En su homilía el Santo Padre invitó a "observar de cerca" a estos dos testigos de la fe. Ellos pusieron al centro de sus historias, "no sus capacidades, sino el encuentro con Cristo que cambió sus vidas experimentando un amor que los sanó y los liberó".
"Pedro y Pablo son libres sólo porque fueron liberados", dijo Francisco deteniéndose en este punto central:
El Papa destacó que pese a las debilidades de Pedro, el Hijo de Dios no lo abandona. "Lo anima a no rendirse, a echar de nuevo las redes al mar, a caminar sobre las aguas, a mirar con valentía su propia debilidad, a seguirlo en el camino de la cruz. De este modo lo liberó del miedo, y lo llamó precisamente a él para que confirmara a sus hermanos en la fe".
Como hemos escuchado en el Evangelio -añadió Francisco- a él le dio las llaves para abrir las puertas que conducen al encuentro con el Señor y el poder de atar y desatar: atar los hermanos a Cristo y desatar los nudos y las cadenas de sus vidas.
Para el Pontífice, todo esto fue posible porque ―como nos dice la primera lectura de hoy― Pedro fue el primero en ser liberado. "Es -dijo- una nueva historia de apertura, de liberación, de cadenas rotas, de salida del cautiverio que encierra. Pedro tuvo la experiencia de la Pascua: el Señor lo liberó".
Asimismo, Francisco recordó que también el apóstol Pablo experimentó la liberación de Cristo:
El Santo Padre señaló que la Iglesia mira "a estos dos gigantes de la fe y ve a dos Apóstoles que liberaron la fuerza del Evangelio en el mundo, sólo porque antes fueron liberados por su encuentro con Cristo".
Recordó que nosotros, tocados por el Señor, también somos liberados, ya que siempre necesitamos ser liberados, porque sólo una Iglesia libre es una Iglesia creíble.
El Papa invitó a preguntarnos cuánta necesidad de liberación tienen nuestras ciudades, nuestras sociedades, nuestro mundo. Exhortó a ser colaboradores de esta liberación, "pero sólo si antes nos dejamos liberar por la novedad de Jesús y caminamos en la libertad del Espíritu Santo".
Haciendo alusión a los hermanos arzobispos, que hoy recibieron el palio, Francisco hizo hincapié en que "este signo de unidad con Pedro recuerda la misión del pastor que da su vida por el rebaño. Dando su vida, el pastor, liberado de sí mismo, se convierte en instrumento de liberación para sus hermanos".
El Santo Padre saludó a la Delegación del Patriarcado Ecuménico, presente en la santa misa y enviada para esta ocasión por Su Santidad Bartolomé I. "Vuestra grata presencia -dijo- es un precioso signo de unidad en el camino de liberación de las distancias que dividen escandalosamente a los creyentes en Cristo". Concluyó Francisco rezando por toda por la Iglesia, "por todos nosotros para que, liberados por Cristo, seamos apóstoles de liberación en el mundo entero".