Los ecos de la peor masacre carcelaria acontecida en Ecuador el 28 de septiembre en la Penitenciaría del Litoral, ubicada al noroeste de Guayaquil, aún persisten.
Este domingo 3 de octubre el papa Francisco hizo referencia al tema durante el rezo del Ángelus.
“Me entristece mucho lo que ha sucedido en los últimos días en la cárcel de Ecuador. Un terrible brote de violencia entre reclusos pertenecientes a bandas rivales ha dejado más de un centenar de muertos y muchos heridos. Rezo por ellos y sus familias y que Dios nos ayude para acabar con la plaga del crimen que esclaviza a los más pobres. Y ayude a cuantos trabajan cada día para hacer más humana la vida en las cárceles”, expresó Francisco.
Los últimos reportes desde Ecuador daban cuenta de al menos 119 presos fallecidos. Detrás, de lo acontecido en esa cárcel de Ecuador aparece todo aquello que de alguna manera se replica en el resto de América Latina. Por ejemplo, la lucha por el control de las cárceles entre bandas delictivas, el narcotráfico, la corrupción. Esto además de situaciones interpelantes como las condiciones de vida de los reclusos y el hacinamiento. Las lágrimas de los familiares de las víctimas también ha sido otro capítulo “escondido” de esta dura masacre.
Mientras persisten las investigaciones, actualizaciones y trascendidos sobre una situación que generó la declaración del estado de excepción en el sistema carcelario de Ecuador, en la noche de este domingo quienes también se expresaron a través de un comunicado fueron los obispos de Ecuador.
En el mensaje, con el nombre “Cese la violencia”, la Iglesia de Ecuador hace un llamado a “valorar la vida humana” y ser conscientes de “la dignidad de la naturaleza humana”.
“El alto número de fallecidos es un precio muy grande para mantener un negocio de muerte y dejar impasible a una sociedad que se siente temerosa, acongojada e imponente; que corre el peligro de exigir más muertes pensando con ello en su seguridad individual”, expresaron los obispos en uno de los pasajes del comunicado ofrecido a Aleteia.
“De un modo particular, pedimos a quienes han participado en esta masacre que cesen la violencia y el mercado de la muerte; y que conviertan sus armas en arados y las balas en semillas de vida”, subrayan los obispos de Ecuador.
“Nuestra cercanía y solidaridad con los familiares de las víctimas, como también la decisión de acompañarles moral y espiritualmente para que vivan estos momentos de duelo con fe y paz y puedan perdonar a quienes acabaron con sus existencias”, prosiguen.
Por último, la Iglesia se Ecuador hizo un llamado a realizar durante el mes de octubre, además de una manera especial el Día de los Difuntos el 2 de noviembre, “jornadas de oración y reflexión sobre el valor de la vida humana en todas sus expresiones”.