“Joven alegre, animada por una gran caridad y por la oración cotidiana, se dedicó con entusiasmo al servicio de los mas débiles en el surco del carisma del Siervo de Dios Don Oreste Benzi”, dijo de Sandra Sabattini el Papa Francisco en el Ángelus del domingo, 24 de octubre de 2021.
“Si realmente amo, ¿cómo puedo soportar que un tercio de la humanidad muera de hambre, mientras mantengo mi seguridad o mi estabilidad económica? Seré una buena cristiana, pero no una santa. ¡Hoy hay una inflación de buenos cristianos mientras el mundo necesita santos!”, Sandra Sabattini
La joven italiana fue beatificada el domingo en Rimini, Italia, día en que la Iglesia recuerda también la Jornada Mundial de las Misiones. La pandemia había hecho posponer la fecha del rito. Con Sandra Sabattini e Carlo Acutis, los jóvenes tienen delante el testimonio cristiano de dos beatos que encarnan aquello que el Papa llama: los santos de la 'puerta de al lado'.
El rosario entre sus manos
"Cuando amé de verdad, sentí que Dios lo llenaba todo y a todos”, decía Sandra Sabattini. Una chica italiana que desde niña llevaba consigo un rosario. La abuela contaba que por la noche siempre encontraba a su nieta dormida en la cama con el rosario en las manos. Hija espiritual de Don Oreste Benzi, Sandra (1961-1984) respiró la fe desde temprana edad.
Sandra se levantaba temprano para rezar ante el Santísimo. A los 14 años, participó en un encuentro de la Comunidad Papa Juan XXIII con personas con discapacidad severa que le cambió la vida. “Nunca abandonaré a esas personas”, dijo y cumplió ese deseo de servicio.
El papa Francisco insistió en el mensaje para la Jornada de las Misiones 2021 que todos los bautizados están llamados a llevar por el mundo la esperanza cristiana: “Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación”.
Una amistad con Dios
Sandra Sabattini en sus acciones demostraba una amistad concreta con Dios. Una relación que se reveló sólo después de su muerte, cuando se recopilaron sus escritos que ella escribía en trozos de papel, postales o en cuadernos ahora recogidos en el libro “El diario de Sandra”.
“No podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hechos 4, 20). Sandra Sabattini fue fiel a lo que había visto, cuando un pobre llamaba a la puerta de su casa, si consideraba que su familia no le había dado suficiente, ella corría detrás de la persona para completar el donativo con sus ahorros.
La joven vivió en una casa de acogida en el verano de 1982, donde trabajó como voluntaria en una comunidad terapéutica para drogadictos.
Una amistad con los pobres
Tras terminar secundaria quería partir inmediatamente a África o matricularse en Medicina. Tras un discernimiento, se inscribió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Bolonia en 1980. Ella estudiaba, vivía los afectos de la familia, trabajaba y compartía con los pobres. A pesar de los compromisos, nunca descuidó sus estudios.
La mañana del 29 de abril de 1984, mientras se dirigía a una reunión de la Comunidad Papa Juan XXIII, Sandra fue atropellada por un automóvil. Estuvo en coma durante tres días y el 2 de mayo abandonó esta tierra. Tenía solo 22 años. En la última página de su diario, dos días antes del accidente, Sandra dejó su testimonio espiritual:
En el contexto de la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre, el Papa recuerda “agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio”.