Jesús instituyó este sacramento la noche de la Última Cena y a él está vinculada su presencia sacramental en el mundo.
Jesús no pidió solo ser recordado sino que mandó repetir sus gestos y sus palabras. Desde el principio, la Iglesia ha sido fiel a este mandamiento: en cada celebración litúrgica se repite el memorial de la muerte y resurrección de Cristo en donde estos eventos se vuelven presentes y actuales
En el momento de la consagración por el poder del Espíritu y por las palabras de Cristo, el pan y el vino se vuelven el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es el misterio de la transubstanciación: el pan y el vino mantienen su aspecto exterior pero cambia su sustancia.
La celebración eucarística es conocida también de otras formas para subrayar los diversos aspectos y efectos de este sacramento:
Cena del Señor: la referencia es a la última Cena, y a la cena del banquete del Cordero, en la Jerusalén celestial
Fracción del pan: es un rito típico de la cena judía, repetido por Jesús durante la última Cena. Por este gesto, los discípulos han reconocido a Jesús resucitado. Era de esa forma que los primeros cristianos llamaban a sus liturgias.
Comunión: con este sacramento nos unimos a Cristo y entre nosotros.
La Eucaristía es el sacramento de quien está en plena comunión con la Iglesia. No se puede recibir si no se está bautizado o si se está en un estado de pecado mortal.
Es el "pan de los ángeles" pero también de los peregrinos y pecadores: como el alimento nutre al cuerpo, del mismo modo necesitamos alimentarnos con la Eucaristía para crecer y caminar en la vida cristiana.
Como afirma el Catecismo la Comunión fortalece nuestra unión con el Señor, perdona los pecados veniales y nos ayuda a no caer en pecados graves.
Para recibir la Eucaristía los fieles están invitados a abstenerse de comida y bebida al menos una hora antes de recibir la comunión y a confesarse si se está en pecado mortal
También la ropa y la actitud son importantes y deben expresar respeto.
La Iglesia anima a los fieles a recibir la comunión cuando participan en la misa, si no están impedidos para hacerlo.
Los católicos tienen la obligación de participar en la misa el domingo y los festivos de precepto y recibir la Eucaristía al menos una vez al año, preferentemente en Pascua, después de haberse confesado
La Eucaristía puede recibirse tanto de pie como de rodillas, en la boca o en la mano. En este último caso es necesario que la hostia consagrada se consuma inmediatamente, frente al sacerdote, y no dejar caer fragmentos.
Con el tiempo, la Iglesia ha profundizado sobre la importancia de la devoción a la Eucaristía incluso fuera de la misa, promoviendo la adoración eucarística