“Yo me levanté y me vine con mi esposo a rezar el Rosario. Le dije a uno de mis hijos que se encontraba en la habitación viendo la televisión que cuando él se tirara a la piscina me dijera: “Mamá, ya”. En ese momento oré con más fe, con todas mis fuerzas. Cerré mis ojos y le pedí a Dios”. Así relató Ana Victoria Corzo, al periódico Vanguardia, cómo vivieron la primera victoria de su hijo, Nelson Crispín, en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020.
Tanto ella como su esposo, Luis Antonio Crispín, madrugaron a encender la veladora y sentarse a rezar el Rosario. Sus plegarias fueron escuchadas. Nelson Crispín obtuvo la primera medalla de oro para Colombia en los Paralímpicos, en los 200 metros combinado individual, categoría SM6, en los que también rompió el récord mundial. Dos días después repitió su hazaña al obtener medalla de plata en la competencia de los 100 metros pecho categoría S6. Este lunes 30 de agosto obtuvo la tercera: bronce en los 50 metros mariposa, categoría S6.
“Agradecido siempre con Dios, con mi familia. Llevo muchos años trabajando por esta medalla en esta prueba y hoy se me dio la oportunidad”, dijo Nelson Crispín después del primer triunfo.
Y reafirmó su gratitud con Dios, su familia y su equipo, al ocupar la segunda posición en la competencia del 28 de agosto: “Este es el momento más importante de mi vida, gracias a Dios, a mi familia, mi entrenador, a las personas que me apoyaron en este camino”.
Nelson contó a Aleteia que, al igual que su familia, es católico y ha vivido "siempre apegado a Dios". "Él es que nos da la sabiduría, nos pone momentos difíciles y tristes, pero siempre nos da alegrías", agregó.
El paratleta colombiano de 29 años acostumbra a ir a misa los domingos y el rezo del Rosario es una devoción familiar. Además, cuenta que lo más importante es compartir con las personas que lo necesiten.
Nelson tiene una discapacidad genética conocida como acondroplasia, que afecta el crecimiento de los huesos y causa enanismo en las extremidades. A causa de esto, tiene baja estatura, mide 1,35 metros.
Lo que le generó burlas y momentos difíciles en su juventud, hoy lo ha llevado a triunfar en el deporte y darle a su país grandes satisfacciones. La discapacidad no ha sido impedimento para ganar competencias nacionales e internacionales y le ayudó a desarrollar una gran capacidad de disciplina y autoconfianza.
“Al principio tuve que vivir un proceso fuerte de aceptación, pero gracias al deporte eso pasó a un segundo plano y me concentré en lo que verdaderamente es importante para mí. Desde que sea algo bueno para mí, no importa lo que los demás digan”, dijo en la entrevista con Aleteia.
Llegó al deporte buscando una opción para crecer un poco más, fue una recomendación médica y su madre se empeñó en ello. Hasta ese momento, la única solución parecía ser una cirugía para alargar sus extremidades. Fue así como empezó a practicar baloncesto.
Cuando tenía 14 años, acompañaba a su hermano mayor a entrenamientos y allí lo descubrió el entrenador William Jiménez. Muy pronto empezó a perder el miedo al agua y aprendió a nadar, lo que no sabía en ese momento era que haría historia en el deporte paralímpico.
Nelson nació en Floridablanca, un municipio de Santander, al oriente de Colombia. Allí ha vivido siempre la familia Crispín Corzo, integrada por los padres y cinco hijos, quienes han sido un apoyo incondicional para el hoy campeón, especialmente en los momentos difíciles en los que no quería seguir en el deporte.
En Bucaramanga, capital de Santander, Crispín estudia en la Facultad de Cultura Física, Deporte y Recreación de la Universidad Santo Tomás. Sus estudios universitarios son una meta más que cumplirá, gracias al empeño que le pone a todo lo que hace.
Sus padres saben que seguirá siendo el joven humilde y disciplinado que está siempre cuidando de ellos y esperan poder abrazarlo pronto. Mientras su hijo vuelve a Colombia, siguen dando gracias a Dios y encendiendo diariamente la veladora para orar junto a la imagen de la Milagrosa.