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Qué hacer cuando alguien no acepta la verdad

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 01/12/21
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Cuando la discrepancia lleva a la crispación, importa el amor con que se vive, la forma de aceptar al diferente en su manera distinta de ver los hechos

La verdad completa de las cosas solo la ve Dios. Cada uno guarda su pedazo, como lo más verdadero.

Es su mirada la que interpreta los hechos. Les pone color y sombras. Le da vida a lo que observa.

Es su verdad, en ese momento en el que todo ocurrió. Sus olores, sus sentimientos. Según su parecer lo cuenta todo, según sus ojos.

Así pinta el pintor su presente, o su pasado. No le importa la verdad objetiva y única.

Es su historia diferente a la que otros han contado estando también presentes en el mismo momento, en el mismo lugar.

La vida es una suma de verdades

Y no me importa. La vida es la suma de muchas verdades vistas con ojos inocentes o culpables.

Retazos rotos de miradas quebradas. Todos como un conjunto de colores vivos o grises, alegres u opacos. Todos recogen un cuadro único y verdadero, eso pretenden.

Es la suma de verdades aparentemente contradictorias y opuestas. La vida que me rodea según mis ojos, según los ojos de otros.

Según mis sentimientos con los que interpreto los hechos, los juzgo, los acepto o los condeno, los integro en la membrana de mi alma.

¿No tengo razón?

Yo me dedico a observar cosas desde mi lugar, desde mi butaca, desde mi mirada, queriendo acceder a la historia verdadera.

¿Cómo será la verdad de esa historia contada, suma de muchas verdades diferentes? ¿Quién tendrá la razón, quién la habrá perdido?

Con mis ojos interpreto los hechos partiendo siempre de mis prejuicios y heridas.

Tengo un prisma con el que lo juzgo todo y lo analizo. Y pienso que tengo desde mi oscuridad un acceso único y valioso a la verdad completa.

Me equivoco al pensar así. Solo tengo un acceso limitado a toda la verdad, solo comprendo una parte de esta.

Escuchar me acerca a la Verdad

FRIENDS,CAFE,COMPLAIN

Parece como si unas y otras miradas dibujaran algo incoherente, o impreciso. Imposible conocer toda la verdad. No es quizás verdadero totalmente, es sólo como yo lo interpreto.

Pero parece distinto a otras miradas que observan lo mismo. Importa ese sentimiento que me dice lo que es cierto.

Me sentí de esa manera y eso es en sí verdadero, aunque se oponga a lo que tú sentiste, tan diferente.

Cuando pretendo reconstruir una historia tengo que escuchar la verdad de cada protagonista.

Me pongo en su piel, miro con sus ojos, escucho desde su alma, huelo el ambiente desde sus sentidos.

Importa lo que vivió antes, lo que sintió en otras ocasiones. Es su forma de mirar los hechos fríos y objetivos.

Y así comprendo que su verdad es limitada, pero me ayuda a comprender la totalidad que no abarco.

Cuántos errores...

EMOCJE

Intento desde las distintas verdades llegar a una única verdad que todos comprendan.

Quiero recomponer la historia a partir de lo que tengo entre mis dedos. Las distintas verdades de los que han sido parte de esa historia suman en mi pretensión por llegar a la totalidad.

Las motivaciones ocultas que escondían en su corazón son parte importante del proceso. Su forma de interpretar los hechos es distinta. Cambia de unos a otros.

Uno de ellos pensaba que estaba haciendo el bien, lo correcto, cuando sus formas y sus palabras eran hirientes.

Otro creía saber lo que pensaba el que estaba frente a él. Pero era imposible adivinarlo. No tenía acceso a su corazón y se equivocaba. Interpretó, pensó, juzgó, sintió.

¿Dónde está la verdad?

Todo vale a la hora de contar esa historia, de pretender darle vida a lo que sucedió un día. Y es como si la suma de muchas verdades hiciera posible contar la historia verdadera.

¿Dónde está la verdad? Me abro a la forma de ver las cosas que tienen otros. Miro con respeto su forma de juzgarlas, de vivirlas.

Es todo una mezcla de verdades en la que importa el amor con que se vive, la forma de aceptar al diferente en su manera distinta de ver los hechos.

No es más verdad la mía que la tuya, pero sí sigue siendo verdad.

Juntos con respeto

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Si tu verdad te lleva a hacerme daño entonces no es de recibo, no la quiero. No por ver las cosas a tu manera tienes derecho a herirme, a abusar de mí o a obligarme a hacer lo que no deseo.

No por estar herido tengo que aceptar tus agresiones. Tu forma de ver las cosas es válida mientras no me hiera, me mate, me quite la paz, me aísle, me condene.

Respeto tu punto de vista mientras lo vivas con amor y no siendo injusto. Quiero que amándome bien me des espacio junto a ti, sin lastimarme.

La Verdad está más allá

Esa verdad absoluta que pretendo poseer será posible sólo en el corazón de Dios.

Allí ya no habrá mentiras ni verdades a medias. Me reconoceré en lo que soy, sin tapujos ni violencias.

Allí todas las miradas serán una en la mirada de Dios. Y la verdad será una en su corazón.

Es verdadero lo que lleva a amar

Acepto mi vida como es sin pretender tapar nada. Todo es válido para Dios, todo es amado por Él. No escondo, no guardo.

Mi forma de ver las cosas es amada por Él. Eso es lo importante. Él conoce mi mirada y sabe cuál es la verdad más honda que guardo. Y me ama en mi herida, en mi ruptura interior, en mi forma de ver las cosas.

Acepto que no todos van a ver las cosas como yo. No pretendo imponer mi verdad como la única. También sé que no todo vale y no todo es relativo.

Es verdadero lo que me hace ser mejor y amar con más libertad. Es verdadero lo que me lleva a querer al herido y a no juzgar a nadie.

De la discordia a la paz

La mirada que no es injusta ni abusiva es la que es más verdadera. Todas las miradas ayudan a recomponer una historia.

Pero no todo vale, no todo es justo. Hay miradas más llenas de Dios, más puras y llenas de amor. Hay miradas rotas porque brotan de una herida honda.

Quiero aprender a mirar con los ojos de Dios. Eso me sanará a mí y a los que me rodean. Y sembraré amor y paz, será todo más justo. 

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