarazo extraordinario de María
Afianzado en el evangelio de san Lucas, el sacerdote venezolano recuerda cómo ocurrió el hecho extraordinario del embarazo de la joven judía. “El de María ocurrió unos seis meses después del que experimentó su prima Isabel que tenía una edad muy avanzada”.
El Ángel Gabriel le dice: “¡Alégrate! ¡Llena de gracia, el Señor está contigo!”, cita.
Luego repite la lectura. “Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo”. “Pero el Ángel le dijo: No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María pregunta entonces al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si no conozco varón?”. Éste le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios”. Ese es el niño que lleva en la buena espera y nacerá dentro de unas semanas para alegría de todo el mundo.
Una oportunidad de pensar en la vida
De acuerdo con este sacerdote, que es vicario general de la Diócesis de Guarenas, el encuentro del Ángel Gabriel con María significa el respeto a la vida, a los niños por nacer, y en general a toda la humanidad. “Significa el amor de Dios hacia cada uno de nosotros y su deseo de que el Hijo Único se haga uno más con nosotros, menos en el pecado, para darnos la salvación”, expresó en la conversación con Aleteia.
“Esta imagen de María en la Dulce Espera significa para nosotros los cristianos una oportunidad de pensar en la vida. Asimismo, es también la actitud vigilante y cuidadosa que espera con alegría la llegada de nuestro Señor”, expresó el padre José Antonio Barrera acerca de esta advocación en el contexto del Adviento.
“La vida es un don de Dios, un regalo para que seamos promotores y defensores desde su concepción hasta la muerte natural”, sostiene. “También es una oportunidad de pensar en la familia y cuidarla, porque es un santuario para la vida, una iglesia domestica que transmite la fe a sus hijos”, expresó acerca del mensaje contenido en la Dulce Espera.
Más fundamentos de la Dulce Espera de María
José Antonio Barrera refuerza los fundamentos teológicos contenidos en la Dulce Espera de María, alegando que algunos se pueden encontrar en el Antiguo Testamento. Otros en el Nuevo Testamento, donde se describen momentos de su vida en los Evangelios.
“Además de la Anunciación como se recordó en Lucas 1:26-38, está la Visitación a su prima Isabel (Lucas, 1, 39-45). Seis meses antes que María y con una edad avanzada, Isabel concibió a Juan el Bautista quien fue el precursor de Jesús”, afirmó.
Un tercer aspecto es la referencia al censo que debían hacerse en sus ciudades de origen: José debía subir desde Galilea, de la ciudad de Nazaret a Judea, a la ciudad de Belén, por ser miembro de la familia de David. María iba encinta y Jesús nació en Belén (Lucas 2).
Además, existe un cuarto detalle en el caso de María embarazada que representa la victoria de la vida sobre la muerte, según lo recoge el libro de Apocalipsis 12:
“Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está embarazada y grita de dolor, porque le ha llegado la hora de dar a luz (…) Y la mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de gobernar a todas las naciones…”.
“Esta es también una figura bíblica de María encinta; de María que está en camino a la Vida Eterna, a la salvación que vendrá de su hijo”, concluyó José Antonio Barrera.