"Un año después de la terrible explosión ocurrida en el puerto de Beirut, la capital del Líbano, que causó muerte y destrucción, mi pensamiento va a ese querido país, especialmente a las víctimas, sus familias, los muchos heridos y los que han perdido sus hogares y el trabajo. Y muchos han perdido la ilusión de vivir".
Así se expresó el Papa Francisco, al finalizar la audiencia general, recordando la tragedia del pasado 4 de agosto. La ola destructiva provocada por la detonación de un almacén de explosivos en el puerto provocó la muerte de más de 200 personas y heridas a más de seis. mil.
Más de 300.000 también fueron desplazados, después de que hogares y barrios enteros fueron arrasados por lo que se considera una de las explosiones no nucleares más poderosas de la historia.
El Pontífice, por tanto, sigue atento al país de Oriente Medio, después de la jornada de oración y reflexión por el Líbano el pasado 1 de julio, cuando Francisco acogió a los patriarcas y jefes de las Iglesias orientales del país de los cedros en el Vaticano.
Ese día, recordó, "junto con los líderes religiosos cristianos acogimos las aspiraciones y expectativas del pueblo libanés, cansado y decepcionado, e invocamos por Dios la luz de la esperanza para superar la dura crisis".
Una crisis económica, social y política, que se prolonga desde 2019 y que ha llevado a la mitad de la población, informa Médicos Sin Fronteras, a vivir en la pobreza extrema con menos de un dólar diario.
Por ello, el Papa también hace un llamamiento a la comunidad internacional, "pidiendo que ayuden al Líbano a hacer un camino de resurrección con gestos concretos, no solo palabras".
"Espero", prosigue, "que la conferencia que se está celebrando promovida por Francia y Naciones Unidas sea fructífera en este sentido".
La crifra de 350 millones de dólares es lo que se espera recaudar con la reunión de hoy, a través de donaciones e inversiones. Mientras, el país sigue sin gobierno, con el primer ministro a cargo Najib Mikrati tratando de zanjar las diferencias entre las fuerzas políticas.
Mientras tanto, la reconstrucción de Beirut avanza y la gente comienza a regresar a sus hogares, también gracias al compromiso de Caritas, las organizaciones internacionales y la extraordinaria contribución de los jóvenes y la sociedad civil. Un lugar que el Papa quisiera abrazar de cerca.
"Queridos libaneses", concluye, "mi deseo de ir a visitarles es grande y no me canso de rezar por ustedes para que el Líbano vuelva a ser un mensaje de hermandad, un mensaje de paz para todo Oriente Medio".