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Más de un año después del inicio de la pandemia, Associated Press (AP) ha examinado el efecto de Covid-19 en el clero y los religiosos católicos.
El informe se centra en algunas de las naciones más afectadas por la pandemia, y señala que no todos los que sucumbieron a la enfermedad eran ancianos, aunque obviamente estos representan el mayor porcentaje de víctimas.
Muchos de los fallecidos se enfermaron mientras trabajaban en primera línea con el personal de atención médica. AP sugiere que la pandemia puede haber agravado aún más la escasez de sacerdotes católicos.
La primavera de 2021 vio un aumento drástico en los casos de Covid-19 y las consiguientes muertes en India. Según la AP, el mes de abril vio morir a dos sacerdotes o monjas indios al día. Los católicos son una minoría en el país con una mayoría hindú: solo 20 millones de los 1.380 millones de habitantes.
Las tasas de mortalidad fueron más altas en las regiones afectadas por el clima. Al comienzo de la ola de infecciones de este año, las condiciones climáticas impidieron la distribución de vacunas. Se estima que más de 500 sacerdotes y monjas han muerto a causa de Covid desde mediados de abril.
Italia fue uno de los países más afectados al inicio de la pandemia, y se estima que murieron 292 sacerdotes diocesanos entre marzo de 2020 y marzo de 2021. Esta cifra es casi la misma que la de los nuevos pedidos en el mismo período de tiempo, 299.
Asimismo, Brasil ha visto tasas muy altas de infección entre los sacerdotes católicos. AP informa del contagio de unos 1.400 sacerdotes brasileños, 65 de los cuales han muerto. Entre las víctimas fatales se encuentran tres obispos y el cardenal Eusebio Scheid, de 88 años.
Estados Unidos también se ha visto gravemente afectado, aunque el informe indica que no se dispone de estadísticas al respecto. Desde marzo de 2020, más de 600.000 estadounidenses han muerto a causa de Covid.
Si bien el informe no menciona números específicos, sí indica que decenas, si no cientos, de monjas han muerto. Estas muertes se informaron en todo el país y, en la mayoría de los casos, ocurrieron entre personas que vivían en comunidades.
Muchas de las víctimas eran monjas jubiladas que habían trabajado en el campo de la educación o la medicina. Solo la orden de las Hermanas Felicianas perdió 21 monjas en cuatro conventos.
