En 2017 y 2021, respectivamente, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha pedido al Papa Francisco que se disculpe por el papel que tuvo la Iglesia católica en el manejo de las Escuelas Residenciales Indígenas en ese país durante más de un siglo.
La primera petición fue hecha por Trudeau en mayo de 2017, en una visita que él y su esposa hicieron al Papa Francisco en El Vaticano. La segunda, apenas hace un par de semanas, tras confirmarse la existencia de más de mil tumbas sin nombre de menores indígenas fallecidos en esas escuelas y, presuntamente, sometidos a abusos.
Tanto el primer ministro canadiense como muchas otras autoridades del país, así como los colectivos que representan a los pueblos originarios de Canadá, se mostraron incómodos y sorprendidos por lo que ellos llamaron “el silencio” del Papa ante estos acontecimientos que, sin duda, son dolorosos.
Ahora mismo, cuando las delegaciones de las Primeras Naciones, de los Métis y de los Inuit de Canadá se reunirán con el Papa Francisco en el Vaticano por separado entre el 17 y el 20 de diciembre de este año, y que toda la delegación indígena tendrá una última audiencia papal el 20 de diciembre para concluir la visita, el solicitado perdón podría papal estar a la vista.
Sin embargo, un perdón así había sido otorgado al final de la Audiencia General que sostuvo el Papa Benedicto XVI el 29 de abril de 2009, cuando el ahora Papa Emérito se encontró con Phil Fontaine, el Gran Jefe de la Asamblea de los Primeras Naciones de Canadá, acompañado del presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá, monseñor James Weisgerberg.
En ese encuentro, Benedicto XVI escuchó atentamente las historias que contaron Fontaine y sus acompañantes sobre los abusos cometidos en Escuelas Residenciales o Internados, guiados en su mayor parte por la Iglesia católica, desde 1886 hasta 1997. También escuchó la preocupación de los prelados canadienses sobre este oscuro pasaje de la Iglesia canadiense.
Tras recordar que desde los primeros tiempos de su presencia en Canadá, la Iglesia católica –sobre todo a partir de la labor de los misioneros—ha estado acompañando muy de cerca de las naciones indígenas, el Papa Benedicto XVI expresó su angustia y su dolor por causado “por la deplorable de algunos miembros de la Iglesia” al causar sufrimiento a niños indígenas el sistema de Escuelas Residenciales.
El comunicado posterior al encuentro del Papa Benedicto XVI con el Gran Jefe de las Primeras Naciones canadienses enfatizó el dolor del Papa quien, a nombre de la Iglesia católica, “ofreció su simpatía, su solidaridad y sus oraciones” a los pueblos originarios de Canadá.
“Su Santidad enfatizó que tales actos de abuso no deben ser tolerados en nuestra sociedad. Él reza para que todos los afectados (por estas “conductas deplorables”) puedan experimentar una sanación, al tiempo que alentó a las Primeras Naciones a continuar su camino hacia delante con esperanza renovada”.
El Jefe Fontaine, en una posterior rueda de prensa, reconoció que el Papa Benedicto se encontraba “dolido y angustiado” por lo que sucedió en las Escuelas Residenciales y que ese “reconocimiento” era “importante” para él y era lo que esperaba escuchar del Pontífice.