El 34º viaje apostólico del Papa Francisco, ha incluido un encuentro con la comunidad gitana en Kosice, este martes, 14 de septiembre por la tarde, tras celebración de la Divina Liturgia presidida por el Pontífice en Prešov por la mañana.
“Queridos hermanos y hermanas, demasiadas veces han sido objeto de preconceptos y de juicios despiadados, de estereotipos discriminatorios, de palabras y gestos difamatorios”, dijo el Papa a la comunidad gitana de Eslovaquia.
Francisco releyendo las palabras de Pablo VI, sostuvo: “Nadie en la Iglesia debe sentirse fuera de lugar o dejado de lado. […]. Sí, porque Dios nos desea así, cada uno diferente pero todos reunidos en torno a Él. El Señor nos ve juntos”.
Dios, insistió, “nos ve hijos. Tiene mirada de Padre, mirada de predilección por cada hijo. Si yo acojo esta mirada sobre mí, aprendo a ver bien a los demás, descubro que tengo a mi lado otros hijos de Dios y los reconozco como hermanos”.
Kosice es la segunda ciudad más grande de Eslovaquia, con una importante presencia de personas de la comunidad gitana.
“Sí, la Iglesia es casa, es su casa. Por eso —quisiera decirles con el corazón— ustedes son bienvenidos, siéntanse siempre en casa en la Iglesia y nunca tengan miedo de estar aquí. ¡Que ninguno los deje, a ustedes o a cualquier otra persona, fuera de la Iglesia!”.
El Papa acarició con sus palabras los rostros de la periferia: “Merecen una vida integrada y libre. Ellos son los que motivan decisiones con amplitud de miras que no buscan el consenso inmediato, sino que velan por el porvenir de todos”.
El asentamiento Lunik IX que visitó el hoy es el de mayor presencia de personas gitanas en toda Eslovaquia, donde los salesianos están presentes desde 2008. Allí es donde vive el 20% más pobre de los 400.000 gitanos de Eslovaquia.
“¡Cuántas veces los juicios son en realidad prejuicios, cuántas veces adjetivamos! La belleza de los hijos de Dios, que son nuestros hermanos, se desfigura con palabras. No se puede reducir la realidad del otro a los propios modelos prefabricados, no se puede encasillar a las personas. Ante todo, para conocerlas verdaderamente, es necesario reconocerlas.
Reconocer que cada uno lleva en sí la belleza imborrable de hijo de Dios, en la que se refleja el Creador”.
El encuentro con la comunidad gitana tuvo lugar en la plaza frente al centro salesiano: un lugar de actividad pastoral, de educación y de formación de jóvenes y niños.
El “papa Francisco de las periferias” ha sido recibido por el director del centro, tres hermanos y dos niños gitanos.
“Pero, ¿cómo hacer? Nikola y René, ustedes nos han ayudado. Su historia de amor nació aquí y maduró gracias a la cercanía y al aliento que recibieron. Se sintieron responsables y aspiraron a un trabajo, se sintieron amados y crecieron con el deseo de dar algo más a sus hijos”.
Sucesivamente, una familia gitana ha contado su testimonio al Papa: “Ján, me has saludado con tu esposa Beáta. Juntos han antepuesto su sueño de familia a vuestras grandes diferencias de proveniencia, usos y costumbres. Su matrimonio es el que testimonia, más que muchas palabras, cómo lo concreto de la vida juntos puede derribar numerosos estereotipos, que de lo contrario parecieran insuperables.
No es fácil ir más allá de los prejuicios, incluso entre los cristianos. No es sencillo valorar a los otros, a menudo se los ve como obstáculos o adversarios y se expresan juicios sin conocer sus rostros y sus historias”.
El Papa agradeció a quienes llevan adelante este trabajo de integración que, además de que comporta no poco esfuerzo, a veces recibe incomprensión e ingratitud, incluso dentro de la Iglesia.
“Sigan adelante en este camino, que no engaña de poder dar todo y rápidamente, sino que es profético, porque incluye a los últimos, construye fraternidad, siembra la paz. No tengan miedo de salir al encuentro de quien está marginado. Se darán cuenta de que salen al encuentro de Jesús. Él los espera allí donde hay fragilidad, no comodidad; donde hay servicio, no poder; donde es posible encarnarse, no buscar sentirse satisfechos. Allí está Él”.
El Papa también encomendó a la comunidad gitana de Eslovaquia a la intercesión del Beato Ceferino Giménez Malla, el primer beato gitano.
Francisco luego de rezar el Padre Nuestro y dar su bendición apostólica a la comunidad, se trasladó en automóvil a las 16.40, para llegar al estadio Kosi: El encuentro con los jóvenes, otro momento muy querido por Francisco en todos sus viajes internacionales.