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San Ignacio de Loyola, el caballero que cambió su destino

IGNACIO LACONI
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Hozana - publicado el 22/07/21
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Conoce por qué 500 años después este hombre sigue siendo un referente en la Iglesia católica

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A veces la historia nos surte de personajes determinantes, de esos que parecen sacados de una película de Hollywood y que son capaces de cambiar el devenir de los acontecimientos.

Este es el caso de san Ignacio de Loyola sj, que en un momento en el que la vieja Europa y la cristiandad se rompían y descubrían fascinadas que había un mundo maravilloso allende los mares, contribuyó a renovar la Iglesia católica desde dentro.

Sueños de conquistas

Esta historia comienza en Loyola, en el norte de España. Íñigo, como así se llamaba de joven, era el pequeño de una larga y orgullosa familia vasca que sigue y sirve al poderoso rey de Castilla.

Sus sueños y aspiraciones eran grandes, como los de su noble familia. Vivía en la corte y soñaba con conquistar ni más ni menos que a la hija de Carlos V, el hombre más importante de un planeta que hasta poco antes de ese momento se creía plano.

Sin embargo, justo hace 500 años, en el fragor de la batalla una bala francesa le hiere de gravedad, rompiéndole ambas piernas y, en parte, el corazón.

De Iñigo a San Ignacio
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Lejos de rendirse, es durante su convalecencia en su casa-torre cuando él descubre que se puede vivir de otra manera, que Dios le habla y que su vida sigue mereciendo la pena si sirve a otro Rey: Jesús de Nazaret.

Y con ese deseo se echa a los caminos, cruzando el Mediterráneo hasta Tierra Santa, y después viajando a pie a Barcelona, París y finalmente Roma, donde con otros compañeros fundará la Compañía de Jesús.

Ver a Dios en todo

Muchas cosas podríamos decir del fundador de los jesuitas, ya que en su vida fue caballero, amigo, sacerdote, diplomático, amigo, escritor y, sobre todo, peregrino.

No solo porque recorrió Europa o se codeó con la gente más importante del momento. Además de su amistad con los pobres vivió su vida como un continuo caminar interior.

En su modo de ver el mundo estaba el deseo de seguir una aventura junto a Dios. Y este camino siempre lo hizo con otros, pues para este hombre la amistad con Jesús -y con gente muy diversa- supuso el fundamento de su vida.

Pero quizás la actitud que mejor define a este soñador era su deseo constante de ser transparente a la voluntad de Dios en todo momento.

Por eso los Ejercicios Espirituales, su mejor legado a la Iglesia católica, invitan al ejercitante a descubrir qué quiere Dios de él, y hacer que su vida sea plena y feliz si es fiel al proyecto que Dios propone para cada uno de nosotros.

Y es que 500 años después este hombre sigue siendo un referente en la Iglesia católica -y fuera de ella-.

Por su dinamismo, por su modo de encontrar a Dios en todas las cosas, por su amor, por su deseo de reconciliar un mundo que sigue sufriendo y por un método que nos invita a convertirnos en hombres y mujeres para los demás, también en pleno siglo XXI.

Por Álvaro Lobo s.j., de Hozana

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