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Jesucristo Superstar lleva 50 años sin dejar indiferente al público. Fue un 12 de octubre de 1971 cuando el musical se estrenó en un teatro neoyorkino.
Un año antes había salido a la luz el álbum conceptual de casi 90 minutos compuesto por unos jovencísimos Andrew Lloyd Webber y Tim Rice. El disco resultó un fracaso en Inglaterra, en parte porque la BBC lo censuró al considerarlo sacrílego y blasfemo.
Pero en Estados Unidos vendió en cuestión de pocos meses prácticamente 1 millón de copias llegando a los 2 millones y medio en un año.
Para los autores fue toda una sorpresa ya que, mientras que el público había respondido, ningún productor o empresario teatral se había interesado por llevar la obra a los escenarios.
El musical se estrenó en Broadway donde estuvo en cartel durante casi un año, hasta julio de 1973. Para entonces ya había levantado muchas ampollas, tanto entre los cristianos como entre los judíos. Hubo protestas a las puertas del teatro e incluso algunas personas adquirieron entradas solamente para boicotear las funciones al grito de “¡blasfemia!”.
Jesucristo Superstar es una versión libre de los Evangelios que narra los últimos 7 días de la vida de Jesús desde el punto de vista de Judas Iscariote.
De acuerdo con sus propios autores, la intención era mostrar a Cristo, más que como Dios, como un hombre vulnerable con sus dudas y miedos. En parte por eso el musical termina en la muerte de Cristo y no refleja la resurrección.
También porque, al ser contado por Judas y siendo fieles a la historia, este ya se había suicidado cuando Cristo fue crucificado y resucitó a los 3 días. Aunque los críticos interpretaron que no incluir la resurrección en la obra equivalía a una negación de la divinidad de Cristo.
Por su parte, a los judíos no les gustó la visión que culpabilizaba a los hebreos de la muerte de Jesús mostrando a Caifás, Anás y Herodes como los malos de la historia. Temían que esa elección narrativa alimentara el antisemitismo.
Dos años después, en 1973, se estrenó la película que tampoco estuvo exenta de críticas. Se consideró un film escandaloso y herético, demasiado condescendiente con Judas y confuso sobre la naturaleza de la relación entre María Magdalena y Jesús.
Sin embargo, uno de los coautores, Tim Rice, ha declarado en más de una ocasión que no tuvieron nunca intención de mostrar o insinuar ningún tipo de romance en su trama.
Al escribir las canciones de María Magdalena lo que quisieron fue reflejar la fascinación de la discípula por una figura como la de Jesús y la perplejidad que experimentaba al no haber conocido nunca a un hombre como ese.
Aunque pudiera parecer una interpretación poco ortodoxa de la vida de Cristo, lo cierto es que los autores no se sacaron de la manga ni las letras de las canciones ni su visión de la Historia de la Salvación.
El mismo Rice ha explicado que fue el deán de la catedral de Saint Paul de Londres quien, cuando le hablaron del proyecto, les dijo que sacaran a Cristo de los pedestales. "Elegimos el Evangelio de Juan y también usamos el libro La vida de Cristo, escrito por el obispo católico estadounidense Fulton Sheen y la versión de la vida de Cristo del italiano Marcello Craveri", ha contado Rice.
Desde su estreno en Broadway y, posteriormente, en el West End londinense, el musical se ha representado en más de 40 países del mundo y en 5 continentes.
Curiosamente, en Italia, la película de 1973 pasó el filtro de la Conferencia Episcopal Italiana que, en aquella época, contaba con una comisión que evaluaba "la moralidad" de las películas que se estrenaban en el país. Sobre la cinta simplemente recomendó visionarla con una actitud prudente y consciente de que no era un reflejo del Cristo de la Historia y de los Evangelios.
El Vaticano también otorgó su nihil obstat a Jesucristo Superestar. Ya en 1971 Radio Vaticano radió los 87 minutos del disco de Webber y Rice que fueron invitados a los estudios de la Radio de los Papas para hablar sobre las motivaciones de su obra.
Y en 1973 el director Norman Jewison llevó a Pablo VI su película basada en el disco y en el musical. El Papa Montini la vio en un pase privado en el Vaticano, aunque, ante la polémica que suscitó el estreno del film en Italia y las protestas, L'Osservatore Romano tuvo que desmentir que este visionado se produjera.
El director de la película siempre contó que a Pablo VI le gustó el film y que incluso aseguró que la película contribuiría "a dar a conocer el cristianismo", especialmente entre los jóvenes y en un momento histórico particularmente sensible por la revolución del 68 y la pujanza del movimiento hippie y las espiritualidades orientales.
"La música siempre une a quien la escucha y derriba muros y barreras", habría declarado Pablo VI tras ver la cinta.
Sin embargo, públicamente nunca hubo un plácet de parte del Vaticano hasta el año 2.000, cuando la música de Jesucristo Superstar se usó en un recital que formaba parte de las celebraciones del Jubileo.