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Recientemente, el Senado de la Nación dio media sanción a una ley para regular la producción de cannabis con fines medicinales. Pero el propio presidente Alberto Fernández, en un encuentro con jóvenes, dio indicios de apoyar una apertura mayor hacia una legalización de la marihuana con fines recreativos.
“Tenemos que vencer y poner en debate una cuestión que tiene que ver con la hipocresía social en la que vivimos. Hay una parte nuestra que soporta cierta hipocresía. Que la marihuana es tóxica no está en tela de juicio. Pero también el tabaco es tóxico y también el alcohol es tóxico. Y sin embargo hay toda una industria montada detrás del tabaco y el alcohol donde lo tóxico pasa a un segundo plano”, expresó el mandatario.
Las declaraciones del mandatario, en el marco de los meses previos a las elecciones legislativas, cayeron muy mal entre quienes lidian día a día con las consecuencias del consumo de drogas.
“Es inexplicable que hoy se hable de hipocresía al momento de hablar de la legalización de la marihuana (y otras drogas) en el contexto de pobreza e indigencia que viven cientos de miles de adolescentes y jóvenes que no pueden aspirar a una capacitación seria o a un trabajo digno, fruto de décadas de postergación”, expresaron desde la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia de la Conferencia Episcopal Argentina.
Sin hacer explícita referencia al mandatario, ya que no fue él ni su espectro político el único que comenzó a referirse al tema en pandemia, en un comunicado la Comisión continuó con dureza:
“La clase política sigue una agenda que no es de este tiempo en los barrios populares ni tampoco de las clases medias ya resignadas a su decadencia. Por eso intentan dar clases de pobrismos los mismos que los originaron o hablan del uso recreativo del cannabis como si fuéramos un país nórdico”.
“Quienes vivimos y trabajamos en los barrios populares —y no somos turistas en ellos— sabemos del daño que ocasionan el alcohol y la marihuana en los niños, adolescentes y jóvenes abandonados a su suerte por un Estado de carácter liberal. Sin mayores ayudas para que puedan desarrollar sus vidas como Dios manda, terminan entrampados en drogas que los condicionarán de por vida”, escriben los miembros de la comisión.
“¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando todavía no tenemos lugares de recuperación para los miles de pibes y pibas que están desapareciendo a causa del consumo del paco?
Otra: ¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando la gran mayoría de los jóvenes de nuestros barrios más pobres no llega a terminar la secundaria y tampoco encuentra trabajo?
¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando en nuestros barrios más pobres no hay agua, cloacas, luz, escuela, club?
¿La propuesta es legalizar la marihuana cuando tenemos más pibes y pibas flagelados por la droga en las cárceles que en hogares de recuperación?”.
Si bien no hay proyecto formal presentado en torno a la legalización de la marihuana con uso recreacional, el surgimiento del tema en plena campaña electoral, y los antecedentes de otros países como el vecino Uruguay, son fuertes señales de alarma. Uruguay legalizó el aborto en el año 2012. En 2013 hizo lo propio con el consumo de la marihuana.
Juan, por ponerle un nombre, caminaba por las calles paralelas de la avenida central de este, uno de los más importantes municipios del conurbano bonaerense. Buscaba cartones para su carro que impulsaba con su espalda, aunque bien un peso de esa magnitud requeriría caballo. Cansado, transpirado por el esfuerzo, se detuvo, recostó su espalda sobre uno de los costados del carro, estacionado sobre una vereda, y en vez de tomar la botella de agua tomó esa bolsa en la que resguarda su adicción y se entregó a ella.
La imagen, real, se revive a diario en distintos municipios del gran Buenos Aires, barrios de la ciudad, y rincones del país. El narcotráfico ha encontrado uno de sus espacios de mayor crecimiento y desarrollo entre los jóvenes desocupados de los barrios más pobres, circunstancia potenciada por el cierre de escuelas, clubes y oportunidades de trabajo por la pandemia. El regreso a las instituciones, con la paulatina reapertura, está siendo muy dificultoso, cuentan agentes pastorales de distintas diócesis.
Juan, como todos los otros como él, busca sustento en la basura. La legalización de la droga en la que gasta lo que podría ser su sustento, que lo aleja del colegio o el trabajo, convertiría en legal ese consumo. Pero ayudarlo a salir de su indigencia seguirá siendo una deuda pendiente. Dice la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia de la Conferencia Episcopal: “Mientras la sociedad mira desconcertada el abismo cada vez mayor entre ricos y pobres, la política argentina se sigue entreteniendo con temas de campaña”.